Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La brisa marina de Tuquillo se convirtió en el escenario perfecto para la culminación de la Génesis Inka MTB, una competencia que unió los Andes y la costa de Áncash durante cinco intensos días. Desde el distrito de San Marcos, donde la prueba tuvo su inicio, los 85 ciclistas de ocho países diferentes se enfrentaron a un recorrido desafiante que superó los 300 kilómetros, culminando en la cálida playa de Huarmey. Este evento no solo fue una prueba de resistencia y habilidad, sino también un punto de encuentro de culturas y emociones. El ancashino Aldo Cotrina se alzó como el gran ganador de la competencia, haciendo valer su condición de local. Proveniente de San Marcos, Cotrina mostró una combinación de velocidad y resistencia que le permitió cruzar la meta primero, ante el júbilo de sus compatriotas y el reconocimiento de una ruta que, según él mismo, fue una mezcla de emociones. "Ha sido bastante difícil la ruta, altura al inicio y ahora el desierto con el viento en contra. Feliz de llegar a la meta. Es muy emocionante", expresó Cotrina, quien recibió un cálido saludo del alcalde de su distrito al llegar a la meta. Los competidores extranjeros, que incluyeron ciclistas de Costa Rica y Uruguay, también compartieron sus impresiones sobre la dureza de la carrera, así como la belleza de los paisajes que se atravesaron. Silvina Silva, representante de Uruguay y primera mujer en llegar a la meta, destacó la experiencia vivida a lo largo de la prueba. "Feliz de poder estar acá, es la carrera más dura que he podido hacer. Es super emocionante lo que compartimos con los niños", comentó, recordando su participación en 2019, donde no pudo completar la prueba. El evento no solo se centró en la competencia, sino que también promovió una conexión entre los ciclistas y las comunidades locales. La ceremonia de inicio en el Templo de Chavín y el encuentro con los niños de San Marcos fueron momentos profundamente significativos que dejaron una huella en todos los participantes. Esta interacción enriqueció la experiencia, haciendo que los ciclistas no solo fueran competidores, sino también embajadores de la cultura peruana. La llegada en Tuquillo fue un espectáculo que reunió a familiares, amigos y pobladores de Huarmey, quienes salieron a las calles para alentar y celebrar el esfuerzo de los deportistas. La emoción se palpaba en el ambiente, especialmente cuando Hellen León, ciclista local, llegó a la meta y fue recibida por sus hijos con una pancarta que decía "La mejor ciclista es mi mamá". Este emotivo momento refleja la esencia del ciclismo, un deporte que no solo desafía al individuo, sino que también une a las familias. La organización del evento, a cargo de BKO Sports y con el auspicio de Antamina, no se limitó a la competencia deportiva. También fomentó el desarrollo local, apoyando a comerciantes de Huarmey mediante una feria agrícola en la Plaza de Armas, lo que permitió que tanto los ciclistas como los visitantes disfrutaran de la riqueza agrícola de la región. La Génesis Inka MTB no fue solo una prueba de resistencia y habilidad, sino un evento que celebró la belleza y diversidad del Perú. A través de los paisajes andinos y costeros, los ciclistas experimentaron la cultura, la historia y la calidez de la gente de Áncash. Muchos de ellos se llevaron consigo recuerdos imborrables y la promesa de regresar a este hermoso rincón del país. Con cada pedalada, los competidores no solo buscaban alcanzar la meta, sino también dejar una huella en el corazón de la comunidad. La energía y el entusiasmo que generaron fueron contagiosos, creando un ambiente de camaradería y celebración que perdurará mucho más allá de los cinco días de competencia. Así, con sonrisas y abrazos, la Génesis Inka MTB llegó a su fin, dejando a todos los participantes con un sentido de logro y satisfacción. La competencia se erigió como una plataforma no solo para el deporte, sino también para la unión cultural y la promoción del turismo en la región, consolidando a Áncash como un destino atractivo para los amantes del ciclismo y la aventura.