Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En una decisión significativa y controvertida, la FIFA está a punto de confirmar a Arabia Saudita como el anfitrión de la Copa Mundial de Fútbol Masculino 2034. Este anuncio, que se espera sea oficializado hoy, sigue a la retirada de Australia del proceso de licitación en octubre de 2022, dejando al Reino como el único candidato. Sin embargo, la decisión ha suscitado duras críticas de organizaciones y activistas de derechos humanos, que cuestionan la idoneidad de Arabia Saudita para albergar un torneo tan prestigioso. Las preocupaciones sobre las violaciones a los derechos humanos en Arabia Saudita han sido constantes desde que el país expresó por primera vez su interés en acoger la Copa del Mundo. Muchos de estos problemas resuenan con las objeciones planteadas durante la Copa Mundial de 2022 en el vecino Qatar, que fue objeto de críticas por su tratamiento a trabajadores migrantes, mujeres y la comunidad LGBTQ+, así como por incidentes de alto perfil como el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. Los defensores de los derechos humanos afirman que estos problemas no han mejorado lo suficiente y podrían verse exacerbados por el próximo torneo. El informe de evaluación de la FIFA otorgó a la candidatura de Arabia Saudita una notable puntuación de 4.2 sobre 5, la más alta jamás otorgada a un posible anfitrión de la Copa del Mundo. Sin embargo, esta puntuación ha generado indignación, ya que la FIFA categorizó las preocupaciones sobre derechos humanos en el Reino como un "riesgo medio". Los críticos argumentan que esta evaluación minimiza las severas realidades que enfrentan muchos en el país. Steve Cockburn, jefe de derechos laborales en Amnistía Internacional, condenó la evaluación de la FIFA como un "lavado de imagen" y advirtió sobre la complicidad que podría enfrentar la FIFA en posibles abusos que podrían surgir durante la preparación y ejecución del torneo. La decisión también ha reavivado discusiones sobre las controvertidas reglas de la FIFA con respecto a los derechos de acogida. Según la normativa actual, ninguna selección nacional de una confederación puede albergar una Copa del Mundo después de que su país lo haya hecho en los siguientes dos torneos. Con solo dos federaciones continentales elegibles de las que se pueden extraer licitantes—Asia y Oceanía—la candidatura de Arabia Saudita se convirtió en la única opción viable después de que Australia optara por salir, citando desafíos logísticos y el deseo de evitar tensar las relaciones dentro de la Confederación Asiática de Fútbol. A medida que se acerca la Copa del Mundo 2034, surgen preguntas sobre la logística, la adaptabilidad climática y la experiencia de los aficionados. El torneo de 2022 vio un cambio a un calendario de invierno debido al opresivo calor del verano en Qatar. Si bien Arabia Saudita no ha presentado un cronograma definitivo para el evento, la posibilidad de un ajuste estacional similar permanece abierta. Las evaluaciones de la FIFA también han identificado una falta de infraestructura propuesta, un aspecto crucial que podría afectar tanto a los jugadores como a los espectadores. Las iniciativas deportivas en auge de Arabia Saudita son parte de una estrategia nacional más amplia conocida como Visión 2030, destinada a diversificar la economía y reducir la dependencia del petróleo. El príncipe heredero Mohammed bin Salman ha posicionado este torneo como una pieza central de esa visión, buscando mejorar la imagen internacional del país mientras desarrolla su infraestructura deportiva. Sin embargo, los ambiciosos planes para albergar la Copa del Mundo plantean importantes preguntas éticas sobre las prácticas laborales empleadas en el reino. Informes de organizaciones de derechos humanos indican que el tratamiento de los trabajadores migrantes—que constituyen una parte sustancial de la fuerza laboral saudita—no ha mejorado significativamente. Las alegaciones de robo de salarios, condiciones de trabajo inseguras y muertes no investigadas continúan afectando a la industria. Human Rights Watch ha informado que cientos de trabajadores han muerto en circunstancias cuestionables, aumentando los temores de que dicha explotación se intensifique durante los preparativos para la Copa del Mundo. Más allá de los derechos laborales, el estatus de los derechos de las mujeres en Arabia Saudita sigue siendo un punto crítico. A pesar de las reformas recientes, las mujeres continúan enfrentando importantes restricciones legales y sociales. El gobierno ha hecho afirmaciones sobre el progreso en los deportes femeninos, con el establecimiento de nuevas ligas y un aumento en el número de jugadoras registradas. Sin embargo, los defensores de los derechos humanos argumentan que estos desarrollos no equivalen a una verdadera igualdad o seguridad para las mujeres en el Reino. Además, la comunidad LGBTQ+ en Arabia Saudita enfrenta severas repercusiones legales, con las relaciones del mismo sexo sujetas a graves castigos bajo la estricta interpretación de la ley islámica. La posibilidad de discriminación y violencia contra los visitantes LGBTQ+ durante la Copa del Mundo plantea preguntas alarmantes sobre la seguridad y la inclusividad durante el evento. Las evaluaciones de la FIFA aseguran que están comprometidos a mantener los estándares de derechos humanos en la ejecución del torneo. Sin embargo, los críticos argumentan que la dependencia del organismo rector en las garantías de las autoridades sauditas hace poco para abordar los problemas sistémicos que persisten. El hecho de que la FIFA se haya involucrado con evaluaciones externas—incluida una encargada a un bufete de abogados acusado de sesgo—agrega escepticismo a la integridad de los compromisos de Arabia Saudita. Esta Copa del Mundo no solo será un espectáculo deportivo, sino también un telón de fondo para el escrutinio global de las normas y valores de derechos humanos. Con el torneo aún a una década de distancia, los desafíos que se presentan son vastos y multifacéticos. El tiempo dirá si Arabia Saudita puede transformar su imagen y prácticas para justificar la fe de la FIFA en su candidatura para la Copa del Mundo, o si el evento se verá envuelto en las controversias que han plagado torneos anteriores en la región.