Reacciones de la izquierda peruana ante elecciones en Venezuela reflejan inmadurez política

Reacciones de la izquierda peruana ante elecciones en Venezuela reflejan inmadurez política

La elección en Venezuela y el apoyo de políticos peruanos a Maduro reflejan la falta de principios y madurez de la izquierda en Perú.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política

La reciente elección presidencial en Venezuela ha desatado un torrente de reacciones que evidencian la inmadurez y la falta de principios de la izquierda peruana. El resultado de estos comicios, rodeado de irregularidades y cuestionamientos a la transparencia del proceso, ha sido lamentablemente acogido por algunos políticos peruanos con una ciega aprobación que resulta preocupante. Este fenómeno no solo pone en entredicho su compromiso con los valores democráticos, sino que también refleja la incapacidad de la izquierda para criticar a regímenes autoritarios cuando estos comparten su ideología. Las elecciones del pasado domingo, en las que Nicolás Maduro fue declarado como ganador sin contar con el respaldo de observadores independientes reconocidos, han reavivado las protestas en un país que ha sido escenario de violaciones a los derechos humanos en múltiples ocasiones. La comunidad internacional, así como diversas organizaciones de derechos humanos, han exigido un recuento de votos transparente, algo que el régimen chavista parece estar decidido a evitar. En este contexto, la reacción de ciertos sectores de la política peruana resulta desconcertante. Un grupo de congresistas de Perú, entre los que destacan Flavio Cruz, María Agüero y Kelly Portalatino, se ha apresurado a declarar la validez del proceso electoral en Venezuela, aplaudiendo lo que muchos consideran un fraude monumental. Este comportamiento no es solo irresponsable, sino que también expone una complicidad inquietante con un régimen que ha demostrado ser un violador sistemático de los derechos humanos. La actuación de estos políticos, quienes viajaron a Venezuela como "observadores", muestra cómo algunos se convierten en útiles del sistema, dispuestos a darle legitimidad a un proceso que claramente carece de ella. El hecho de que estos congresistas no solo apoyen, sino que también intenten validar el resultado de las elecciones, es un claro indicativo de una falta de discernimiento político que podría tener repercusiones en la percepción pública de la izquierda. La falta de crítica hacia el chavismo y su negativa a distanciarse de un régimen que ha llevado a su país a la ruina moral y económica es, sin duda, un signo de inmadurez política. La situación es aún más alarmante cuando se observa que figuras como Vladimir Cerrón, líder del partido Perú Libre, celebran la victoria de Maduro desde la clandestinidad. Esta actitud revela una lealtad a la ideología por encima de la ética y de los derechos humanos, una tendencia que se ha perpetuado en la historia de varias corrientes de la izquierda latinoamericana. La incapacidad de algunos líderes de condenar abiertamente la dictadura chavista refleja una continuidad en la adoración por tiranos que, en el pasado, se evidenció con figuras como Fidel Castro. Por otro lado, las reacciones más cautas de otros representantes de la izquierda, como Verónika Mendoza, también resultan reprochables. Su retórica ambigua y su incapacidad para condenar de manera firme al régimen de Maduro demuestran que, a pesar de los abusos y la represión, la cohesión ideológica prevalece sobre la defensa de la democracia. Este silencio selectivo y su intento de colocar a la oposición venezolana al mismo nivel que el régimen de Maduro son indicativos de una falta de principios que es difícil de ignorar. El caso de los legisladores Roberto Sánchez y Sigrid Bazán también es revelador. Su silencio respecto a la situación venezolana se hace aún más notorio considerando que solo presentan su defensa de la democracia cuando se trata de regímenes que no comparten su ideología. Este doble rasero es preocupante y pone en tela de juicio su verdadera convicción en la defensa de los derechos humanos y de los procesos democráticos. En última instancia, lo que ocurre en Venezuela es un espejo que refleja las fallas de la izquierda peruana. La incapacidad para distanciarse de regímenes autoritarios que comparten su visión política sugiere que el camino hacia una madurez política sigue siendo largo y tortuoso. La historia nos ha enseñado que la complicidad con dictaduras puede no solo destruir un capital político, sino que también puede llevar a la desilusión de los votantes. Es fundamental que los ciudadanos peruanos no olviden esta lección. La elección de líderes que realmente defiendan los valores democráticos y los derechos humanos es crucial en un contexto donde el autoritarismo sigue amenazando la libertad. La postura de algunos políticos peruanos ante la situación en Venezuela debe ser un recordatorio de que la ideología no puede ser un pretexto para ignorar la realidad de los abusos de poder. La lucha por la democracia y la justicia social debe ir de la mano con la condena de todo tipo de tiranía, sin excepciones ni justificaciones.

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