Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El consumo de cafeína, un elemento básico para muchos en la gestión de rutinas diarias y el aumento de la productividad, puede acarrear repercusiones inesperadas en lo que respecta al sueño. Un estudio reciente publicado en la revista Sleep indica que consumir cafeína, particularmente en dosis más altas, puede alterar los patrones de sueño incluso cuando el estimulante se ingiere hasta 12 horas antes de acostarse. Esta revelación presenta una preocupación urgente para los entusiastas del café y para cualquier persona que dependa de la cafeína para sobrellevar su día. La investigación, llevada a cabo por un equipo de la Universidad Católica de Australia, se centró en los efectos de dosis "típicas" y "altas" de cafeína consumidas en diferentes momentos del día: mañana, tarde y noche. Con un grupo de muestra de 23 hombres de entre 18 y 40 años, todos con un consumo moderado de cafeína que promediaba menos de 300 mg, los hallazgos destacaron una marcada diferencia en los resultados del sueño según el momento y la cantidad de cafeína consumida. Los participantes fueron evaluados bajo siete condiciones, incluyendo un placebo y dosis de 100 mg y 400 mg administradas en intervalos de 12, 8 y 4 horas antes de dormir. Mientras que la dosis más baja de 100 mg no mostró efectos negativos significativos en el sueño, la dosis más alta de 400 mg resultó problemática. Consumida dentro de las 12 horas previas a la hora de dormir, se observó que retrasaba significativamente el inicio del sueño y alteraba la arquitectura del sueño en general, con efectos adversos que aumentaban a medida que el tiempo de consumo se acercaba a la hora de dormir. La autora principal del estudio, Carissa Gardiner, destacó que la discrepancia entre las percepciones subjetivas de los participantes sobre su sueño y las medidas objetivas registradas por los dispositivos de monitoreo del sueño es particularmente notable. A pesar de que algunos individuos creen que la cafeína no afecta su sueño, la evidencia sugiere lo contrario, indicando una brecha en la comprensión del impacto de la cafeína en la calidad del sueño en general. Gardiner enfatizó la necesidad de una mejor educación para los consumidores sobre el consumo de cafeína, especialmente considerando que se estima que el 80% de la población consume cafeína regularmente. Las ideas erróneas pueden contribuir al problema generalizado de la insuficiencia del sueño, que ha estado ganando atención en las discusiones de salud pública. La investigación aboga por pautas prácticas para gestionar la ingesta de cafeína de manera más efectiva. Para aquellos que buscan un sueño reparador, se aconseja evitar consumir altas dosis de cafeína—específicamente 400 mg—dentro de las 12 horas previas a acostarse. Curiosamente, los resultados del estudio sugieren que incluso cuando la cafeína se consume hasta 4 horas antes de dormir, los individuos aún pueden disfrutar de una dosis típica de 100 mg sin consecuencias significativas para la calidad de su sueño. En última instancia, los hallazgos subrayan una idea crucial: aunque la cafeína puede servir como un aliado en la lucha contra la fatiga, también puede socavar sigilosamente la calidad de nuestro sueño, a menudo sin que nos demos cuenta. A medida que la conciencia sobre los problemas relacionados con el sueño continúa creciendo, estas revelaciones exigen un enfoque más informado sobre el consumo de cafeína, instando a los bebedores a considerar no solo la cantidad, sino también el momento de sus hábitos de cafeína en busca de un mejor descanso.