Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En medio de la euforia y el orgullo que generan los logros deportivos de los peruanos en los Juegos Olímpicos de París 2024, surge una crítica que no se puede pasar por alto: el escaso apoyo del Estado a sus atletas. A pesar de que el éxito de estos deportistas es motivo de celebración, es fundamental reflexionar sobre las condiciones en las que alcanzan sus metas y las limitaciones a las que se enfrentan. El caso de Stefano Peschiera, quien se alzó como medallista, es emblemático. Aunque logró un gran resultado, su historia también revela que debió asumir parte de sus gastos. Esta situación no es única, ya que otros atletas como Alonso Correa y Mary Luz Andía también han manifestado las dificultades que enfrentan debido a la falta de apoyo financiero adecuado por parte de sus federaciones y del Instituto Peruano del Deporte (IPD). Mary Luz Andía, quien alcanzó el decimosegundo lugar en su competencia, destacó que su logro fue alcanzado "a pesar de no haber contado con el apoyo del IPD". Este tipo de declaraciones son una llamada de atención sobre la necesidad de un sistema más robusto que respalde a los deportistas a lo largo de su trayectoria, no solo en momentos previos a eventos olímpicos, sino como parte de un plan sostenido que les permita desarrollar su potencial. Por otro lado, el testimonio de Kimberly García, beneficiaria del programa París 2024 del IPD, también pone de manifiesto la disparidad en el apoyo que reciben los atletas. Aunque ha sido respaldada, la falta de estabilidad económica sigue siendo un obstáculo; una situación que debería ser una prioridad para las autoridades si realmente se desea potenciar el deporte a nivel nacional. El surfista Alonso Correa también se enfrenta a un dilema similar, ya que su federación no pudo cubrir el costo de las tablas hawaianas necesarias para su entrenamiento. Estos ejemplos indican que, aunque algunos atletas reciben algún tipo de apoyo, hay otros que simplemente quedan desprotegidos, lo que limita su capacidad de competir en igualdad de condiciones. Los triunfos de estos atletas, entonces, no son simplemente el reflejo de su esfuerzo individual, sino también de una estructura que necesita ser reformada. La realidad es que los éxitos alcanzados en París son victorias personales y no una victoria colectiva del Perú. Queda claro que la falta de un apoyo integral y sostenido al deporte en el país es un factor que no se puede ignorar. El sentimiento de orgullo que muchos peruanos experimentan ante los logros de sus compatriotas es genuino, pero no debe enmascarar las deficiencias en el sistema deportivo nacional. La victoria de Peschiera es un motivo de alegría, pero también es una oportunidad para exigir un cambio y una inversión más ambiciosa en el deporte peruano, que permita a los atletas competir en las mejores condiciones. Es fundamental que el Estado se responsabilice y diseñe un plan adecuado para cada disciplina, que contemple no solo el apoyo financiero, sino también la formación y la infraestructura necesaria para que los atletas puedan desarrollar plenamente sus habilidades. Sin ello, cada triunfo seguirá siendo un reflejo de la tenacidad individual, en lugar de un logro colectivo. En definitiva, la celebración de las victorias en París debería ir acompañada de una reflexión crítica sobre cómo se apoya a los atletas en el Perú. Alabamos a Stefano Peschiera y a todos aquellos que han llevado en alto el nombre del país, pero no debemos olvidar que su éxito es, en gran medida, un triunfo en medio de la adversidad en la que se encuentran. La responsabilidad de mejorar esta situación recae en todos nosotros, y especialmente en aquellos que tienen el poder de implementar cambios significativos en el ámbito del deporte nacional.