Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A medida que se acercan los Juegos Paralímpicos de París 2024, tanto los espectadores como los entusiastas se están preparando para participar en un evento que celebra los logros extraordinarios de los atletas con discapacidades. Sin embargo, a diferencia de los Juegos Olímpicos tradicionales, donde reina la simplicidad con un solo hombre y una sola mujer más rápidos en eventos como la carrera de 100 metros, los Paralímpicos presentan un complejo tapiz de clasificaciones diseñadas para garantizar una competencia justa entre un grupo diverso de atletas. En el corazón de los Juegos Paralímpicos se encuentra el sistema de clasificación, un marco meticuloso que determina la elegibilidad en función de la discapacidad de un atleta. Los atletas que compiten en estos juegos se dividen en diferentes clasificaciones, cada una representada por combinaciones específicas de letras y números que denotan la gravedad de sus discapacidades y la naturaleza de su deporte. El Comité Paralímpico Internacional (CPI) enfatiza que el objetivo de este sistema de clasificación es minimizar el impacto de la discapacidad de un atleta en su rendimiento, permitiendo que la habilidad atlética dicte el resultado de las competencias. Este compromiso con la preservación de la integridad de los juegos es esencial para mantener la credibilidad de los Paralímpicos. Para empezar, los atletas deben demostrar que tienen una discapacidad elegible, definida por el CPI como una condición de salud permanente que afecta su capacidad para participar en deportes. El CPI reconoce diez tipos de discapacidades elegibles, categorizadas en tres grupos principales: discapacidades físicas, discapacidades visuales y discapacidades intelectuales. Sin embargo, no todos los deportes acomodan todos los tipos de discapacidades. Por ejemplo, mientras que el atletismo y la natación son inclusivos de todas las discapacidades elegibles, el judo está diseñado específicamente para atletas con discapacidad visual, y la doma ecuestre presenta una mezcla de tipos de discapacidad. El proceso de clasificación no es un enfoque de talla única. La federación rectora de cada deporte evalúa si un atleta cumple con los criterios mínimos de discapacidad, que pueden variar de un deporte a otro. Por ejemplo, los atletas con baja estatura enfrentan restricciones de altura, mientras que aquellos con deficiencias en las extremidades deben cumplir con niveles específicos de amputación. Este sistema matizado asegura que los atletas sean clasificados con precisión en función de sus capacidades dentro del contexto de su deporte elegido. En atletismo, donde el sistema de clasificación es particularmente intrincado, existen más de 50 clases diferentes para acomodar varias discapacidades. En cambio, en deportes como el levantamiento de potencia, hay una única clase para aquellos que no pueden estar de pie debido a limitaciones en las extremidades inferiores o la cadera. Esta variabilidad subraya el hecho de que la clasificación se adapta a los requisitos únicos de cada deporte, permitiendo una competencia justa entre atletas con diferentes discapacidades. El proceso de evaluación involucra a un panel de expertos médicos y técnicos, incluidos médicos, fisioterapeutas y científicos del deporte, que evalúan cómo la discapacidad de un atleta afecta su rendimiento en tareas específicas e integrales para su deporte. El proceso de clasificación es riguroso, con atletas que se someten a evaluaciones físicas y observaciones de rendimiento antes de que se les asigne una clase deportiva. Cabe destacar que las clasificaciones pueden evolucionar con el tiempo, reflejando cambios en la condición médica de un atleta. Las clasificaciones de los atletas se indican con letras que corresponden a sus respectivos deportes, seguidas de números que indican el nivel de discapacidad. Por ejemplo, en natación, "S" significa estilos como mariposa y libre, mientras que los números varían del 1 al 10 para discapacidades físicas, y del 11 al 14 para discapacidades visuales e intelectuales. Deportes como el baloncesto en silla de ruedas utilizan un sistema de puntos donde a los jugadores se les asignan puntos en función de sus discapacidades, limitando el total permitido en la cancha para mantener la equidad. La integridad del sistema de clasificación es primordial, y las violaciones pueden tener consecuencias graves. Casos de "dopaje de clasificación", donde los atletas tergiversan sus discapacidades, han llevado a escándalos significativos en el pasado. Notablemente, el equipo masculino de baloncesto de España enfrentó críticas después de que varios jugadores afirmaran falsamente tener discapacidades intelectuales para asegurar el oro en los Juegos Paralímpicos de Sídney 2000. De manera similar, el lanzador de disco indio Vinod Kumar fue suspendido durante dos años después de tergiversar su discapacidad en los Juegos de Tokio 2020. En respuesta a tales controversias, el CPI ha llevado a cabo una revisión de tres años de su código de clasificación, resultando en nuevas medidas destinadas a mantener los estándares de integridad de la clasificación. Aunque estos cambios se implementarán en enero de 2025, el código existente seguirá en vigor para los próximos Juegos Paralímpicos de París 2024. A medida que el mundo dirige su atención a París, el intrincado sistema de clasificación jugará un papel crucial en dar forma a la competencia, permitiendo a los atletas mostrar sus talentos extraordinarios mientras se asegura un campo de juego justo. La combinación de atletismo, resiliencia y determinación brillará sin duda, proporcionando un poderoso recordatorio del espíritu indomable que define el movimiento paralímpico.