Antonio Rizola asume el reto de revitalizar el vóley peruano Sub 17 ante Japón

Antonio Rizola asume el reto de revitalizar el vóley peruano Sub 17 ante Japón

Antonio Rizola asume la selección Sub 17 de vóley de Perú, generando esperanza al enfrentar a Japón en el Mundial. Su enfoque es clave para el futuro del equipo.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

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La llegada del técnico brasileño Antonio Rizola al comando de la selección nacional de vóley Sub 17 de Perú ha despertado un renovado interés y esperanza en un deporte que, a pesar de su rica historia, ha atravesado momentos de crisis. Rizola, con una trayectoria destacada en Colombia, donde logró clasificaciones y medallas significativas, se enfrenta a un reto monumental: transformar un equipo joven y con potencial en un contendiente sólido a nivel internacional. Su primer examen será esta noche, cuando el equipo peruano se enfrente a Japón en busca de un lugar en las semifinales del Mundial Sub 17. La historia del vóley peruano no es nueva, y su evolución ha estado marcada por influencias extranjeras que han dejado una huella indeleble en el deporte. Desde la llegada del japonés Akira Kato en los años 60, hasta la dirección de Man Bok Park, surcoreano que siguió el legado, el país ha visto cómo la dedicación y el enfoque en la técnica han sido cruciales para desarrollar talentos. Rizola, que se unió a esta tradición, ha llegado en un momento en que el vóley peruano necesita una inyección de energía y un cambio de mentalidad. El técnico ha insistido en que su objetivo inmediato no se trata solo de resultados en el corto plazo, sino de sembrar una cultura de aprendizaje y crecimiento. En su primera conversación con el equipo, subrayó la importancia del trabajo en equipo y el compromiso con el proceso. "Hoy se siembra", fue su mensaje claro, enfatizando que los frutos de su labor no se verán de la noche a la mañana. Esta perspectiva ha resonado profundamente con las jóvenes jugadoras, quienes se encuentran en una etapa formativa y deben construir no solo habilidades técnicas, sino también una mentalidad resiliente. La preparación de Rizola ha sido meticulosa. Su análisis de las cualidades del vóley peruano ha llevado a un enfoque en la técnica y la defensa, en lugar de apoyarse únicamente en la altura física, que no es la mayor fortaleza del equipo. Esta estrategia busca maximizar las habilidades individuales y colectivas, un enfoque que ha sido respaldado por su equipo técnico, que se ha encargado de monitorear cada movimiento y gesto en la cancha. Las críticas constructivas se han vuelto una herramienta fundamental para el crecimiento del equipo, y eso ha quedado claro en los entrenamientos y partidos preparatorios. El impacto de Rizola se ha sentido desde el primer día, no solo en la cancha, sino también en la mentalidad de las jugadoras. Su enfoque directo ha sido bien recibido por un grupo que busca no solo competir, sino también dejar una marca en la historia del vóley peruano. A medida que avanzan en el torneo, las jóvenes jugadoras han empezado a entender que cada punto cuenta, no solo para su progreso individual, sino para el renacer de un deporte que una vez brilló con fuerza en el continente. Asimismo, la capitana del equipo, Ariana Vásquez, ha asumido un papel de liderazgo, transmitiendo la importancia de jugar con diversión, responsabilidad y garra. Su capacidad para inspirar a sus compañeras ha sido fundamental en este proceso de reconstrucción. A medida que las jugadoras se enfrentan a oponentes de gran calibre como Japón, su unidad y determinación serán clave para demostrar que el vóley peruano puede volver a ser un referente en Sudamérica. La afición también ha respondido con entusiasmo, llenando el Coliseo Dibós y brindando un apoyo incondicional al equipo. Este respaldo ha creado un ambiente de celebración, donde cada acción en la cancha se convierte en un motivo de orgullo colectivo. Las historias personales de las jugadoras, como la de Galilea Fuentes, que grita al mundo sus raíces cusqueñas, han resonado en un país que busca motivos para celebrar y unirse en torno a logros deportivos. A medida que se acerca el duelo contra Japón, la expectativa es palpable. Este partido no solo representa una oportunidad para avanzar en el torneo, sino también para demostrar que, a pesar de los desafíos, el vóley peruano está en un camino de revitalización. La luz que Rizola ha encendido en el equipo es un símbolo de esperanza, no solo para las jugadoras, sino para todos aquellos que han seguido de cerca la evolución del deporte en el país. Aunque los resultados concretos aún están por verse, lo cierto es que el trabajo de Rizola ha comenzado a dar frutos. Las jóvenes peruanas están aprendiendo a competir en la elite, y esa experiencia será invaluable en su futuro. Con cada partido, se siembra la semilla de una nueva generación de talentos que, con el tiempo, podrían llevar al vóley peruano a nuevas alturas. La historia de Rizola con esta selección apenas comienza, y lo que se construya en los próximos años será crucial para la revitalización del vóley en el país.

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