Avanzando en la Ciencia de los Terremotos: Cambiando el Enfoque de la Predicción a la Preparación y la Resiliencia.

Avanzando en la Ciencia de los Terremotos: Cambiando el Enfoque de la Predicción a la Preparación y la Resiliencia.

Los científicos mejoran la comprensión de la localización de los terremotos, pero tienen dificultades con las predicciones de tiempo. El énfasis se desplaza hacia la preparación y la infraestructura resiliente.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Los científicos han logrado avances significativos en la comprensión de dónde es probable que ocurran los terremotos, pero el desafío de predecir cuándo ocurrirán estos eventos sísmicos sigue siendo esquivo. Según el sismólogo Jackson, los terremotos en los continentes son inherentemente superficiales, originándose típicamente a profundidades de solo decenas de kilómetros. Esta naturaleza superficial de los temblores plantea desafíos únicos, especialmente en áreas metropolitanas que se han expandido rápidamente desde los últimos grandes terremotos, un hecho que puede olvidarse fácilmente en medio de las luchas diarias de la vida urbana, como la contaminación y la pobreza. Jackson señala: “Cuando ocurre el gran terremoto, simplemente los abruma”. En Australia, la preocupación pública por un gran terremoto es mínima, sin embargo, la actividad tectónica por debajo de la superficie sigue en curso. El continente australiano se está desplazando lentamente hacia el noreste a una tasa de aproximadamente 7 centímetros por año. Este movimiento gradual da lugar a temblores más pequeños, mientras los científicos investigan terremotos inusualmente superficiales que pueden indicar cambios en las fuerzas gravitacionales debajo de la superficie. Las diversas densidades de las rocas que formaron las montañas originales de Australia han creado bolsas de diferente atracción gravitacional, lo que podría causar acumulación de estrés. Jackson ha estado a la vanguardia de la integración de tecnologías avanzadas, originalmente desarrolladas para fines militares, en la ciencia de los terremotos. Estas herramientas, que incluyen radar e imágenes satelitales, han mejorado nuestra capacidad para evaluar los movimientos de la Tierra después de eventos sísmicos. Recuerda su carrera temprana en la década de 1980, cuando la financiación de proyectos de defensa permitió que la investigación sobre terremotos floreciera. La era de la Guerra Fría enfatizó la sismología como un medio para monitorear pruebas nucleares, lo que, de manera inadvertida, avanzó nuestra comprensión de la dinámica geológica. A pesar de los avances, la búsqueda de predecir terremotos con precisión sigue fuera de alcance. Jackson señala el deseo del público por predicciones específicas, como “el terremoto será el martes a las 3 PM”, pero enfatiza que dar falsas esperanzas sobre nuestras capacidades predictivas podría llevar a la complacencia, lo que, en última instancia, costaría vidas. Los esfuerzos históricos para predecir terremotos a menudo han fracasado; por ejemplo, un esfuerzo enfocado en California en la década de 1970 buscó aprovechar patrones históricos, pero erróneamente falló por una década. Una notable historia de éxito provino de China en 1975, cuando las autoridades evacuaron la ciudad de Haicheng basándose en el monitoreo sísmico que detectó un enjambre de temblores más pequeños. Esta evacuación oportuna probablemente salvó vidas durante el posterior gran terremoto, aunque los años siguientes vieron terremotos devastadores sin advertencia, destacando la impredecibilidad inherente de la actividad sísmica. Jackson señala que, si bien los científicos han explorado una miríada de posibles precursores de terremotos, incluidos comportamientos animales y señales electromagnéticas, ninguno ha demostrado ser lo suficientemente confiable como para merecer una consideración seria. La comprensión de los terremotos como una conversación dinámica dentro de la corteza terrestre, marcada por el estrés cambiante a lo largo de las fallas, continúa evolucionando. Sin embargo, predecir eventos específicos sigue siendo un trabajo en progreso. Tras un terremoto, la devastación puede ser catastrófica, como se vio en el terremoto de L'Aquila en Italia en 2009, donde sistemas de advertencia y preparación inadecuados llevaron a una pérdida significativa de vidas. En contraste, regiones como Chile, Nueva Zelanda y Japón han desarrollado códigos de construcción robustos y estrategias de preparación que mitigan significativamente el impacto de los terremotos. Por ejemplo, los edificios en estas áreas suelen estar diseñados para resistir la actividad sísmica, y las campañas de educación pública aseguran que los residentes sepan cómo responder de manera efectiva cuando ocurren temblores. Una lección significativa de los terremotos pasados es la importancia de la preparación sobre la predicción. Jackson reflexiona sobre las secuelas del terremoto de 2015 en Nepal, donde las escuelas recién reforzadas se mantuvieron firmes en medio de la destrucción generalizada de edificios más antiguos. La capacidad de anticipar la naturaleza de los terremotos potenciales permite a arquitectos e ingenieros diseñar estructuras que pueden soportar sacudidas significativas, protegiendo vidas. Países como Japón ejemplifican la efectividad de los sistemas de alerta temprana que pueden proporcionar preciosos segundos de aviso antes de que ocurra un terremoto. Estos sistemas pueden detener trenes, abrir puertas de ascensores y cerrar servicios públicos, reduciendo en gran medida el potencial de caos y daño. Sin embargo, centros urbanos como Los Ángeles y San Francisco, que se sitúan directamente sobre fallas importantes, no reciben advertencias, lo que subraya la necesidad de medidas de concienciación comunitaria y construcción de resiliencia. En última instancia, Jackson aboga por un cambio de enfoque de intentar predecir terremotos a asegurar que las estructuras se construyan con resiliencia en mente. Este enfoque no solo protege vidas, sino que también reduce la carga económica de la reconstrucción después de un desastre. Como lo demuestran las prácticas exitosas en varios países, invertir en preparación y adherirse a los códigos de construcción puede salvar innumerables vidas y minimizar daños, proporcionando una respuesta más pragmática y efectiva a la amenaza siempre presente de los terremotos.

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