Violencia y Control Narrativo: Desentrañando las Etiquetas Selectivas del Terrorismo Hoy en Día.

Violencia y Control Narrativo: Desentrañando las Etiquetas Selectivas del Terrorismo Hoy en Día.

Los eventos recientes revelan una preocupante inconsistencia en la etiquetación de la violencia, destacando cómo las narrativas manipulan las percepciones sobre el terrorismo y la rendición de cuentas.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Mundo

En un mundo donde las narrativas moldean percepciones y dinámicas de poder, los recientes acontecimientos relacionados tanto con el supuesto tiroteo del CEO de seguros de salud Brian Thompson como con las revelaciones de soldados israelíes sobre las bajas civiles en Gaza destacan una inquietante inconsistencia en la forma en que se categoriza la violencia. Mientras que Luigi Mangione ha sido acusado de "asesinato como acto de terrorismo" por su supuesto crimen, el contexto más amplio de la violencia—particularmente aquella que es sancionada por el estado o motivada políticamente—escapa a menudo a un escrutinio similar. En un informe de Haaretz, han surgido testimonios de soldados de las FDI que revelan que los civiles en Gaza están siendo asesinados y posteriormente etiquetados como terroristas para justificar estas acciones. Esta dualidad en la etiquetación invita a un examen crítico de lo que constituye el terrorismo y quién tiene el derecho de decidir. Las confesiones de los soldados insinúan un enfoque sistemático para redefinir a las víctimas como agresores, planteando preguntas alarmantes sobre la rendición de cuentas y la justificación moral en los conflictos. Caitlin Johnstone, en su análisis, argumenta que el término "terrorista" se utiliza como una herramienta para el control narrativo, manipulada por aquellos en el poder para adecuarse a sus agendas. Cuando Mangione supuestamente dispara a un CEO, sus acciones se enmarcan como un acto atroz de terrorismo—una narrativa que exige indignación pública y se alinea con los temores de la lucha de clases. En marcado contraste, la violencia infligida a los civiles en Gaza se oculta, con las víctimas siendo recastadas como amenazas a la seguridad nacional, lo que desinfecta las acciones del agresor. Esta aplicación selectiva del término "terrorismo" revela un patrón más amplio. Grupos que alguna vez llevaron la etiqueta de terrorista pueden ser redefinidos dependiendo de su utilidad en estrategias geopolíticas. Por ejemplo, los afiliados de Al-Qaeda en Siria, antes vilipendiados, se han transformado en aliados bajo la bandera de los intereses extranjeros de EE. UU. De manera similar, el ETIM, que alguna vez fue categorizado como una organización terrorista, ahora se encuentra alineado con los objetivos de EE. UU. en la región. Johnstone sostiene que esta manipulación de la narrativa permite la eliminación del contexto histórico. Las quejas y provocaciones que conducen a la violencia son convenientemente pasadas por alto. La narrativa del imperio a menudo comienza en el momento de la represalia, ignorando las circunstancias que allanaron el camino para tales acciones. El encuadre de estos eventos crea una comprensión distorsionada de la agresión, donde la violencia sistémica de la negación de atención médica, la explotación económica y la invasión militar pasa desapercibida. A medida que la sociedad lidia con estas complejidades, Johnstone hace un llamado a un reconocimiento de todas las formas de violencia y agresión—no solo aquellas que alteran el statu quo de los poderosos. Las consecuencias de ignorar actos de agresión, como la degradación ambiental y la desigualdad sistémica, fomentan una cultura donde solo ciertas acciones de represalia son etiquetadas como violencia. En este contexto, se vuelve esencial que los individuos busquen una comprensión integral de la agresión y la violencia, reconociendo la interconexión de diversas formas de daño. Desafiar el control narrativo ejercido por aquellos en el poder es vital para fomentar una sociedad que valore la verdad y la justicia por encima de la conveniencia de la indignación selectiva. A medida que navegamos en estos tiempos turbulentos, una aguda conciencia de cómo se construyen y manipulan las narrativas será indispensable para responsabilizar tanto a individuos como a instituciones por sus acciones. El llamado a una definición más amplia de violencia y agresión no es meramente académico; es un paso necesario hacia la consecución de una sociedad justa y equitativa.

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