Jim Leyland homenajeado en Comerica Park: Un emotivo tributo a una leyenda del béisbol.

Jim Leyland homenajeado en Comerica Park: Un emotivo tributo a una leyenda del béisbol.

La ceremonia de jubilación de Jim Leyland honró su impacto en el béisbol, con emotivos tributos, participación de los aficionados y la retirada de su número 10.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

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La ceremonia de jubilación de Jim Leyland en el Comerica Park el sábado fue un tributo conmovedor a un hombre cuyo impacto en el béisbol y su comunidad trasciende las estadísticas y los reconocimientos. A medida que los aficionados llenaban las gradas, muchos llevaban réplicas de las icónicas gafas de sol de Leyland y bigotes adhesivos, canalizando la presencia del manager del Salón de la Fama en un homenaje juguetón. Leyland, conocido por su actitud sencilla y su conexión genuina con los aficionados, se rió al notar: "Por supuesto que algunos chicos tenían que fumar un cigarrillo", refiriéndose a su bien documentada afinidad por el hábito. La ceremonia marcó un hito significativo, ya que los Detroit Tigers retiraron oficialmente el número 10 de Leyland, pintando su nombre y número en la pared de ladrillos más allá del jardín derecho, un tributo apropiado a un hombre que llevó a los Tigers a dos banderines de la Liga Americana y a un título de la Serie Mundial con los Marlins. El viaje de Leyland, desde ser hijo de un trabajador de fábrica hasta convertirse en una figura venerada en el béisbol, es un testimonio de su conexión con el hombre común, una cualidad que resonó a lo largo de su breve pero emotivo discurso. Reflexionando sobre el momento en que recibió la noticia de que su número sería retirado, Leyland compartió que estaba en un LA Fitness en Pittsburgh, dejado en shock por la llamada del propietario de los Tigers, Chris Ilitch. "Estaba allí parado", recordó Leyland, con un peso emocional evidente en su voz. Este sentimiento se mantuvo en su discurso, donde reconoció con lágrimas en los ojos a los aficionados que lo habían apoyado a lo largo de su carrera. "¿Dónde estaríamos sin ellos? No tenemos nada", enfatizó, recordando los estadios vacíos de la pandemia de COVID-19 y el profundo impacto del apoyo inquebrantable de los aficionados. Las experiencias de vida de Leyland, desde trabajar en empleos temporales durante la temporada baja hasta dirigir cuatro equipos de las grandes ligas, le han inculcado profundamente una apreciación por la persona común. Habló con franqueza sobre esto, recordando sus propios comienzos humildes y el arduo trabajo que los aficionados invierten en asistir a los juegos. "Yo era uno de esos chicos", dijo, destacando su conexión con las personas que llenan las gradas, a menudo después de largas jornadas laborales. Entre aquellos que honraron a Leyland estaban exjugadores que compartieron sus experiencias sobre su mentoría. Justin Verlander, quien alcanzó la prominencia bajo la guía de Leyland, expresó su profunda gratitud por los desafíos que Leyland le presentó, desafíos que, en última instancia, dieron forma a su carrera. "No puedo llamar a ningún otro manager 'Capitán' ya", comentó Verlander, enfatizando la influencia única de Leyland en la vida de aquellos a quienes entrenó. El legado de Leyland no se trata solo de las victorias y derrotas; se trata de las relaciones que construyó y el respeto que ganó. Como asistente especial de los Tigers, sigue siendo un recurso valioso para el liderazgo actual, incluido el manager A.J. Hinch, quien expresó admiración por la capacidad de Leyland para elevar a quienes lo rodean. Al concluir la ceremonia, Leyland se tomó un momento para agradecer a los jugadores que estuvieron presentes como testigos de esta ocasión histórica. Con una sonrisa y su característica franqueza, les dejó un llamado a la acción: "Vayan y consigan una maldita victoria". Esta mezcla de sinceridad y motivación animada encapsula la esencia de Jim Leyland, un amante del béisbol cuyo toque humano ha dejado una marca indeleble en el deporte y su comunidad, asegurando que su legado perdurará por generaciones.

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