Los presupuestos NIL remodelan los playoffs del fútbol americano universitario: ¿Están ganando o perdiendo los que gastan más?

Los presupuestos NIL remodelan los playoffs del fútbol americano universitario: ¿Están ganando o perdiendo los que gastan más?

El cambio a un playoff de 12 equipos en el fútbol americano universitario destaca las significativas disparidades en los presupuestos de NIL, lo que impacta la competitividad de los equipos y sus resultados.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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A medida que el fútbol universitario transiciona hacia un formato de playoffs de 12 equipos, la importancia de los presupuestos de nombre, imagen y semejanza (NIL) se ha convertido en un punto focal en las discusiones sobre la competitividad entre los mejores equipos. Los presupuestos de los equipos, limitados por la cantidad que los colectivos NIL de terceros pueden recaudar, muestran una asombrosa variación entre los programas que luchan por la supremacía en los playoffs. Esta temporada, se estima que los presupuestos oscilan desde tan solo $3 millones hasta $20 millones para equipos con 85 jugadores en becas, lo que resalta las disparidades financieras que podrían influir en los resultados de los playoffs. Una mención destacada es Ohio State, cuyo director atlético, Ross Bjork, estimó que los jugadores de los Buckeyes recibieron colectivamente alrededor de $20 millones en fondos NIL durante el año pasado. Esta cifra, que se cree que representa uno de los presupuestos más altos en el deporte, fue un tema candente mientras Ohio State comenzó la temporada con un récord de 5-0, pero finalmente se desmoronó, perdiendo sus últimos cuatro partidos, incluido un enfrentamiento crucial contra Michigan, lo que les costó una oportunidad en el título de Big Ten. La pregunta persiste: ¿es gastar $20 millones la clave del éxito en los playoffs, o simplemente sirve como un costoso boleto para participar? La presión por entregar resultados se intensifica junto con los compromisos financieros, como ilustra el caso de Florida State, que gastó $12 millones pero terminó con un desalentador récord de 2-10. Mientras tanto, Ole Miss, que también es un gran gastador con un presupuesto estimado entre $10 millones y $13 millones, terminó justo por debajo de la contienda de playoffs con un récord de 9-3. Una comprensión completa de los presupuestos NIL sigue siendo esquiva. Muchos colectivos son reservados acerca de sus detalles financieros, a menudo debido al panorama competitivo del reclutamiento en el fútbol universitario. Como señaló Brittani Willett, directora ejecutiva del Sun Angel Collective en Arizona State, revelar detalles específicos del presupuesto puede ser un arma de doble filo. Las cifras más bajas corren el riesgo de dañar los esfuerzos de reclutamiento, mientras que las cifras más altas pueden generar descontento entre los jugadores actuales que esperan una compensación similar. La dinámica se complica aún más por la evolución continua de las regulaciones NIL y los roles de los colectivos. Por ejemplo, Division Street de Oregón, liderado por Rosemary St. Clair, se encuentra entre los más financiados, pero no divulga públicamente cifras específicas más allá de su asociación con Nike y Phil Knight. Los problemas de transparencia se ven agravados por el hecho de que los colectivos son entidades privadas, lo que hace que los datos financieros detallados sean más difíciles de obtener en comparación con los presupuestos de universidades públicas. En la búsqueda del éxito en los playoffs, muchos colectivos se centran predominantemente en la retención de jugadores en lugar de la contratación externa. Por ejemplo, Brent Blum del We Will Collective que apoya a Iowa State señaló que la mayoría de su presupuesto—alrededor del 95 por ciento—se destinó a retener talento en lugar de adquirir nuevos prospectos. Este sentimiento es compartido por otros colectivos, que reconocen que mantener a los jugadores existentes es tan crucial como atraer nuevo talento. Además, el anticipado acuerdo sobre la distribución de ingresos televisivos entre los atletas podría alterar drásticamente el panorama financiero de los deportes universitarios. La perspectiva de compartir hasta $20.5 millones el próximo año plantea tanto oportunidades como desafíos, particularmente a medida que los colectivos exploran opciones para alinearse más estrechamente con los departamentos atléticos. La naturaleza impredecible del fútbol universitario es evidente en la actual carrera por los playoffs. A pesar de las disparidades en el gasto de NIL, el éxito no es únicamente una función de la fuerza financiera. Las narrativas paralelas de Florida State y Ohio State—ambos grandes gastadores pero incapaces de asegurar un lugar en los playoffs—subrayan que la inversión financiera no garantiza la victoria. Por el contrario, equipos como Iowa State y Arizona State han demostrado que una gestión estratégica y un enfoque en la retención, junto con un reclutamiento efectivo, pueden dar resultados fructíferos independientemente del tamaño del presupuesto. A medida que el panorama del fútbol universitario continúa evolucionando bajo la influencia de los acuerdos NIL, los programas deben navegar el delicado equilibrio entre inversión, expectativas y rendimiento. El diálogo sobre los presupuestos NIL no se trata meramente de dinero—se trata de cuán efectivamente los equipos pueden aprovechar los recursos financieros para construir plantillas competitivas y, en última instancia, lograr el éxito en el campo. A medida que el formato de playoffs del fútbol universitario se vuelve cada vez más competitivo, el verdadero impacto de los presupuestos NIL sigue por verse, pero una cosa es clara: las apuestas financieras nunca han sido tan altas.

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