Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Sven-Goran Eriksson, el entrenador de fútbol sueco cuya calma y espíritu positivo dejaron una huella indeleble en el deporte, falleció a la edad de 76 años, lo que provocó una oleada de tributos de aquellos que lo conocieron tanto personal como profesionalmente. Su enfoque en la gestión de equipos, incluida la selección nacional de Inglaterra, se caracterizó no solo por su agudeza estratégica, sino también por una gracia que le ganó el cariño de muchos en el a menudo duro ámbito del fútbol. El momento crucial de Eriksson en el fútbol inglés comenzó en 2001, cuando se convirtió en el primer entrenador extranjero de la selección nacional. Su nombramiento fue recibido con escepticismo y críticas, ya que muchos cuestionaron la decisión de nombrar a un no inglés para un papel tan prestigioso. Sin embargo, la gestión de Eriksson rápidamente silenció a sus detractores al llevar a Inglaterra a éxitos memorables, incluida una impresionante victoria por 5-1 sobre Alemania. Su liderazgo durante este período subrayó su creencia de que el fútbol trascendía la nacionalidad, resonando con los sentimientos que habían impulsado a Suecia bajo un entrenador inglés durante su propia carrera en la Copa del Mundo en 1958. En el fútbol de clubes, la etapa de Eriksson en el Manchester City en 2007 estuvo marcada no solo por sus decisiones tácticas, sino también por la locura mediática que rodeaba su vida privada. Su elección de quedarse en un hotel en lugar de una residencia personal se convirtió en alimento para los tabloides, ilustrando la naturaleza a menudo intrusiva del escrutinio público al que se enfrentan las figuras de alto perfil. Un incidente particularmente embarazoso, en el que los paparazzi identificaron erróneamente a su hija como un interés romántico, mostró tanto la absurdidad de las narrativas mediáticas como la notable capacidad de Eriksson para manejar crisis personales con compostura. En lugar de dejarse llevar por la ira, eligió la amabilidad, saludando a los periodistas con una sonrisa y un apretón de manos tras expresar su descontento con la cobertura. A pesar de los desafíos que enfrentó, Eriksson nunca fue una persona que se dejara pisotear. Su resiliencia fue evidente cuando se mantuvo firme ante las vehementes objeciones de Sir Alex Ferguson sobre la participación de Wayne Rooney en la Copa del Mundo de 2006. Eriksson mantuvo su posición, mostrando una determinación firme que contradijo su amable comportamiento. Su trayectoria profesional abarcó décadas, durante las cuales acumuló 18 trofeos en diversas ligas y países, demostrando una versatilidad que lo convirtió en una figura respetada en el deporte. Mientras luchaba contra un cáncer de páncreas, Eriksson siguió siendo un faro de positividad, eligiendo reflexionar sobre su vida y impartir sabiduría en lugar de sucumbir a la desesperación. Su mensaje de despedida, grabado poco antes de su fallecimiento, resonó profundamente en la comunidad futbolística y más allá. Articuló una perspectiva sobre la vida que abrazaba la gratitud y la aceptación, instando a otros a no llorar, sino a celebrar la vida. “Tuve una buena vida”, declaró, animando a los que quedaron atrás a apreciar sus experiencias y vivir plenamente. Las contribuciones de Eriksson al fútbol se extendieron más allá de las tácticas y estrategias de partido; fomentó un sentido de camaradería y respeto en un deporte a menudo marcado por la competencia despiadada. Su capacidad única para navegar las complejidades de la gestión futbolística mientras mantenía su integridad y calidez aseguró que sería recordado no solo como un entrenador, sino como una figura apreciada que trajo humanidad al deporte. En un mundo donde las presiones del éxito a menudo pueden eclipsar la compasión, el legado de Eriksson sirve como recordatorio de que la amabilidad y la dignidad pueden coexistir con la competitividad y la ambición.