Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A medida que se acerca el College Football Playoff, la atención no solo se centra en los equipos que luchan por el campeonato nacional, sino también en los entrenadores que los han guiado hasta este punto. Un aspecto intrigante del playoff de este año es la diversidad de antecedentes e historias de juego de los doce entrenadores involucrados. Si bien son conocidos por su astucia estratégica y sus capacidades de liderazgo, sus trayectorias como jugadores ofrecen una fascinante visión de sus años formativos en el deporte. El primero en nuestra lista es Kenny Dillingham, de 34 años, el entrenador en jefe más joven del playoff, quien desafió las expectativas al llevar a Arizona State a una temporada competitiva a pesar de que se predecía que terminarían últimos en la Big 12. La historia de Dillingham es única; nunca jugó fútbol americano universitario después de sufrir una rotura de ligamento cruzado anterior en la escuela secundaria, lo que provocó un cambio de jugador a entrenador a una edad temprana. Este camino poco convencional ha moldeado su estilo y filosofía de entrenamiento, convirtiéndolo en un incansable buscador de conocimiento en el deporte. A continuación, tenemos a Bryan Harsin, quien comenzó su carrera en la Universidad de San Diego antes de transferirse a Azusa Pacific. Conocido por su temperamento ardiente tanto como jugador como entrenador, las experiencias tempranas de Harsin están marcadas por una determinación que ha perdurado a lo largo de su carrera como entrenador. Se le ha descrito como alguien que tiene "todo gas, sin frenos", una descripción adecuada para alguien que nunca ha rehuido un desafío. Dan Lanning, quien jugó de linebacker en William Jewell College, también aporta intensidad a su entrenamiento. Sus años universitarios estuvieron marcados por una lucha contra lesiones en el hombro, sin embargo, perseveró para obtener reconocimiento en la conferencia. El compromiso de Lanning con la mejora refleja su ética de entrenamiento, donde enfatiza el esfuerzo y la concentración inquebrantables. La experiencia de Mike Cignetti como mariscal de campo suplente en West Virginia bajo la guía de su padre, Frank Cignetti, destaca un aspecto diferente de los deportes universitarios. Su devoción al programa a pesar de su tiempo de juego limitado habla de su amor por el juego y del respeto que ganó de sus compañeros, mostrando cómo el carácter a menudo puede superar las estadísticas en el campo. Por otro lado, la carrera de Rhett Lashlee en Arkansas se vio truncada por una lesión en el hombro, pero fue su compromiso y carácter lo que destacó ante sus entrenadores. Su desarrollo como entrenador ha estado influenciado por las lecciones aprendidas de sus días como jugador, reforzando la idea de que la determinación puede tomar muchas formas. La carrera universitaria de Dabo Swinney en Alabama puede no haber sido glamorosa, pero su trayectoria muestra la importancia de la tenacidad y la perseverancia. Swinney se transformó de un jugador que contribuyó principalmente en equipos especiales a un campeón nacional, demostrando que la pasión a menudo puede impulsar el éxito más que el talento bruto por sí solo. La etapa de James Franklin como mariscal de campo en East Stroudsburg está marcada por récords y reconocimientos que subrayan su capacidad. Sus impresionantes estadísticas universitarias y sus icónicas habilidades para escapar han dado forma a su papel como entrenador, quien entiende lo que se necesita para sobresalir en el campo, convirtiéndolo en una presencia formidable en el playoff. Las capacidades de amenaza dual de Ryan Day como mariscal de campo en New Hampshire resaltan su espíritu competitivo. Su intensidad durante los partidos y su capacidad para rendir bajo presión han sentado una sólida base para su carrera como entrenador, donde continúa transmitiendo esa pasión a sus jugadores. El tiempo de Marcus Freeman como linebacker en Ohio State lo vio contribuir significativamente a un equipo de calibre campeón. Su selección en el Draft de la NFL, aunque no culminó en una carrera como jugador, habla del nivel de juego que exhibió y de las cualidades de liderazgo que ahora aporta al ámbito del entrenamiento. Kirby Smart, un safety en Georgia, se hizo un nombre como un intelectual del fútbol, reconocido por su capacidad para leer jugadas y anticipar acciones en el campo. Sus experiencias se han traducido en un estilo de entrenamiento dinámico que enfatiza el pensamiento estratégico y la preparación. La carrera de jugador de Steve Sarkisian en BYU, aunque marcada por una complexión poco ortodoxa que lo comparaba con un fontanero, culminó en reconocimientos y una exitosa etapa en la Canadian Football League tras una destacada temporada universitaria. El viaje de Sarkisian enfatiza la idea de que el éxito no siempre se ajusta a las expectativas convencionales. Finalmente, la carrera de cuento de hadas de Josh Heupel en Oklahoma culminó en un campeonato nacional y un segundo lugar en el Trofeo Heisman. Su inteligencia y precisión como mariscal de campo, aprendidas desde una edad temprana, se han traducido en su estilo de entrenamiento, convirtiéndolo en una figura clave en el juego actual. A medida que comienza la cuenta regresiva para el College Football Playoff, estos doce entrenadores llevan consigo sus únicas historias de juego, moldeando sus estilos de liderazgo y estrategias. Cada historia es un testimonio de los diversos caminos que las personas toman en el mundo del deporte, reforzando que el éxito en el fútbol, al igual que en la vida, a menudo se construye sobre la resiliencia, el carácter y las lecciones aprendidas en el camino.