Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En la estela del huracán Helene, los científicos están lidiando con las implicaciones del cambio climático en las precipitaciones sin precedentes que azotaron la región. David Easterling, un destacado científico del clima de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), se sintió sorprendido por la severidad de la tormenta y el posterior diluvio. En solo tres días, su comunidad en el norte del condado de Henderson registró 15 pulgadas de lluvia, con algunas áreas absorbiendo más de 30 pulgadas, lo que llevó a inundaciones generalizadas y interrupciones. La reacción inicial de Easterling ante el pronóstico fue de una leve preocupación, pero a medida que comenzó a llover, la realidad de la situación se hizo claramente evidente. “Pensé: madre mía. Incluso entonces, simplemente no se me ocurrió que las inundaciones serían tan severas”, admitió, reflexionando sobre el evento. Con eventos climáticos extremos convirtiéndose cada vez más en una realidad, Easterling y otros científicos del clima ahora se centran en evaluar cuánto de la lluvia de Helene puede atribuirse al cambio climático. Un estudio de octubre de la iniciativa World Weather Attribution estimó que el cambio climático hizo que los totales de lluvia de Helene fueran aproximadamente un 10% más pesados. Este hallazgo es significativo en el ámbito de la ciencia climática, ya que utiliza métodos complejos para analizar eventos climáticos extremos, comparando datos observados con simulaciones meteorológicas generadas por computadora. Si bien los huracanes, como Helene, no pueden vincularse directamente al cambio climático, los efectos secundarios—siendo la lluvia intensa un ejemplo principal—pueden ser evaluados. El estudio reveló que el aumento de las temperaturas de la superficie del mar en el Golfo de México contribuyó significativamente a la fuerza de Helene al proporcionar suficiente calor y humedad. Easterling señaló que a medida que la atmósfera se calienta, su capacidad para retener humedad aumenta, resultando en tormentas más intensas. “Cuando ocurren tormentas, serán más poderosas”, explicó, enfatizando la necesidad de que las comunidades se preparen para tales resultados. A pesar de los hallazgos, Easterling expresó algunas reservas sobre la metodología del estudio de WWA, específicamente en relación con la amplia área geográfica utilizada para los promedios de lluvia. Sugerió que un enfoque más localizado podría proporcionar perspectivas más claras. Sin embargo, afirmó que el cambio climático jugó un papel en el aumento de la lluvia, aunque el porcentaje exacto es objeto de debate. La urgencia de una atribución climática precisa está subrayada por la creciente frecuencia de eventos climáticos extremos. Los expertos están preocupados de que eventos como el huracán Helene puedan volverse más comunes, lo que plantea preguntas sobre la adecuación de la infraestructura actual. Easterling destacó la necesidad de datos sólidos para informar a los responsables de políticas mientras planifican para el futuro. Señaló que pequeños aumentos en la lluvia pueden tener implicaciones significativas para el diseño de infraestructura y la preparación ante desastres. Además, los Apalaches del Sur son particularmente vulnerables debido a su geografía. Cuando el aire húmedo encuentra las empinadas montañas Blue Ridge, se ve obligado a elevarse, lo que lleva a una rápida condensación y precipitación intensa, conocida como precipitación orográfica. Esta realidad geográfica complica la gestión de inundaciones y refuerza la necesidad de predicciones precisas de lluvia. A medida que el planeta enfrenta el aumento de temperaturas vinculado a las emisiones de gases de efecto invernadero, la amenaza planteada por eventos meteorológicos relacionados con el clima se vuelve más grande. La Tierra se ha calentado aproximadamente 2.45 grados Fahrenheit por encima de los promedios preindustriales, y la última década ha sido la más calurosa registrada. Sin una acción significativa para mitigar estas tendencias, las proyecciones sugieren aumentos de temperatura global de entre 5 y 12 grados Fahrenheit para el año 2100. Las percepciones de Easterling sirven como un llamado de atención para las comunidades y los responsables de políticas por igual. A medida que el cambio climático continúa alterando los patrones climáticos, comprender las sutilezas de la intensidad de las tormentas, la lluvia y el papel que los humanos juegan en agravar estos factores es crítico. A medida que enfrentamos la realidad de un mundo en calentamiento, las medidas proactivas para adaptar nuestra infraestructura y mejorar la resiliencia contra el clima extremo serán cruciales para salvaguardar vidas y propiedades en los años venideros.