Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A medida que comienza la cuenta regresiva para la Regata de Yates Rolex Sydney Hobart 2023, el atractivo de este agotador viaje de 628 millas náuticas sigue cautivando tanto a los marineros como a los espectadores. Con la carrera programada para comenzar este jueves, más de 100 yates se embarcarán en una travesía desafiante que pone a prueba el temple incluso de los navegantes más experimentados. Originada en 1945 con solo nueve participantes, la carrera se ha transformado en lo que los australianos llaman cariñosamente la Gran Carrera. Teje un camino traicionero desde el puerto de Sídney a lo largo de la costa de Nueva Gales del Sur, cruzando el impredecible estrecho de Bass, rodeando la áspera isla de Tasmania y, finalmente, subiendo por el río Derwent hasta Hobart. El viaje se caracteriza no solo por impresionantes vistas costeras, sino también por las duras realidades del mar abierto, con condiciones brutales que históricamente han cobrado vidas, hundido embarcaciones y hecho añicos sueños. Los veteranos de la carrera no tardan en compartir historias sobre su naturaleza impredecible. Lindsay May, ganador de la Tattersall Cup en tres ocasiones y con asombrosas 50 regatas consecutivas a su nombre, recordó el infame "southerly buster", un viento feroz que puede alcanzar hasta 40 nudos o más, creando mares caóticos. May recordó 1984 como particularmente angustiante, describiendo olas extraordinarias que lo dejaron muy preocupado tanto por su tripulación como por su embarcación. La tragedia también ha tocado la carrera. En 1993, dos tercios de la flota abandonaron la competencia debido a condiciones severas, y en 1998, la carrera tomó un giro mortal con la muerte de seis marineros y el vuelco de cinco yates. A pesar de esta oscura historia, la camaradería y el espíritu competitivo atraen a los navegantes año tras año. Para muchos, soportar las dificultades de la carrera fortalece los lazos y fomenta amistades de por vida. Tony Kirby, quien competirá en su 39ª carrera a bordo de su yate Mills 41, Tenacity, se encuentra entre aquellos que disfrutan del desafío. Habló del orgullo que sintió al ser reconocido en las tablas del club náutico que honran a los marineros que han completado 25 carreras o más, y ahora aspira a alcanzar la meta de 40 regatas. El atractivo de la carrera radica no solo en sus desafíos físicos y mentales, sino también en las experiencias compartidas entre las tripulaciones. Jim Nixon, preparándose para su 30ª carrera en Wings, articuló la adicción que muchos sienten por el evento, llamándolo un pináculo del deporte. Él también valora la mezcla de emoción, trabajo en equipo y la belleza cruda del océano. El Dr. Sam Haynes, quien competirá por 13ª vez, describió la carrera como "un poco heroica", señalando cómo moldea a quienes participan. Las historias de triunfo, supervivencia y el espectro de emociones experimentadas en el agua contribuyen al estatus legendario del evento. Si bien las condiciones de la carrera son notoriamente difíciles, especialmente para los barcos más pequeños que enfrentan una exposición prolongada a los elementos, muchos competidores ven estos desafíos como parte integral de la experiencia. "Simplemente estás ahí afuera en los elementos, navegando en una hermosa parte del mundo", compartió Haynes, enfatizando la rareza de tales aventuras profundas en el mundo actual. Más allá de los trofeos y reconocimientos, el verdadero tesoro radica en las amistades formadas y los recuerdos inolvidables creados en el mar. May recordó un momento conmovedor de la carrera de 1993 cuando su tripulación arriesgó todo para rescatar a un compañero navegante que había caído por la borda. Experiencias como estas unen a los participantes de maneras que trascienden la competencia. A medida que los competidores se preparan para zarpar, lo hacen no solo por la oportunidad de ganar la codiciada Tattersall Cup y un reloj Rolex, sino por el desafío, la emoción y las profundas conexiones forjadas en el corazón de la tormenta. Cada año, la Regata de Yates Rolex Sydney Hobart sigue siendo un testimonio del espíritu perdurable de aventura, resiliencia y comunidad en alta mar.