Juan Brignardello Vela
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La llegada de Mariano Soso a la dirección técnica de Alianza Lima prometía un nuevo aire para un equipo que, tras varias jornadas de juego mediocre, buscaba recuperar su esencia competitiva. Sin embargo, el debut del argentino no fue el esperado, y los hinchas dejaron el estadio Alejandro Villanueva con sensaciones de frustración tras un empate sin goles ante ADT. Este resultado no solo refleja el mal desempeño del equipo, sino también la falta de tiempo que Soso tuvo para implementar cambios significativos en un plantel que ha mostrado desconexión y falta de intensidad a lo largo de la temporada. En los primeros compases del encuentro, el equipo mostró destellos de lo que podría ser un revulsivo bajo la mirada de Soso, generando hasta tres ocasiones claras de gol en los primeros veinte minutos. Sin embargo, a medida que transcurrió el partido, la ilusión se desvaneció y las carencias del conjunto blanquiazul volvieron a salir a la luz. La ansiedad y la impaciencia en las gradas se hicieron palpables, especialmente al considerar que rivales directos como Sporting Cristal y Universitario podrían aprovechar la oportunidad para arrebatarle la cima del Clausura si logran sumar de a tres en sus respectivos encuentros. Mariano Soso, a diferencia de sus antecesores, mostró una actitud enérgica y proactiva desde la línea de banda, gesticulando constantemente y pidiendo más agresividad a sus jugadores. Sin embargo, esta intensidad no se tradujo en un cambio evidente en el rendimiento del equipo. El sistema que eligió, un 3-5-2, fue el mismo que se había utilizado anteriormente, lo que indica que su prioridad en este primer partido fue conocer a sus dirigidos más que implementar un nuevo estilo de juego. Esta falta de adaptación generó la sensación de que la plantilla aún está en una fase de experimentación. Una de las grandes preocupaciones que se evidenció durante el partido fue la falta de conexión entre los mediocampistas y los delanteros. Sebastián Rodríguez, una figura clave en la creación de juego, se mostró ineficaz y perdió el balón en 25 ocasiones, lo que afectó considerablemente el desarrollo del juego. El rol que tradicionalmente ocupaba no fue bien reemplazado, lo que obligó a Hernán Barcos a retroceder para intentar crear situaciones ofensivas. Esto, a su vez, debilitó la presencia del atacante en el área rival, lo que resultó en un juego predecible y sin chispa. La incorporación de nuevos jugadores, como Jhamir D'Arrigo y Neira, buscó dar mayor dinamismo al ataque, pero también dejó expuestas las espaldas del equipo. Los cambios realizados no lograron transformar el juego, y las ocasiones de gol que se generaron fueron insuficientes para marcar la diferencia. A pesar de que el equipo terminó jugando con tres delanteros, la falta de cohesión y precisión en los pases se tradujo en una serie de errores, como el descenso en el rendimiento de jugadores que suelen ser pilares del equipo. El resultado deja a Alianza Lima en una situación crítica en la tabla de posiciones, especialmente considerando que la próxima jornada enfrentará a rivales directos por la lucha del título. Si Cristal y Universitario logran ganar, el equipo íntimo podría perder la cima del Clausura, lo que aumentaría la presión sobre un Soso que todavía busca encontrar el equilibrio adecuado en su escuadra. La temporada está lejos de ser un paseo y cada partido es crucial para las aspiraciones del club. El ambiente en Matute, tradicionalmente caldeado por la pasión de los hinchas, se ha tornado más tenso. La expectativa de un nuevo comienzo se ha visto empañada por la realidad de un equipo que sigue sin encontrar su rumbo. La hinchada aliancista, que sueña con títulos y buenos juegos, exige respuestas rápidas. Mientras Soso intenta establecer su filosofía de juego, el tiempo juega en contra, y el margen de error es mínimo en un torneo tan competitivo. A medida que la temporada avanza, todos los ojos estarán puestos en cómo responderá Alianza Lima ante la adversidad. Soso deberá acelerar el proceso de integración de su propuesta táctica y, más importante aún, recuperar la confianza de jugadores que han sido clave en el pasado pero que ahora parecen perdidos en el campo. Con las próximas jornadas marcadas por duelos decisivos, el futuro del equipo en el Clausura podría depender de su capacidad para adaptarse rápidamente y revertir la situación actual. El desafío no se limita solo a mejorar el rendimiento, sino también a enfrentar a sus principales rivales. Alianza Lima ha tenido un historial negativo en sus enfrentamientos directos con Universitario y Cristal esta temporada, y Soso sabe que no puede permitirse otra derrota. El camino hacia el éxito es arduo, pero si hay algo que los hinchas esperan de su equipo es que no se resignen y busquen revertir la situación con determinación y entrega. El futuro inmediato de Alianza Lima está lleno de desafíos. Con Soso al mando, la esperanza de un resurgimiento está latente, pero las acciones deben hablar más que las palabras. Cada partido será una prueba de fuego, y el tiempo se agota para que el técnico y su equipo encuentren la fórmula para recuperar el prestigio de uno de los clubes más grandes del fútbol peruano.