Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La relación entre las grandes empresas tecnológicas, conocidas como las 'Big Tech', y el ex presidente Donald Trump, parece estar experimentando un cambio significativo en el periodo previo a su investidura, programada para el 20 de enero. Después de un año marcado por un intenso escrutinio regulador tanto en Estados Unidos como en Europa, varias de estas empresas han comenzado a acercarse a Trump, llegando incluso a patrocinar su evento de investidura con donaciones que superan el millón de dólares. Este movimiento podría indicar un cambio estratégico en la postura de estas compañías frente a la política, a pesar de que Trump sigue manteniendo su intención de ejercer un control más estricto sobre el sector tecnológico. Uno de los momentos más destacados que reflejan este cambio ocurrió recientemente, cuando Trump y el CEO de Softbank, un gigante japonés de las inversiones, anunciaron un acuerdo que busca inyectar 100.000 millones de dólares en la economía estadounidense durante la presidencia de Trump. Esta inversión también se traduciría en la creación de 100.000 puestos de trabajo, muchos de los cuales estarían relacionados con avances en inteligencia artificial (IA). Este tipo de compromiso por parte de las grandes tecnológicas sugiere un interés renovado en colaborar con la administración entrante, algo que podría tener repercusiones importantes para la regulación del sector. La inteligencia artificial ha sido un foco de atención tanto para las empresas tecnológicas como para los reguladores. Aunque se han hecho esfuerzos significativos para evaluar y regular el impacto de la IA, la mayor parte de la atención regulatoria se ha centrado hasta ahora en las redes sociales, en particular en cómo afectan a los menores y en asuntos relacionados con monopolios. Recientemente, la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución para la regulación internacional de la IA, un gesto simbólico que refleja la creciente preocupación global por el tema, aunque aún queda mucho camino por recorrer en términos de implementación efectiva. En Estados Unidos, el Departamento de Justicia y la Comisión Federal de Comercio han intensificado su vigilancia sobre las grandes tecnológicas, particularmente contra empresas como Alphabet, Apple, Microsoft y Amazon. Este año, uno de los mayores logros fue un fallo judicial que obliga a Alphabet a separar la gestión de su sistema operativo Android, su navegador Chrome y su tienda de aplicaciones, Google Play. Esta decisión marca un hito en la lucha antimonopolio, aunque se prevén apelaciones que podrían extender el proceso durante años. Por su parte, Apple ha enfrentado acusaciones de monopolio en el mercado de teléfonos inteligentes, mientras que Meta se encuentra en medio de un juicio por la adquisición de rivales emergentes. Amazon, por otro lado, está lidiando con sus propias batallas legales en torno a las políticas que aplica a sus vendedores y proveedores. Estas acciones regulatorias han comenzado a dar frutos, como la reciente decisión de Instagram de hacer más restrictiva la cuenta de adolescentes, un movimiento que, aunque es un paso en la dirección correcta, carece de una normativa nacional coherente en Estados Unidos. Con la llegada de Trump, las expectativas sobre quién asumirá el liderazgo del Departamento de Justicia están en el aire. Trump ha prometido cambios significativos y ha ofrecido puestos a sus aliados, lo que sugiere que podría haber un enfoque más amigable hacia las grandes tecnológicas. Al mismo tiempo, el nombramiento de Andrew Ferguson para la FTC, descrito por Trump como "pro-innovación", podría indicar una intención de facilitar el crecimiento del sector en lugar de someterlo a un control estricto. En Europa, la situación también se está moviendo. Teresa Ribera, quien asumirá el cargo de supervisión antimonopolio, se encuentra en una posición crítica para definir cómo se regularán las grandes tecnológicas en el continente. Su predecesora, Margrethe Vestager, fue conocida por su enfoque agresivo hacia las prácticas monopolísticas, destacando las sanciones impuestas a Google y a otras empresas tecnológicas por evasión fiscal. Vestager fue apodada 'tax lady' por Trump, lo que subraya la tensión existente entre las empresas tecnológicas y los reguladores europeos. La nueva legislación europea, conocida como la ley de mercados digitales (DMA), también promete cambiar el panorama. Esta normativa busca asegurar que las plataformas digitales actúen de forma justa, estableciendo requisitos más estrictos para aquellas que operan como "guardianes de acceso". La implementación de estas regulaciones podría tener un impacto significativo en cómo las grandes tecnológicas llevan a cabo sus negocios en Europa, obligándolas a cambiar sus prácticas y ofrecer mayores protecciones a los usuarios. En resumen, la dinámica entre las grandes empresas tecnológicas y la política está cambiando a medida que las 'Big Tech' se acercan a Trump en un momento crucial. A medida que se aproximan nuevas regulaciones en Estados Unidos y Europa, las empresas se encuentran en una encrucijada: deben equilibrar su deseo de crecer y expandirse con la presión de los gobiernos, que buscan limitar su poder. La interacción entre estos actores será clave para definir el futuro del sector tecnológico en los próximos años.