Los fabricantes de automóviles enfrentan tiempos tumultuosos mientras despidos y la competencia remodelan la industria.

Los fabricantes de automóviles enfrentan tiempos tumultuosos mientras despidos y la competencia remodelan la industria.

La industria automotriz enfrenta grandes desafíos, con despidos y caídas en las ventas mientras las empresas luchan por adaptarse a los cambios del mercado y la competencia.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Un cambio sísmico se está produciendo en la industria automotriz, ya que los fabricantes de automóviles que alguna vez prosperaron durante la pandemia ahora enfrentan una multitud de desafíos, lo que genera preocupaciones sobre su viabilidad futura. Hace apenas unos años, los fabricantes disfrutaban de beneficios récord en medio de una escasez global de vehículos nuevos, lo que les permitió elevar los precios en un mercado competitivo. Sin embargo, la marea ha cambiado, y muchos actores clave ahora se enfrentan a despidos significativos, cierres de fábricas y cambios en el liderazgo. Nissan se ha convertido en un símbolo de esta tendencia, anunciando planes para despedir a 9,000 empleados mientras lidia con la caída de ventas y el cambio en la dinámica del mercado. Este no es un incidente aislado; Ford reveló recientemente 4,000 recortes de empleo, afectando principalmente sus operaciones en Gran Bretaña y Alemania, citando "vientos en contra competitivos, regulatorios y económicos sin precedentes". Los desafíos no se limitan a las marcas de consumo masivo en dificultades; incluso fabricantes de lujo como BMW y Mercedes-Benz están sintiendo la presión mientras navegan por una fuerte caída en sus cifras de ventas. La industria automotriz ahora se enfrenta a una convergencia de problemas complejos. Se está llevando a cabo una significativa transición tecnológica, caracterizada por el cambio hacia los vehículos eléctricos (VE) y una creciente dependencia de la integración de software en los automóviles. Esta transición está demostrando ser tanto costosa como difícil de gestionar. Además, el aumento del proteccionismo y la agitación política, particularmente en el contexto de las relaciones comerciales con China, han complicado aún más el panorama. Como resultado, los fabricantes tradicionales se encuentran bajo una presión creciente por parte de una clase emergente de fabricantes de automóviles chinos ágiles, que están capturando cuota de mercado con vehículos bien posicionados que rivalizan en calidad con las marcas establecidas. La pandemia puede haber enmascarado varios desafíos subyacentes, llevando a algunos fabricantes a volverse complacientes. Las escaseces de semiconductores y los cuellos de botella en la producción minimizaron temporalmente la competencia por los compradores, permitiendo a los fabricantes aumentar los precios con facilidad. Sin embargo, ahora, con el mercado regresando a su estado previo a la pandemia, el desequilibrio ha resurgido, dejando a demasiados fabricantes compitiendo por muy pocos consumidores. Las estadísticas clave revelan la dura realidad: muchos fabricantes están produciendo muy por debajo de sus capacidades fabriles. Como señala Simon Croom, profesor de gestión de la cadena de suministro en la Universidad de San Diego, la industria automotriz opera con un margen extremadamente estrecho entre el beneficio y la pérdida. Con millones de personas empleadas en la fabricación automotriz y sectores relacionados, las ramificaciones de estos desafíos son significativas. Los recortes de empleo no son solo números en una página; representan un impacto profundo en comunidades y economías a nivel global. La inminente amenaza de la competencia de los fabricantes chinos, que era insignificante hace solo unos años, está redefiniendo el mercado automotriz global. Aunque las barreras comerciales han mantenido a muchas de estas marcas fuera del mercado estadounidense, están logrando avances significativos en regiones como Australia y Europa, ampliando su alcance y base de clientes. Marcas como BYD y Chery no solo están compitiendo en precio; están innovando con vehículos que ofrecen características únicas, como las capacidades resistentes a inundaciones del Yangwang U8 de BYD. Las repercusiones del auge de los fabricantes chinos son particularmente pronunciadas para los fabricantes alemanes, con Volkswagen reportando una caída del 10 por ciento en las entregas en China, un mercado que alguna vez fue un bastión para la marca. Las ventas decrecientes han obligado a empresas como BMW y Mercedes-Benz a reevaluar sus estrategias en un mercado en rápida evolución. Las empresas estadounidenses tampoco son inmunes a estos cambios, ya que General Motors anticipa un golpe de más de 5 mil millones de dólares en sus beneficios debido a la reestructuración de sus operaciones azotadas en China. A medida que la industria lidia con estos trastornos, las empresas que no han logrado innovar o actualizar sus modelos envejecidos han experimentado las consecuencias más severas. Los analistas señalan una tendencia preocupante entre los fabricantes establecidos que han luchado por desarrollar vehículos eléctricos atractivos y características de software, que se están convirtiendo en componentes vitales del diseño moderno de automóviles. Volkswagen, que alguna vez fue pionera en el sector de vehículos eléctricos, ha visto decepcionantes ventas de su modelo ID.4, agravadas por problemas de software que han obstaculizado su rendimiento en varios mercados. Los cambios en las políticas gubernamentales han complicado aún más las cosas, con incentivos para las ventas de vehículos eléctricos que se están reduciendo en medio de presiones presupuestarias en Alemania. En EE. UU., la posible derogación de los créditos fiscales de la era Biden para los VE representa una amenaza significativa para las inversiones en nuevas tecnologías e infraestructura. La incertidumbre en torno a los aranceles y políticas comerciales añade otra capa de complejidad a un entorno ya tumultuoso para los fabricantes de automóviles que dependen de cadenas de suministro globales. A pesar del tumulto, algunas empresas están teniendo un desempeño mejor que otras. General Motors ha visto un notable aumento en los precios de sus acciones, atribuido principalmente a su exitosa oferta de vehículos eléctricos. La CEO Mary T. Barra ha afirmado que la compañía está cerca de alcanzar la rentabilidad en sus vehículos eléctricos, posicionando a GM como un posible líder en la transición hacia la movilidad eléctrica. Mientras tanto, el enfoque de Toyota en los híbridos ha resonado con los consumidores que buscan alternativas rentables, aunque la viabilidad a largo plazo de la compañía en un mercado que se electrifica rápidamente sigue siendo incierta. En respuesta a las presiones del panorama actual, los fabricantes de automóviles están comenzando a adaptarse. Stellantis tiene planes ambiciosos para nuevos modelos de vehículos, con el objetivo de revitalizar su línea de productos para 2025. La colaboración también se está convirtiendo en una estrategia clave, ya que los fabricantes buscan compartir costos de desarrollo y experiencia para seguir siendo competitivos. El director ejecutivo de Nissan ha indicado planes para acelerar el desarrollo de vehículos a través de asociaciones más estrechas con aliados como Renault y Mitsubishi. A medida que la industria automotriz navega por este período desafiante, el camino por delante sigue estando lleno de incertidumbre. Las lecciones aprendidas de los éxitos de la era pandémica están siendo puestas a prueba, ya que los fabricantes establecidos deben demostrar agilidad e innovación para prosperar en medio de una feroz competencia y preferencias de los consumidores en cambio. El futuro del panorama automotriz dependerá de cuán bien estas empresas puedan adaptarse, colaborar y enfrentar los desafíos que se avecinan.

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