Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La 125ª edición de la histórica rivalidad entre el Ejército y la Marina se llevó a cabo en el Estadio Northwest, proporcionando otro capítulo en una saga que combina una intensa competencia con una tradición y camaradería arraigadas. El enfrentamiento de este año se caracterizó no solo por su fisicalidad y pasión, sino también por actuaciones memorables que resonarán a través de los pasillos de la historia. Blake Horvath, de la Marina, emergió como la estrella destacada, ofreciendo una exhibición que resultó crucial en la victoria de los Midshipmen por 31-13 sobre los Black Knights. El mariscal de campo junior fue una amenaza dual, acumulando 204 yardas y dos touchdowns por tierra, mientras que también lanzó para 107 yardas y dos anotaciones adicionales. Su actuación probablemente será recordada mucho después de que deje el campo, un testimonio de su crecimiento y del espíritu competitivo que encarna esta rivalidad. El ascenso de Horvath a la fama contrasta marcadamente con el de Bryson Daily, del Ejército, quien había sido celebrado como el Jugador Ofensivo del Año de la AAC y candidato al Trofeo Heisman. La lucha de Daily contra una defensa de la Marina implacable resultó en una actuación difícil, dejándolo con solo 52 yardas por tierra y un touchdown por pase—además de tres intercepciones. La carga emocional fue palpable mientras el Ejército enfrentaba la amargura de la derrota y la realidad de "cantar primero"—un recordatorio doloroso del sufrimiento que acompaña a perder este juego tan apreciado. El éxito de la Marina se puede atribuir en gran medida a su ejecución estratégica y las contribuciones de varios jugadores. Actuaciones notables vinieron del fullback junior Alex Tecza, quien realizó jugadas significativas al inicio del partido, y Eli Heidenreich, quien atrapó un pase de touchdown crucial que mostró las dinámicas capacidades del equipo. La celebración que estalló tras el pitido final no fue solo una de victoria; fue un momento de desahogo para los Midshipmen que habían soportado dificultades a lo largo de la temporada. La atmósfera que rodea el juego es única en el fútbol universitario, con los cadetes y midshipmen marchando al campo en una impresionante exhibición de disciplina y orgullo. Sin embargo, una vez que comienza el juego, se les recuerda que aún son jóvenes adultos—celebrando touchdowns con vítores exuberantes y gimiendo colectivamente en momentos de desesperación. Para el entrenador del Ejército, Jeff Monken, la derrota se sintió particularmente pesada, especialmente después de una temporada que concluyó con el primer campeonato de la AAC para el programa. La decepción flotaba en el aire, y Monken admitió que el resultado de este juego empañó lo que debería haber sido una temporada triunfante. Por otro lado, el entrenador de la Marina, Brian Newberry, irradiaba un sentido de orgullo y logro, no solo por la victoria, sino también por la resiliencia mostrada por sus jugadores, muchos de los cuales han enfrentado tormentas personales en sus vidas. El respeto entre los dos equipos sigue siendo inquebrantable, como lo demuestra el momento en que los jugadores de la Marina se alinearon para mostrar respeto a sus rivales, quienes cantaron su alma mater después del juego. Tales gestos reflejan los valores compartidos y el honor inherente a ambos programas, enfatizando que la rivalidad trasciende el marcador. A medida que se asienta el polvo de esta edición del juego Ejército-Marina, las narrativas que rodean a ambos equipos probablemente evolucionarán. Con victorias significativas esta temporada, el futuro se ve prometedor para ambos programas. Daily y sus compañeros cargarán con el peso de esta derrota como motivación para los próximos años, mientras que Horvath y los Midshipmen disfrutarán de su victoria bien ganada, sabiendo que han asegurado su lugar en los anales de esta histórica rivalidad. Al final, el juego del sábado será más que solo una estadística; será un recuerdo grabado en los corazones y las mentes de todos los involucrados—jugadores, entrenadores y aficionados por igual. El juego Ejército-Marina continúa siendo una celebración no solo del dominio atlético, sino también de las conexiones más profundas formadas a través de experiencias compartidas y respeto mutuo. La rivalidad perdura, recordándonos a todos los valores que sostiene—integridad, compromiso y la búsqueda incansable de la excelencia.