Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El negocio de las apuestas deportivas ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años, convirtiéndose en una industria multimillonaria que mueve cifras astronómicas de dinero. Según datos recientes, durante el Mundial de 2022 se apostaron alrededor de 32.000 millones de euros en todo el mundo, superando con creces los 20.000 millones apostados en la edición anterior en 2018. El fútbol es el deporte que lidera las preferencias de los apostadores, representando dos tercios de los beneficios generados por las casas de apuestas online. Esta tendencia no es casualidad, ya que el fútbol es uno de los deportes más populares a nivel mundial y sus competiciones atraen la atención de millones de espectadores, creando un caldo de cultivo perfecto para el negocio de las apuestas. Sin embargo, detrás de estos números y beneficios descomunales se esconde una realidad preocupante. El impacto de las apuestas en la salud mental de las personas ha generado alarma en diversos sectores de la sociedad. En países como Francia y Reino Unido, la adicción al juego se ha convertido en un problema de salud pública, con cientos de miles de personas atrapadas en un círculo vicioso de apuestas y deudas. En Francia, se estima que alrededor de 340.000 personas son adictas al juego, mientras que en Inglaterra la cifra asciende a 430.000 jugadores en riesgo de endeudarse para financiar su adicción. La adicción al juego no distingue clases sociales ni edades, afectando a personas de todos los ámbitos y condición. Ante esta problemática, la opinión pública ha exigido medidas urgentes para frenar los estragos de la adicción a las apuestas. Sin embargo, las grandes multinacionales que dominan esta industria han logrado eludir los intentos gubernamentales de regular y controlar este mercado, lo que ha generado un ambiente de impunidad en el que "la casa siempre gana". Es necesario abordar esta problemática desde una perspectiva integral, que incluya medidas de prevención, tratamiento y regulación por parte de las autoridades competentes. La adicción al juego no solo afecta a los jugadores, sino que también tiene un impacto en sus familias, relaciones laborales y en la sociedad en su conjunto. En este sentido, es fundamental que se establezcan mecanismos efectivos para proteger a los más vulnerables y evitar que la industria de las apuestas deportivas siga creciendo a expensas del sufrimiento de miles de personas. La adicción al juego no es un juego, es un problema serio que requiere una respuesta contundente y coordinada por parte de todos los actores involucrados.