Navegando por la atención médica en Estados Unidos: un sistema roto que necesita claridad y reforma.

Navegando por la atención médica en Estados Unidos: un sistema roto que necesita claridad y reforma.

El debate sobre la atención médica en EE. UU. pone de relieve un dilema: ¿debería ser un bien público o una mercancía del mercado? La frustración crece debido a las ineficiencias y los costos.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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En el debate en curso sobre la naturaleza de la atención médica en América, ha surgido un profundo dilema: ¿es la atención médica un bien público que debería ser accesible para todos, o es una mercancía que los individuos deben comprar? Nuestro sistema actual lidia con esta doble identidad, dejando a muchos navegar por un paisaje complejo de atención que a menudo se siente inadecuado e inequitativo. Como dice el viejo refrán, los pacientes quieren la mejor atención, la más rápida y la más barata, pero solo pueden tener dos de estas en un momento dado. Esta realidad no solo moldea las decisiones individuales sobre la atención médica, sino que también refleja los desafíos estructurales que aquejan a todo nuestro sistema de salud. El delicado equilibrio que logramos significa que, aunque Medicare y Medicaid proporcionan servicios esenciales a los ancianos, pobres y discapacitados, la mayoría de los estadounidenses se ven obligados a tratar la atención médica como una mercancía de mercado. Esta dualidad tiene serias implicaciones tanto para los pacientes como para los proveedores. Cada vez más, los individuos expresan su frustración con el sistema de maneras cada vez más agresivas, culminando en trágicos actos de violencia contra los trabajadores de la salud. Esta frustración no está mal dirigida; más bien, refleja un sentido más amplio de impotencia y desilusión con un sistema que a menudo prioriza el beneficio sobre el bienestar del paciente. A medida que la preocupación pública por el aumento de los costos de la atención médica alcanza un punto crítico, las discusiones sobre la reforma se ven ensombrecidas por la falta de claridad respecto al propósito fundamental de la atención médica. Los datos de encuestas revelan que el aumento de los costos de la atención, soportado por pacientes, empleadores y el gobierno por igual, se encuentra entre los problemas más apremiantes que enfrenta la nación. Si bien no hay una sola entidad culpable de esta crisis, un fracaso colectivo para abordar las ineficiencias y desigualdades sistémicas ha contribuido a un sistema roto. Las raíces de esta disfunción son profundas. Un editorial de la revista Fortune en 1970 señaló que gran parte del sistema de atención médica estadounidense se caracteriza por una calidad inferior y una mala distribución de recursos. A pesar de décadas de evolución, muchos de los mismos problemas persisten, particularmente para las poblaciones marginadas que continúan enfrentando barreras para acceder a la atención. Sin embargo, hay esperanza para un cambio significativo. La evidencia sugiere que la inversión estratégica en atención primaria puede reducir efectivamente los costos generales de atención médica mientras mejora los resultados para los pacientes. Un informe de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina enfatiza que aumentar la oferta de servicios de atención primaria se correlaciona directamente con mejores resultados de salud y mayor equidad. Al centrarnos en este aspecto crítico de la atención médica, podemos comenzar a cambiar el paradigma hacia uno que empodere a los pacientes en lugar de dejarlos a merced de un sistema fracturado. La pregunta apremiante sigue siendo: ¿Qué queremos que sea la atención médica? Si aspiramos a que sea un bien social, debemos abrazar el acceso universal y un compromiso compartido para financiarlo. Por el contrario, si elegimos tratarlo como una mercancía, debemos estar dispuestos a aceptar las inequidades e ineficiencias que esto conlleva. Hasta que se aborden estas preguntas fundamentales, los pacientes continuarán experimentando frustración cuando se enfrenten a un sistema de atención médica que no logra proporcionar la mejor atención de manera oportuna y a un precio asequible. Los proveedores soportarán la mayor parte de esta insatisfacción, lo que llevará a un ciclo de desesperación que amenaza la estabilidad de todo el sistema. En última instancia, sin una visión clara de nuestros valores en atención médica, seguiremos atrapados en un sistema fragmentado que no atiende de manera efectiva ni a los pacientes ni a los proveedores.

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