Descubriendo las desigualdades de género en el tenis: las estrellas hablan, la industria enfrenta escrutinio.

Descubriendo las desigualdades de género en el tenis: las estrellas hablan, la industria enfrenta escrutinio.

La lucha por la igualdad en el tenis se intensifica a medida que jugadoras como Coco Gauff y Ons Jabeur desafían prejuicios y disparidades, exigiendo reconocimiento y un trato justo.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Deportes

El mundo del tenis, durante mucho tiempo considerado un bastión de glamour y competencia, se ha visto envuelto en una batalla contenciosa por la igualdad y el respeto. A medida que estrellas como Coco Gauff y Ons Jabeur levantan sus voces contra los prejuicios y disparidades inherentes que afectan al deporte, se hace cada vez más evidente que el tenis ha defraudado a sus mujeres. Desde las microagresiones insidiosas hasta los evidentes casos de desigualdad estructural, las jugadoras de tenis se ven obligadas a navegar por un paisaje que a menudo parece estar inclinado en su contra. A pesar de su talento y logros notables, mujeres como Gauff y Jabeur se ven relegadas a pistas de práctica inferiores, sometidas a distribuciones desiguales de premios en metálico y marginadas en favor de sus colegas masculinos. El problema del trato desigual se extiende más allá del ámbito de los premios en metálico y las asignaciones de pistas. La programación de los partidos de las mujeres, a menudo eclipsada por los eventos masculinos, envía un claro mensaje de estatus de segunda clase. La larga tradición de celebrar las finales masculinas después de las femeninas en los torneos de Grand Slam perpetúa una jerarquía obsoleta que subvalora las contribuciones de las mujeres al deporte. Incluso en eventos mixtos donde compiten hombres y mujeres, persisten disparidades. Las mujeres a menudo se encuentran jugando más temprano en el día o en escenarios menos prominentes, reforzando la noción de que sus partidos son de menor importancia. Este trato desigual no solo afecta la visibilidad y el reconocimiento de las jugadoras, sino que también perpetúa una narrativa de inferioridad. La cuestión de los sets al mejor de cinco versus al mejor de tres destaca aún más la desigualdad en el campo de juego del tenis. Si bien las mujeres compiten por igualdad en los premios en metálico en los torneos de Grand Slam, a menudo se enfrentan a escrutinio y críticas por jugar menos sets. El argumento de que la igualdad de remuneración debería depender de un trabajo igual no reconoce las barreras sistémicas y los prejuicios que obstaculizan el progreso de las mujeres en el deporte. Más allá del ámbito de la competencia, las jugadoras de tenis enfrentan desafíos relacionados con la infraestructura, la programación y el apoyo. Desde códigos de vestimenta obsoletos hasta disposiciones limitadas para las jugadoras que desean formar familias, el marco del deporte a menudo no está equipado para satisfacer las necesidades de las mujeres. Los recientes cambios en las regulaciones de vestimenta en Wimbledon y las discusiones sobre el impacto de la menstruación en el rendimiento subrayan la lucha continua por la igualdad de género en el tenis. A medida que las voces de las jugadoras se vuelven más fuertes y pronunciadas, el mundo del tenis se ve obligado a enfrentar sus propias deficiencias y prejuicios. Las recientes iniciativas destinadas a mejorar la visibilidad, el marketing y los arreglos de torneos para las mujeres son pasos en la dirección correcta, pero se necesita hacer más para abordar las desigualdades arraigadas que persisten en el deporte. En la búsqueda de una verdadera igualdad y respeto en el tenis, es esencial que los interesados, organizadores y aficionados amplifiquen las voces de las jugadoras, aborden los prejuicios sistémicos y aseguren que las mujeres reciban el reconocimiento y las oportunidades que se merecen legítimamente. Solo entonces el tenis podrá afirmar verdaderamente ser un deporte que valora y celebra las contribuciones de todos sus atletas, independientemente de su género.

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