Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Kimberly García, marchista peruana de 30 años, se ha convertido en una de las grandes esperanzas de su país para los Juegos Olímpicos de París 2024. Su trayectoria deportiva es asombrosa y está marcada por una serie de condiciones físicas y ambientales que la perfilan no solo como una competidora, sino como una potencial medallista. Desde su infancia en Huancayo, conocida como la 'Ciudad Incontrastable', ha estado rodeada de una cultura vinculada al deporte, donde muchos de sus familiares han practicado la marcha, aunque en formas más aficionadas. Uno de los factores que se destacan en la carrera de García es su biotipo. Según Christian De La Torre, director de la carrera de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la Universidad San Ignacio de Loyola (USIL), el perfil ideal de una marchista femenina oscila entre 1.50 y 1.65 metros de altura y un peso de entre 51 y 65 kilogramos. Con su estatura de 1.64 metros, Kimberly se ajusta perfectamente a este perfil y presenta características anatómicas que favorecen su rendimiento en la competencia. La altitud de Huancayo, donde la presión atmosférica es menor, también ha jugado un papel crucial en su desarrollo físico. La adaptación de su cuerpo a este entorno ha aumentado su capacidad de resistencia, otorgándole ventajas sobre competidoras que provienen de regiones con menor altitud. Este aspecto incluso se ha considerado como un componente genético, lo que refuerza la singularidad de su preparación. Por otro lado, la longitud de sus piernas y la definición muscular son aspectos que el jefe del laboratorio de biomecánica de USIL, Diomedes García, ha observado con atención. Estos atributos no solo son el resultado de su entrenamiento constante, sino que también le permiten un mejor ciclo de marcha y un tiempo de contacto optimizado durante la carrera. Estas características mecánicas son fundamentales en una disciplina donde cada milésima de segundo cuenta. A pesar de su talento natural, el camino hacia la élite del atletismo no ha sido sencillo. Tras una lesión en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, Kimberly consideró retirarse del deporte profesional. Sin embargo, el apoyo incondicional de su familia y la intervención de especialistas la alentaron a seguir adelante. Este respaldo emocional y profesional ha sido vital en su continuo crecimiento como marchista. Desde su incorporación al entrenamiento de Andrés Chocho, un reconocido marchista y estratega ecuatoriano, sus tiempos han mejorado notablemente. Chocho ha implementado nuevas técnicas y enfoques que han permitido a García alcanzar su mejor versión. Esta evolución es evidente en sus resultados, que se han traducido en marcas más competitivas en el ámbito internacional. La preparación de un atleta de alto rendimiento como Kimberly no solo incluye aspectos físicos, sino también mentales. Cada aspecto de su entrenamiento ha sido cuidadosamente planeado, abarcando desde la alimentación adecuada hasta la atención psicológica. La presión de competir a niveles tan altos exige una concentración constante y la capacidad de gestionar momentos de gran tensión. Además, el equipo multidisciplinario que apoya su carrera no debe ser subestimado. Fisioterapeutas, nutricionistas y psicólogos del deporte trabajan en conjunto para asegurar que García esté en las mejores condiciones posibles. Este enfoque integral es la clave para el éxito en un deporte que demanda tanto física como mentalmente. A medida que se acercan los Juegos Olímpicos de París 2024, las expectativas son altas. La comunidad peruana, especialmente en su querido Huancayo, aguarda con esperanza la posibilidad de que Kimberly García rompa una sequía de 32 años sin medallas olímpicas para Perú. Su compromiso y trabajo arduo prometen un desenlace emocionante en la capital francesa, donde se disputará la prueba de 20 kilómetros. En definitiva, Kimberly García no solo representa la lucha personal de una atleta por alcanzar sus sueños, sino también la esperanza de un país que ve en ella una oportunidad de brillar en el escenario deportivo internacional. Su historia es un testimonio de que el talento natural, cuando se complementa con una preparación adecuada y un fuerte apoyo emocional, puede llevar a metas extraordinarias. El 1 de agosto de 2024, el mundo estará atento a cada paso que dé en busca de alcanzar la gloria olímpica.