Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El análisis de la situación actual de la Monarquía española bajo el reinado de Felipe VI revela un panorama complejo y tenso, especialmente en su relación con el Gobierno de Pedro Sánchez y los partidos que lo apoyan. Desde su ascenso al trono, el rey ha tenido que navegar en un mar de crisis políticas y sociales, en el que las aguas han estado especialmente revueltas desde el referéndum catalán de 2017. Este evento marcó un punto de inflexión en la percepción que los nacionalistas catalanes, así como los vascos, tienen sobre la Monarquía, que ya de por sí era vista con desconfianza. La distancia entre Felipe VI y el actual Gobierno es palpable, no sólo por la composición del mismo, que incluye a partidos republicanos y nacionalistas, sino también por la forma en que el rey ha decidido posicionarse en diversas situaciones. Mientras que su padre, Juan Carlos I, mantuvo una relación más cordial y fluida con los líderes socialistas del pasado, Felipe VI parece estar dispuesto a marcar su propio camino, algo que ha generado fricciones considerables. Este cambio en la dinámica monárquica podría estar ligado a una percepción más crítica del papel que la Monarquía debe jugar en el contexto político actual. Uno de los factores que ha agudizado la tensión es la falta de afinidad entre el rey y los partidos que sustentan al Gobierno de Sánchez. La presencia de Unidas Podemos y los partidos independentistas ha provocado un distanciamiento que no existía de la misma manera en la época de Juan Carlos I. Esto ha llevado a Felipe VI a ser percibido como un monarca que no se siente cómodo en un entorno donde sus ideales y los de los partidos en el poder parecen chocar frontalmente. Esta falta de consenso puede mermar la legitimidad de la institución monárquica, que históricamente ha buscado ser un símbolo de unidad y estabilidad. La reciente gestión de la crisis provocada por las inundaciones en Valencia ha puesto de manifiesto otro aspecto de esta relación deteriorada. La decisión del rey de visitar la zona afectada en varias ocasiones, incluso en momentos críticos y sin el conocimiento del Gobierno, refleja una voluntad de actuar y de estar presente donde se le necesita, pero también sugiere una intención de distanciarse de las decisiones de un Ejecutivo que, en muchas ocasiones, ha sido criticado por su falta de respuesta ante las tragedias que afectan a los ciudadanos. Este comportamiento ha sido suficientemente notorio como para que se hable de una ruptura en la tradicional "entente cordiale". Desde la perspectiva del Gobierno, la ausencia de Pedro Sánchez en momentos cruciales como la crisis en Valencia ha sido notoria y ha suscitado críticas. Su decisión de permanecer alejado del foco de atención mientras su figura se debilitaba ha abierto las puertas a una mayor visibilidad de la Monarquía, que se presenta como una alternativa en términos de liderazgo y cercanía con la ciudadanía. Sin embargo, este juego de posiciones no resulta inocuo para la Monarquía, que podría verse arrastrada a un terreno político que no le corresponde. La percepción de Felipe VI como un rey que actúa de forma sesgada en favor de una determinada línea política podría tener repercusiones a largo plazo. La Monarquía, que históricamente ha buscado ser una institución por encima de las disputas políticas, podría acabar perdiendo el apoyo de sectores que, si bien no se sienten claramente identificados con la república, tampoco apoyan un monarca que parece alinearse con una parte del espectro político. Esto podría resultar en una erosión de su capital simbólico, algo que podría ser devastador para la institución. El desafío al que se enfrenta Felipe VI es complicado. Necesita equilibrar su deseo de actuar y de estar presente en los momentos de crisis con la necesidad de ser percibido como un monarca neutral que no se involucra en la política diaria. La falta de un enfoque claro podría dejar a la Monarquía en una posición vulnerable y expuesta a las críticas de un panorama político cada vez más polarizado. Es un momento clave que definirá no solo el futuro de la Monarquía, sino también la relación entre esta institución y los diferentes sectores de la sociedad española. La historia de la Monarquía en España ha estado marcada por periodos de gran tensión, pero el actual contexto político presenta desafíos únicos que requieren de un liderazgo claro y una visión renovada. Felipe VI deberá encontrar el camino que le permita ser un símbolo de unidad y estabilidad sin perder de vista la realidad política que le rodea, así como los sentimientos de una ciudadanía que se siente cada vez más distante de las instituciones tradicionales. La gestión cuidadosa de esta relación será fundamental para el futuro de la Monarquía en España.