El Breaking debuta en París 2024: emoción y controversia en el deporte olímpico

El Breaking debuta en París 2024: emoción y controversia en el deporte olímpico

El debut del Breaking en París 2024 genera debate sobre su inclusión en los Juegos Olímpicos, fusionando arte y competición deportiva.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Deportes

El debut del Breaking en los Juegos Olímpicos de París 2024 ha generado una mezcla de emoción y controversia entre los amantes del deporte y la cultura urbana. Este estilo de baile, conocido comúnmente como break dance, no solo representa una expresión artística, sino que ahora se enfrenta a la rigurosa evaluación de ser considerado un deporte olímpico. En medio de esta transformación, se presentan argumentos a favor y en contra de su inclusión, revelando un debate que va más allá de la simple competencia. Originario de la década de los 70 en el Bronx, Nueva York, el Breaking ha evolucionado desde sus humildes comienzos en fiestas de barrio hasta convertirse en una disciplina que capta la atención de millones. Con movimientos acrobáticos y un estilo característico que combina danza, música y habilidad atlética, el Breaking ha logrado consolidar su lugar en la cultura hip-hop y, ahora, en el escenario olímpico. Sin embargo, su inclusión ha sido recibida con críticas de aquellos que creen que no debería formar parte de un evento que tradicionalmente ha celebrado deportes más convencionales. Los detractores del Breaking argumentan que, aunque este estilo de baile requiera una considerable preparación y técnica, no se puede comparar con disciplinas que han sido parte del programa olímpico durante décadas. Se cuestiona si el Breaking puede ser evaluado con el mismo rigor que una carrera de velocidad o una competencia de gimnasia, donde los criterios de éxito son claramente definibles y medibles. Este debate pone de relieve las tensiones entre la tradición y la innovación en el ámbito deportivo. Por otro lado, defensores como Rachel Gunn, una académica y experimentada bailarina, abogan fervientemente por el Breaking. Gunn, que ha dedicado su vida al estudio y la práctica de esta disciplina, destaca la complejidad física y mental que implica el Breaking. Para ella, este deporte trae consigo un nuevo nivel de emoción y dinamismo que merece ser celebrado en una plataforma como los Juegos Olímpicos. Su perspectiva resuena con muchos en la comunidad del Breaking, quienes ven en los Juegos una oportunidad para mostrar su arte y técnica a un público global. La experiencia de Gunn en estos Juegos Olímpicos, aunque no culminó en victorias, fue para ella un momento de orgullo y satisfacción. "Es un privilegio tener esta oportunidad", comentó, enfatizando que la creatividad y la originalidad son componentes fundamentales de su danza. A pesar de no haber obtenido triunfos, su participación representa un paso hacia el reconocimiento y la validación de un estilo de vida que ha sido estigmatizado por años. Sin embargo, el futuro del Breaking en el ámbito olímpico se presenta incierto. La omisión de esta disciplina en el programa de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028 pone en entredicho su continuidad en el evento. Esta decisión podría reflejar no solo la resistencia al cambio dentro del Comité Olímpico Internacional, sino también una falta de comprensión de la profundidad cultural y el valor atlético del Breaking. La inclusión del Breaking en París 2024 también plantea preguntas sobre cómo se definirán y evaluarán las distintas disciplinas en el futuro. A medida que el mundo del deporte evoluciona, el desafío radica en aceptar y valorar nuevas formas de competencia que, aunque diferentes, también pueden exhibir un alto nivel de destreza y dedicación. La línea entre el arte y el deporte se torna cada vez más difusa, y el Breaking podría ser un catalizador para redefinir esa frontera. Lo que queda claro es que el Breaking no es solo un fenómeno de moda; es un movimiento cultural que ha encontrado su voz en el escenario deportivo. A medida que más jóvenes se involucran en esta forma de expresión, se espera que el debate sobre su lugar en los Juegos Olímpicos continúe, desafiando normas y abriendo nuevas puertas. La historia del Breaking está lejos de concluir, y su impacto en el mundo del deporte seguirá resonando mucho después de la última nota musical en París. En conclusión, el debut del Breaking en los Juegos Olímpicos representa un hito significativo para la danza y el deporte, pero también revela las complejidades de la aceptación cultural y el reconocimiento. A medida que el mundo evoluciona, será fascinante observar cómo se integra este nuevo deporte en la narrativa olímpica y cómo influye en las generaciones futuras, tanto dentro como fuera de la pista.

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