Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La reciente proeza de Stefano Peschiera al alcanzar la medalla de bronce en vela ha desatado una oleada de emoción y esperanza en el Perú, un país que no veía a un atleta en el podio olímpico desde hace más de tres décadas. Este triunfo no solo es un motivo de orgullo, sino que también pone de manifiesto las condiciones adversas que enfrentan nuestros deportistas. Peschiera se ha convertido en un símbolo de perseverancia, representando el esfuerzo de una generación de atletas que, en su mayoría, han tenido que forjarse a sí mismos en un entorno que no siempre apoya el deporte de élite. A lo largo de estas dos semanas de competencias en los Juegos Olímpicos de París 2024, hemos conocido de cerca las historias de los atletas peruanos, quienes han demostrado que, a pesar de las dificultades, son capaces de lograr hazañas extraordinarias. Entre ellos, María Belén Bazo y Alonso Correa, que quedaron a un paso del podio en windsurf y surf, respectivamente, han mostrado que el talento peruano está presente, aunque muchas veces se ve limitado por la falta de recursos y apoyo institucional. Las dificultades que enfrentan nuestros deportistas no son una novedad. La historia de Bazo, que recurrió a plataformas digitales para conseguir financiamiento, y la de Correa, cuyo entrenador reveló que no contaba con auspicios hasta hace poco, son solo dos ejemplos de una realidad que necesita cambiar. Esta situación resalta la importancia de un apoyo más sólido y sistemático por parte del Estado y del sector privado, que debe involucrarse activamente en la promoción del deporte en el país. A su vez, las actuaciones de Evelyn Inga y Mary Luz Andía en la competencia de marcha subrayan lo que los atletas peruanos pueden lograr a pesar de los obstáculos. Inga, que alcanzó el octavo lugar lidió no solo contra el cronómetro, sino también contra un hipotiroidismo que podría haber limitado su rendimiento. Andía, por su parte, nos recuerda que el apoyo a los deportistas no debería depender de circunstancias externas y que es fundamental mantener un compromiso constante con su desarrollo. No podemos dejar de mencionar a Kimberly García y César Rodríguez, quienes también se destacaron en la marcha de relevos, finalizando cuartos y a solo 18 segundos del podio. Cada uno de estos atletas, independientemente de su rango final, ha demostrado que ya son ganadores por el simple hecho de haber alcanzado la cumbre del deporte mundial. Su esfuerzo y dedicación merecen ser reconocidos y celebrados. El desafío que se presenta ahora es cómo retribuir a estos atletas por sus sacrificios. La respuesta radica en crear un entorno propicio para el desarrollo del deporte en el Perú. Esto implica no solo la generación de recursos, sino también el establecimiento de una cultura que valore y promueva el deporte en todos los niveles. Es esencial que el gobierno, las empresas y la sociedad en su conjunto se comprometan a trabajar juntos en esta dirección. Los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos de Lima 2019 sirvieron como un catalizador de la pasión por el deporte en el país. La esperanza es que los Juegos de 2027 continúen con esta tendencia y se conviertan en una oportunidad para reinvigorizar el compromiso con el deporte en el Perú. No se trata únicamente de acumular medallas, sino de cultivar valores que beneficien a nuestra sociedad, como la disciplina, el trabajo en equipo y la resiliencia. En última instancia, el futuro del deporte peruano no debe depender de la suerte o del talento individual de unos pocos. Necesitamos historias que reflejen el triunfo colectivo de un país que se une en pos de un objetivo común: el desarrollo de un sistema deportivo estructurado y efectivo que brinde a nuestros jóvenes las oportunidades que merecen. Por eso, al mirar hacia el futuro, es fundamental que las historias de nuestros atletas olímpicos se conviertan en relatos de superación compartida. Agradecemos a nuestros deportistas por su dedicación y esfuerzo, y esperamos que su legado inspire a nuevas generaciones a seguir sus pasos, en un entorno que los apoye y fomente su crecimiento.