El fútbol de Clemson enfrenta una crisis de identidad mientras los Tigers de Swinney luchan por competir.

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Las dificultades del fútbol de Clemson continúan mientras el entrenador Swinney enfrenta críticas tras una dura derrota ante Georgia, lo que genera dudas sobre el futuro del programa.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

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ATLANTA -- El entrenador Dabo Swinney siempre tendrá un lugar querido en la historia de Clemson, habiendo revitalizado el programa y llevado al equipo a ganar dos campeonatos nacionales, incluido su primero desde 1981. Su legado en el fútbol universitario está asegurado, con un futuro lugar esperándolo en el Salón de la Fama del Fútbol Universitario. Sin embargo, la dura verdad es que tanto Swinney como el programa de fútbol de Clemson parecen haber perdido su rumbo. Desde su aparición en los playoffs del fútbol universitario en 2020, los Tigers han luchado por recuperar su estatus como contendientes nacionales. La reciente debacle contra el equipo clasificado número uno, Georgia, en el Estadio Mercedes-Benz destacó estas luchas, con Clemson sufriendo una humillante derrota de 34-3 que se asemejó a un tema recurrente de declive. La evaluación franca de Swinney después del partido encapsuló la decepción: "Al final del día, simplemente nos patearon el trasero". La producción ofensiva fue particularmente alarmante, con solo dos primeros downs en la primera mitad y un total magro de 188 yardas. El desempeño del mariscal de campo junior Cade Klubnik no logró inspirar confianza, ya que luchó por conectar con sus receptores, quienes en ocasiones parecían desorientados y culpables de faltas críticas. La defensa, que inicialmente mostró promesa al limitar a Georgia a solo seis puntos y 34 yardas por tierra en la primera mitad, se desmoronó después del medio tiempo, permitiendo que los Bulldogs aprovecharan los tackles fallidos y anotaran 28 puntos, mientras que Clemson logró solo un gol de campo. El reconocimiento de Swinney sobre las deficiencias del equipo fue refrescante, ya que expresó remordimiento por la afición y asumió la responsabilidad de la derrota. "Esta derrota es completamente del entrenador en jefe", declaró, un sentimiento que resonó con muchos que han sido testigos de la caída de un programa que alguna vez fue dominante. La realidad puede estar asentándose para los aficionados de Clemson: esto podría representar una nueva era para los Tigers, una que se encuentra por debajo de los altos estándares establecidos por Swinney durante su mandato. Si bien tienen el potencial de ser un equipo sólido en 2024 y pueden competir en la ACC, la pregunta sigue siendo: simplemente ser "bueno" ya no es suficiente en un programa que alguna vez prosperó en la cima del fútbol universitario. Los seguidores se quedan lidiando con la frustrante imagen de su equipo luchando contra equipos como Georgia, que mostró una ventaja innegable en tamaño, fuerza y velocidad. Como señaló Swinney, "Georgia va a hacer que mucha gente se vea mal", pero el marcado contraste en el rendimiento solo magnifica las luchas continuas dentro del programa de Clemson. Otro tema candente es la renuencia de Swinney a utilizar el portal de transferencias, una estrategia que ha levantado cejas, especialmente después de una actuación tan pobre. Clemson es uno de solo cuatro equipos de FBS que no recurrieron al portal esta temporada baja. Swinney defendió su enfoque, afirmando: “La gente va a decir lo que quiera decir... cuando pierdes así, (la gente tiene) todo el derecho a decir lo que quiera decir". La ausencia de receptores que marquen la diferencia complica aún más las cosas. Una vez un sello distintivo de la potencia ofensiva de Clemson, el grupo de receptores no logró rendir, con el receptor líder Tyler Brown logrando solo tres recepciones para 25 yardas. Los muy promocionados novatos, T.J. Moore y Bryant Wesco, vieron poca acción, dejando a los aficionados preguntándose sobre la profundidad del programa y la estrategia de reclutamiento. A medida que Clemson se prepara para enfrentar a un competitivo equipo de Appalachian State la próxima semana, Swinney enfrenta la ardua tarea de restaurar la confianza dentro de su escuadra. La súplica de Klubnik por apoyo de sus compañeros después del partido genera preocupaciones sobre la moral del equipo, y la defensa necesitará adaptarse rápidamente para evitar más colapsos. Por ahora, el optimismo que una vez rodeó al fútbol de Clemson ha sido eclipsado por la incertidumbre de su trayectoria actual. Como enfatizó Swinney, "No entregaron un trofeo de campeonato nacional esta noche. No perdimos la ACC esta noche. Nos patearon el trasero en un juego, y tenemos un largo camino por recorrer". El camino hacia la recuperación será desafiante, y los ojos del mundo del fútbol universitario estarán sobre los Tigers mientras luchan por recuperar su antigua gloria.

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