Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Los residentes de la Costa Oeste fueron sumidos en un estado de alarma la semana pasada cuando un potente terremoto de magnitud 7.0 sacudió California, lo que provocó alertas de tsunami que pusieron a más de 5 millones de personas en alerta máxima. Aunque la advertencia fue levantada rápidamente y la situación volvió a la calma, el temblor dejó un recordatorio de los peligros sísmicos que acechan bajo el Pacífico. El Servicio Nacional de Meteorología confirmó que se registró una pequeña ola de tsunami no destructiva cerca de Point Arena, que medía solo nueve centímetros. Esta observación, aunque tranquilizadora por su falta de destrucción, reavivó discusiones sobre los verdaderos riesgos asociados con los tsunamis en la región. La oficina del Servicio Nacional de Meteorología del Área de la Bahía recurrió a las redes sociales para enfatizar la importancia de la preparación, recordando a los residentes que el contexto geográfico de California significa que la amenaza de tsunamis más grandes y peligrosos está siempre presente. El terremoto fue clasificado como un evento de deslizamiento de falla, donde las placas tectónicas se deslizan unas sobre otras, resultando típicamente en un movimiento vertical mínimo del fondo oceánico. Esta característica significa que muchos terremotos de deslizamiento de falla no generan tsunamis significativos. Sin embargo, investigaciones recientes del Instituto de Tecnología de California han demostrado que estas fallas todavía son capaces de producir tsunamis poderosos bajo ciertas condiciones, destacando la naturaleza impredecible de la actividad sísmica. El Dr. Ahmed Elbanna, un investigador principal sobre este tema, explicó que el estrés causado por un terremoto puede influir en fallas cercanas, potencialmente desencadenando eventos sísmicos adicionales. Aunque las previsiones actuales predicen menos del uno por ciento de probabilidad de otro terremoto de la misma magnitud en el próximo año, los pronosticadores no pueden descartar réplicas más pequeñas o eventos futuros por completo. Históricamente, California no ha sido ajena a la devastación provocada por tsunamis. El terremoto de magnitud 9.2 en 1964 en el Golfo de Alaska resultó en daños significativos a lo largo de la Costa Oeste, mientras que el tsunami de 2011 que golpeó Japón causó daños extensos en los puertos de California. Con más de 150 tsunamis registrados que impactaron California desde 1800, la última ola sirve como un sombrío recordatorio de que la conciencia y la preparación son cruciales. Se insta a los residentes a familiarizarse con las zonas de riesgo de tsunami y los posibles signos de un tsunami inminente, como comportamientos oceánicos inusuales o rugidos fuertes del mar. En caso de un fuerte terremoto, aquellos en áreas designadas como peligrosas para tsunamis deben trasladarse inmediatamente a terrenos más altos, ya que los tsunamis pueden llegar dentro de minutos tras la actividad sísmica. Los planificadores de emergencias enfatizan la necesidad de medidas de seguridad proactivas. Se deben establecer rutas de evacuación detalladas, y las familias deben discutir y practicar sus planes de emergencia, especialmente en áreas costeras donde el riesgo es mayor. Los mapas que identifican las zonas de riesgo están disponibles y deben ser estudiados para comprender los riesgos específicos de cada comunidad. En California, las zonas de riesgo se extienden desde Crescent City hasta San Diego, con actualizaciones recientes que indican un aumento en el riesgo de inundaciones en el centro y norte de California. El potencial de inundaciones significativas varía según la geografía local, siendo los lugares cerca de acantilados empinados de menor riesgo en comparación con las regiones costeras planas. A medida que la Costa Oeste continúa lidiando con sus realidades geológicas, los expertos instan a la vigilancia y la preparación. Las lecciones del terremoto de la semana pasada y la ola de tsunami observada no deben ser olvidadas, sirviendo como un recordatorio crítico de que, aunque no son frecuentes, los tsunamis pueden ser mortales y destructivos, lo que justifica una educación pública y una preparación continuas.