Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En el panorama en constante evolución de las Grandes Ligas de Béisbol, una transformación notable es evidente en la posición de primera base. Una vez bastión de poderosos bateadores, los primeros bases ahora ofrecen un retrato desconcertante de disminuida capacidad de slugging, planteando la pregunta: ¿dónde han ido todos los primeros bases que bateaban con poder? Una mirada más cercana a dos jugadores de diferentes épocas revela el marcado contraste en las expectativas ofensivas de la posición. Vladimir Guerrero Jr. de los Toronto Blue Jays, con un OPS de .940 en 2024, lideró a todos los primeros bases, finalizando sexto en la votación para el MVP. Sus métricas ofensivas lo colocan en una liga propia, eclipsando a la competencia, con solo Bryce Harper y Freddie Freeman acercándose. Justo un par de décadas antes, el OPS de .938 de Sean Casey en 1999 fue encomiable, sin embargo, ocupó el octavo lugar entre los primeros bases y palideció en comparación con sluggers como Mark McGwire y Jeff Bagwell. Casey recuerda una era diferente donde el poder era primordial. “Tenías que batear. Tenías que destacarte. Todos bateaban — ese era el estándar. Si no bateas, no juegas.” Hoy, las expectativas han cambiado drásticamente. El porcentaje de slugging colectivo para los primeros bases en 2024 cayó a su punto más bajo desde 1984, una tendencia que no es simplemente un acontecimiento aislado, sino indicativa de un declive más amplio. La estadística de Weighted Runs Created Plus (wRC+) subraya este cambio, con una marca colectiva de 104, la menos impresionante desde 1962. Durante gran parte de finales del siglo XX, los primeros bases eran sinónimo de bateadores de poder. Los equipos rutinariamente llenaban sus alineaciones con pesados sluggers capaces de conectar 25 o más jonrones. Sin embargo, a medida que el juego ha progresado, también lo han hecho las expectativas posicionales. La actual generación de primeros bases carece de la profundidad y el impacto ofensivo de sus predecesores, con una notable escasez de jugadores que alcanzan métricas ofensivas de élite. Solo cinco primeros bases registraron un wRC+ por encima de 120 en 2024, un contraste marcado con los 15 que lograron esto en 1999. El auge de jugadores multidimensionales ha redefinido lo que puede ser un primer base. Los equipos ahora priorizan la versatilidad, buscando combinar capacidades ofensivas con destrezas defensivas. El presidente de operaciones de béisbol de los Mets, David Stearns, reflexiona sobre esta evolución, señalando: “El poder se ha proliferado en todo tipo de posiciones.” Con jugadores como Francisco Lindor demostrando capacidades de poder desde posiciones tradicionalmente no poderosas, el arquetipo del primer base torpe parece obsoleto. Terry Francona, cuya carrera como mánager comenzó cuando la primera base estaba típicamente reservada para grandes sluggers lentos, reconoce este cambio. “No creo que puedas esconderte allí,” dijo, enfatizando la importancia del rango y el atletismo, especialmente en un juego que lidia con análisis avanzados y la eliminación del shift en el infield. Con las responsabilidades defensivas ganando prominencia, los equipos son cada vez más reacios a confinar a sus mejores bateadores a una sola posición, optando en su lugar por un enfoque más matizado en la construcción de alineaciones. Las dinámicas cambiantes del juego, incluido el advenimiento del bateador designado y el aumento de la dominancia del pitcheo, han complicado aún más el panorama para los primeros bases. A medida que los equipos se esfuerzan por maximizar la producción ofensiva, muchos están inclinándose hacia roles de plátano y emparejamientos situacionales, lo que lleva a una reducción en el número de jugadores que ocupan consistentemente la posición. Además, la era dorada de los primeros bases, caracterizada por figuras imponentes como Carlos Delgado, Todd Helton y Mark Teixeira, ha dado paso a una escena más caótica y menos predecible. Los equipos de hoy a menudo se ven obligados a alternar nombres menos conocidos o depender de un elenco rotativo de jugadores para llenar la posición, como la mezcla de bateadores orientados al contacto y de poder que se ve en San Diego y Tampa. El contexto histórico de la posición destaca una evolución significativa. Desde la década de 1990 hasta principios de 2010, la primera base fue el epicentro del poder; ahora, se asemeja a una puerta giratoria. “El mejor bateador de tu equipo era el primer base,” señaló Casey, evocando una sensación de nostalgia por una era que parece casi perdida. A medida que el juego continúa evolucionando, el rol tradicional del primer base está siendo redefinido, dejando a los fanáticos preguntándose si los gigantes bateadores del pasado han desaparecido realmente para siempre. A medida que los equipos miran hacia el futuro, la pregunta sigue siendo: ¿recuperará la posición de primera base su estatus como el potencia que una vez fue, o seguirá adaptándose a las realidades en rápida evolución del béisbol moderno? La respuesta sin duda dará forma al curso del juego en los años venideros.