Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En el corazón de Pachuca, un grupo de niños y jóvenes que enfrentan valientemente la batalla contra el cáncer se reúnen en la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer (Amanc). Este 6 de enero, mientras el aire se llena de esperanza y sueños, sus corazones anhelan un regalo muy especial: salud. Ante la inminente llegada de los Reyes Magos, sus oraciones y deseos se centran en recuperar la vitalidad que la enfermedad les ha robado. Jorge Martínez, un joven de 17 años, se encuentra entre ellos. Su diagnóstico de Linfoma de Hodgkin cambió su vida hace menos de un año, llevándolo de una rutina normal a un ciclo interminable de tratamientos y esperas. “Mi mayor deseo es tener salud, aunque también sueño con una tablet o un dron”, confiesa Jorge con una sonrisa que apenas oculta su sufrimiento. Las festividades navideñas pasaron en la sala de espera del hospital, donde la cena consistió en pollo y espagueti, un momento de normalidad en medio del caos. La historia de Jorge no es única. Miguel, de 16 años, ha estado luchando contra la leucemia linfoblástica aguda durante tres años y medio. Con más de 120 sesiones de quimioterapia a sus espaldas, ha tenido que experimentar el lado más oscuro de la enfermedad. Este año, su esperanza radica en recibir una computadora de los Reyes, un regalo que lo acercaría a su sueño de cursar la preparatoria y convertirse en veterinario. A pesar de los obstáculos, Miguel continúa su educación en el hospital, demostrando una resiliencia admirable frente a la adversidad. En el mismo recinto, Randy, un niño de cinco años que juega y corre con una alegría contagiosa, vive su propio desafío con la leucemia. Su madre, Jazmín, comparte la lucha diaria, comentando que estos días pueden ser especialmente difíciles. “No sé si los Reyes llegarán a tiempo”, dice con un nudo en la garganta, mientras observa a su hijo disfrutar de la vida con la inocencia que solo los niños poseen. Sin embargo, su deseo es claro: salud para su pequeño, especialmente en un invierno que ha traído consigo complicaciones respiratorias. Las madres de estos niños, unidas en su sufrimiento, han encontrado en Amanc no solo un refugio físico, sino también emocional. En un entorno donde la esperanza parece escasa, el apoyo mutuo se convierte en un pilar fundamental. María Guadalupe, madre de Jorge, refleja la mezcla de sentimientos que acompañan esta época del año. “Agradezco que mi hijo coma y duerma bien, pero hay un vacío al saber que mis otros hijos están en casa, esperando la llegada de los Reyes”. El papel de Amanc es crucial en esta historia. Covadonga Prieto Peláez e Iliana Orea, quienes lideran la organización, trabajan incansablemente para proporcionar un ambiente de apoyo y cuidado a estos niños y sus familias. “Sabemos cuándo llegan, pero no cuándo se van”, explica Covadonga, subrayando la naturaleza incierta de la hospitalización. Con 18 habitaciones y un flujo constante de pacientes, su misión es asegurar que los niños no abandonen su tratamiento por la falta de recursos. El diagnóstico temprano y el apoyo emocional son fundamentales para el bienestar de estos niños. Iliana, sicóloga oncológica, enfatiza la importancia de comprender la enfermedad y sus implicaciones. “La detección precoz puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte”, afirma, resaltando que el 80% de los niños con cáncer pueden salvarse si se atienden a tiempo. Sin embargo, muchas veces, los síntomas se confunden con enfermedades comunes de la infancia, lo que retrasa el diagnóstico y el tratamiento adecuado. Mientras tanto, la vida en Amanc se llena de pequeñas alegrías. Las donaciones y el apoyo de la comunidad permiten que se organicen cenas y eventos especiales, incluidos los regalos para los niños cada 6 de enero. Este año, cada niño, incluido Miguel, Jorge y Randy, espera un milagro de salud y continuidad en sus tratamientos, además de ese juguete que simboliza la esperanza y la alegría en sus corazones. La historia de estos jóvenes guerreros de la salud es un recordatorio de la fragilidad de la vida y la fuerza del amor familiar. En un mundo donde los problemas parecen insuperables, sus sonrisas y sueños nos muestran que, a pesar de las adversidades, la esperanza siempre encuentra un camino. Este Día de Reyes, con la llegada de los magos y sus regalos, estos niños no solo piden juguetes, sino la oportunidad de seguir luchando, de vivir y de soñar. Su mayor deseo es que la salud, ese regalo invaluable, llegue pronto a sus vidas.