Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La fermentación de alimentos, una práctica que ha acompañado a la humanidad a lo largo de su historia, está recibiendo un renovado interés en la actualidad debido a sus potenciales beneficios para la salud. Alimentos como el kéfir, kimchi, chucrut y kombucha están en la mira de consumidores y científicos por igual, quienes buscan desentrañar las propiedades nutricionales y los efectos en el microbioma intestinal. Sin embargo, surge la pregunta: ¿son realmente beneficiosos para la salud, o se tratan de productos ultraprocesados que deben ser evitados? Según Gabriel Vinderola, profesor de Microbiología en la Universidad Nacional del Litoral, Argentina, el proceso de fermentación no solo ayuda a la preservación de alimentos, sino que también transforma la biodisponibilidad de sus nutrientes. Este cambio puede resultar en un aumento de compuestos bioactivos que, a su vez, pueden tener efectos positivos en la salud. Sin embargo, a medida que la producción de alimentos fermentados se industrializa, surgen preocupaciones sobre la inclusión de aditivos como sal y azúcar, que pueden convertir estos productos en opciones menos saludables. La producción industrial de alimentos fermentados ha ganado terreno, pero no sin consecuencias. Un estudio reciente del Kings College en Londres reveló que aproximadamente un tercio de los productos fermentados en supermercados del Reino Unido contenían aditivos que los clasifican como ultraprocesados. Esto plantea un dilema para los consumidores que buscan opciones realmente saludables. Por lo tanto, es fundamental evaluar el contenido de estos productos antes de incluirlos en nuestra dieta. Los investigadores han descubierto que la fermentación puede mejorar la salud intestinal al proporcionar microbios beneficiosos que pueden competir con bacterias dañinas. Estos microbios no solo pueden actuar como probióticos, sino que también son capaces de producir moléculas antiinflamatorias y otras sustancias que promueven la salud. No obstante, incluso los productos fermentados sin bacterias vivas aún pueden ofrecer beneficios, ya que los microbios muertos pueden liberar compuestos saludables durante su proceso de producción. Un aspecto interesante sobre la fermentación es su capacidad para reducir compuestos que causan problemas gastrointestinales, como los fodmaps, lo que podría resultar en una mejor digestión para muchas personas. Además, el proceso de fermentación puede contribuir a la eliminación del gluten en ciertos alimentos, una ventaja para quienes padecen enfermedad celíaca. Esto es especialmente relevante en un contexto donde muchos adultos no consumen suficiente fibra, lo que puede llevar a diversos síntomas digestivos. A medida que la ciencia avanza, también lo hace nuestra comprensión de cómo la salud intestinal puede influir en el sistema inmune. La inflamación crónica, que puede ser provocada por un sistema inmune hiperactivo, se ha vinculado a una serie de enfermedades autoinmunes. Vinderola explica que los alimentos fermentados podrían ayudar a entrenar el sistema inmune, permitiendo que distinga mejor entre microorganismos beneficiosos y perjudiciales, lo que a su vez podría reducir el riesgo de enfermedades inflamatorias. Por otro lado, la conexión entre la salud mental y el consumo de alimentos fermentados está comenzando a ser explorada. Un estudio reciente encontró que aquellos que consumen regularmente alimentos fermentados tienen una mayor diversidad bacteriana en sus intestinos, así como puntajes de salud mental más estables. Sin embargo, es importante señalar que estas investigaciones aún están en desarrollo y se requiere más evidencia para validar estas observaciones. La individualización de la dieta también juega un papel clave. Los estudios sugieren que los beneficios de los alimentos fermentados pueden variar según la persona, dependiendo de su historial de consumo y la composición de su microbioma. Por ello, los expertos aconsejan introducir estos alimentos gradualmente en la dieta para observar cómo reacciona el cuerpo. Esto es especialmente válido para quienes nunca han consumido alimentos fermentados, ya que sus intestinos pueden necesitar tiempo para adaptarse. Si bien existen beneficios claros asociados a la fermentación, también hay riesgos. Alimentos fermentados en masa, como algunas kombuchas, pueden contener altos niveles de azúcar y, en ocasiones, pueden ser contaminados por bacterias nocivas, lo que subraya la importancia de la producción segura y controlada. Además, la variabilidad en los perfiles bacterianos de los alimentos fermentados puede dificultar la identificación de aquellos que son más beneficiosos para la salud. En conclusión, la fermentación de alimentos representa una oportunidad emocionante para mejorar la salud, tanto intestinal como general. Sin embargo, es crucial que los consumidores se mantengan informados y seleccionen productos que realmente aporten valor nutricional. A medida que los científicos continúan investigando los mecanismos detrás de estos beneficios, es probable que veamos un enfoque más personalizado en la recomendación de alimentos fermentados, permitiendo a las personas maximizar su salud a través de la dieta. La clave podría estar en la moderación y la educación sobre qué alimentos fermentados son los más adecuados para cada individuo.