Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En una reflexión conmovedora sobre las tensiones entre la cultura y la política, la prohibición en Lituania del querido clásico navideño de Tchaikovsky, "El Cascanueces", ha suscitado emociones encontradas entre los asistentes al teatro. En el Teatro Nacional de Ópera y Ballet de Lituania, los espectadores se han visto obligados a confrontar las implicaciones de una cuarentena cultural impuesta en solidaridad con Ucrania en medio de la guerra en curso. Cuando una madre y su hija salieron durante el intermedio, expresando su descontento con el ballet de sustitución, el conflicto subyacente entre el sentimiento nacional y el patrimonio artístico salió a la luz. La decisión de Lituania de dejar de lado a Tchaikovsky hace dos años se presentó como una "cuarentena mental" contra la cultura rusa, como parte de una respuesta más amplia a la agresión rusa en Ucrania. Si bien esta medida resonó con muchos ciudadanos en ese momento, comentarios recientes del nuevo ministro de cultura lituano, Sarunas Birutis, reavivaron un debate polémico. Birutis sugirió una reconsideración de la prohibición, afirmando que disfrutar de un cuento de hadas navideño no equivaldría a respaldar la ideología del Kremlin. Esto provocó una fuerte reacción de aquellos que ven el arte ruso como manchado por su asociación con el conflicto actual. Los partidarios de la prohibición argumentan que la cultura no puede existir en un vacío, especialmente cuando históricamente ha sido manipulada para fines políticos. Figuras como Darius Kuolys, un exministro de cultura, enfatizan la importancia de la libertad artística, recordando que incluso durante las propias luchas de Lituania contra la opresión soviética, se abstuvo de suprimir las actuaciones de obras como "El Cascanueces". Kuolys sostiene que prohibir la cultura rusa arriesga dañar el propio paisaje artístico de Lituania, dado los entrelazados histories de ambas naciones. Por otro lado, los defensores de la inclusión de compositores rusos en el repertorio cultural de Lituania sostienen que el arte debería trascender la geopolítica. Tatiana Kuznetsova, una fan de "El Cascanueces", defendió apasionadamente a Tchaikovsky, afirmando que su legado pertenece al mundo y no solo a Rusia. Sus sentimientos reflejan un anhelo más amplio entre muchos lituanos que asocian el ballet con tradiciones navideñas queridas, no manchadas por el clima político actual. El debate también ha puesto de manifiesto divisiones generacionales sobre la relación entre el arte y la política. Las audiencias más jóvenes, moldeadas por entendimientos contemporáneos de la apropiación cultural y el discurso postcolonial, pueden estar más inclinadas a apoyar la exclusión de artistas rusos, viéndolo como un paso necesario hacia la descolonización. En contraste, las generaciones mayores, que han experimentado la lucha por la libertad cultural de primera mano, tienden a abogar por un enfoque más matizado que separe el arte de las acciones políticas de un estado. Las instituciones culturales de Lituania han sentido los efectos de este clima político. La decisión de la casa de ópera de retirar "El Cascanueces" no fue una prohibición sencilla, sino más bien un reflejo del sentimiento predominante de que la lealtad a Ucrania debe tener prioridad. Como reconoció Audrius Kundrotas, el gerente adjunto de marketing de la casa de ópera, las audiencias pueden preferir el clásico, pero la posición actual es de cautela, orientada a la solidaridad con quienes sufren en el conflicto. Con el nuevo gobierno adoptando una postura diferente, sigue siendo incierto cómo evolucionará este discurso cultural. Si bien existe la posibilidad de un renacimiento de las obras de Tchaikovsky en el futuro, la priorización inmediata de la alineación política sobre la tradición cultural plantea preguntas sobre las implicaciones a largo plazo para la identidad artística de Lituania. A medida que se acerca la temporada navideña, la ausencia de "El Cascanueces" se siente no solo como una pérdida de una actuación, sino como una víctima cultural del conflicto geopolítico en curso. Las conversaciones que ha suscitado esta decisión encapsulan la lucha más amplia que enfrentan las naciones que lidian con sus lazos históricos con Rusia en un contexto de guerra y conflicto, un recordatorio de que incluso las tradiciones más queridas pueden verse envueltas en las complejidades de la política contemporánea.