Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La expectativa en torno al próximo partido de la selección peruana contra Colombia en Lima es palpable, especialmente en un contexto donde la historia ha dictado grandes momentos de gloria y sufrimiento. En medio de un ambiente de resignación y desencanto, el entrenador Ortiz Bisso ha hecho un llamado a todos los involucrados, desde jugadores hasta hinchas, para que asuman este encuentro con la intensidad y determinación que se le debe a un desafío de tal magnitud. "Se debe asumir este partido como si fuera el último de nuestras vidas", enfatizó, recordando a todos que el fútbol tiene su propia lógica y puede deparar sorpresas. La comparación con hitos históricos en el mundo del deporte, como el famoso “Maracanazo” o el reciente “Barranquillazo”, deja claro que el fútbol está lleno de posibilidades. Sin embargo, las circunstancias actuales son muy diferentes. La selección, que en otras épocas encendía pasiones y esperanzas, parece estar atrapada en un ciclo de mediocridad y frustración. El regreso de figuras como Renato Tapia y Miguel Trauco no ha logrado despertar el entusiasmo necesario entre los aficionados, que viven la previa del enfrentamiento con una mezcla de escepticismo y resignación. La situación se complica aún más al recordar que algunos jugadores emblemáticos, como André Carrillo y Paolo Guerrero, han sido dejados de lado, lo que genera más dudas sobre la capacidad del equipo para enfrentar a un rival que se presenta como uno de los más difíciles en la contienda. Las ausencias y la sorpresiva inclusión de algunos nombres, como el de Jorge Murrugarra, han llevado a muchos a cuestionar las decisiones tácticas del cuerpo técnico y sus implicancias en el desempeño del equipo. Los desafíos futbolísticos que enfrenta Perú son también de carácter estructural. La selección ha mostrado debilidades en su sistema de juego, evidenciadas en la reciente Copa América, donde la falta de carrileros y una participación pasiva del mediocampo fueron notorias. Si bien se ha trabajado en la solidez defensiva, muchos se preguntan si será suficiente ante un equipo colombiano que cuenta con una plantilla repleta de talento y velocidad. La presión recae no solo sobre los jugadores, sino también sobre los hinchas, cuyo papel puede ser fundamental para la moral del equipo. Las gradas del Estadio Nacional se espera que se llenen con más de cuarenta mil almas, dispuestas a alentar como si no hubiera un mañana. En este sentido, el espíritu de unidad y la entrega son elementos clave que podrían marcar la diferencia en un encuentro que, más que un simple partido, se siente como una batalla por la supervivencia en el camino hacia el Mundial. La esencia del fútbol radica precisamente en su capacidad de ofrecer sorpresas. La posibilidad de que se produzca un “Limazo”, un milagro en el campo, no está completamente descartada. La historia ha demostrado que el deporte puede ser impredecible y que, en los momentos más oscuros, una chispa de inspiración puede cambiar el rumbo de un partido. Por ello, cada pase, cada jugada y cada aliento se tornan cruciales en la búsqueda de esa victoria tan anhelada. Es en estos momentos de incertidumbre donde la pasión por el fútbol se pone a prueba. A medida que se acerca el silbato inicial, la presión aumenta y las emociones se intensifican. La blanquirroja necesita no solo la fe de sus seguidores, sino una entrega total en el terreno de juego, donde cada jugador debe dejar su alma en la cancha. La historia está llena de relatos de redención y gloria; es momento de que Perú escriba uno más, uno que los hinchas recordarán por generaciones. Mientras el reloj avanza hacia el día del partido, la comunidad futbolística se encuentra en un punto crítico. La mezcla de ansias e inseguridades es palpable, pero también la esperanza de que un nuevo capítulo en la historia de la selección pueda comenzar. En la mente de todos está la premisa de que, aunque las probabilidades no estén a favor, el esfuerzo y el compromiso pueden cambiar el destino. Todo está listo para que el fútbol vuelva a ser el escenario donde se vivan las emociones más intensas. La afición espera que sus jugadores respondan a la altura de la adversidad, demostrando que, en el fútbol, como en la vida, siempre hay espacio para los milagros. Que el “Limazo” sea posible, y que la pasión por la blanquirroja renazca en cada rincón de Lima.