Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En medio del debate sobre cómo reforzar a los partidos políticos con miras al año super electoral 2026, diversos actores políticos han alzado su voz en contra de la propuesta del Congreso de eliminar a los movimientos regionales, argumentando que esta estructura alternativa favorece únicamente a los caudillos regionales y locales, obstaculizando la consolidación de una verdadera calidad partidaria en el Perú. La peculiar figura de los movimientos regionales en el país es casi única en Latinoamérica, ya que, en naciones vecinas, predominan candidaturas independientes o alianzas entre partidos y movimientos sociales. En contraste, en el Perú, se ha desarrollado un sistema de competencia fragmentada, donde los partidos disputan poder en cada región con movimientos regionales, cada uno con reglas particulares. A pesar de la percepción de desigualdad en la competencia entre partidos y movimientos, los datos muestran que la balanza no es tan dispar como se podría pensar. Desde el 2002 hasta el 2022, en promedio, los partidos obtuvieron el 43% de las circunscripciones locales, mientras que los movimientos regionales alcanzaron el 44%. Es importante resaltar que, en los últimos tres períodos, la ventaja de los movimientos regionales sobre los partidos se ha reducido a la mitad. En el ámbito provincial, los movimientos regionales mantienen una ventaja más amplia, con un promedio del 50% de las circunscripciones ganadas frente al 38% de los partidos. Sin embargo, al analizar los últimos períodos, se observa una disminución de esta brecha, pasando de 48 a 21 puntos porcentuales de ventaja para los movimientos regionales. Se ha evidenciado que los movimientos regionales han agravado las debilidades de los partidos en las circunscripciones, pues su tiempo de existencia suele ser limitado y están supeditados a la voluntad de un caudillo local, lo cual obstaculiza la democracia interna de un partido. De los 14 movimientos regionales que lograron colocar un gobernador en el 2022, solo uno tiene más de 15 años de creación, lo que sugiere una alta rotación de estas agrupaciones. La eliminación de los movimientos regionales se plantea como una medida necesaria para fortalecer la democracia interna de los partidos e impulsar una mayor transparencia en el proceso político. Esta decisión debería ir de la mano con la implementación de reglas más claras que obliguen a los caudillos a competir dentro de los partidos, donde las elecciones primarias podrían desempeñar un papel fundamental en la selección de candidatos. No obstante, la forma en la que se ha presentado esta propuesta en el Congreso ha generado controversia, al ser incluida dentro de una discusión sobre la reelección, en lugar de abordarla como un tema independiente. La Comisión de Constitución rechazó una propuesta clara de eliminación de los movimientos regionales y optó por elevar la valla de participación en las regiones, lo que ha generado críticas por considerarse un intento de introducir cambios de forma opaca en el proceso electoral. En conclusión, si bien es necesario revisar la presencia de los movimientos regionales en el sistema político peruano, es fundamental que cualquier modificación se realice de manera transparente y consensuada, con el objetivo de fortalecer la institucionalidad democrática y garantizar una competencia equitativa entre los actores políticos. Solo así se podrá avanzar hacia una mayor calidad partidaria y una representación más fiel de los intereses de la ciudadanía en el escenario político nacional.