Crisis humanitaria en Cisjordania: el sufrimiento de Ayesha y la expansión de colonos

Crisis humanitaria en Cisjordania: el sufrimiento de Ayesha y la expansión de colonos

La situación en Cisjordania se agrava, con colonos judíos intensificando la violencia y acoso a palestinos, como Ayesha Shtayyeh.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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La situación en Cisjordania se ha vuelto cada vez más tensa y desgarradora para la comunidad palestina, como lo demuestra el caso de Ayesha Shtayyeh, una abuela que vive en un área donde los colonos judíos han intensificado su presencia. Desde que un puesto de avanzada ilegal fue establecido cerca de su hogar hace aproximadamente dos años, Ayesha ha sido víctima de una campaña de acoso que ha culminado en amenazas directas a su vida. La violencia y la intimidación por parte de colonos como Moshe Sharvit se han vuelto comunes, poniendo en riesgo no solo su hogar, sino también su dignidad y seguridad. Según un análisis reciente de la BBC, el número de puestos de avanzada en Cisjordania ha aumentado a un ritmo alarmante, con al menos 196 identificados en la actualidad. Estos puestos, que son ilegales tanto bajo la ley israelí como internacional, se han multiplicado y muchos son financiados por organizaciones con vínculos directos con el gobierno israelí. Esta situación plantea preguntas sobre la complicidad del Estado en la expansión de estas comunidades, que operan al margen de la ley pero que, sin embargo, reciben apoyo logístico y financiero. Los expertos destacan que los puestos de avanzada pueden apoderarse de tierras rápidamente, generando tensiones con las comunidades palestinas vecinas. Al menos 89 de los puestos de avanzada se han construido desde 2019, lo que refleja un aumento significativo en la actividad de asentamiento. A medida que más colonos se establecen, la violencia contra los palestinos también ha aumentado, exacerbando la crisis humanitaria en la región. La historia de Ayesha no es un caso aislado. Documentos obtenidos por la BBC revelan que organizaciones como la Organización Sionista Mundial han proporcionado recursos para el establecimiento de estos puestos ilegales. La falta de medidas efectivas por parte del gobierno israelí para evitar su crecimiento resalta una falta de voluntad política para abordar la cuestión de la ocupación y el asentamiento de tierras, a pesar de las condenas internacionales. Un informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) revela que los ataques de colonos contra palestinos han alcanzado niveles "sin precedentes", con miles de incidentes reportados en el último año. La violencia se ha intensificado desde el 7 de octubre, cuando la situación en Gaza se deterioró, llevando a una escalada en las acciones de colonos como Sharvit, quien ha sido sancionado por su participación en actos de violencia. El uso de la fuerza por parte de los colonos se ha normalizado, y el testimonio de Ayesha destaca la sensación de impunidad que sienten muchos de ellos. En su experiencia, ha sido despojada de su hogar y forzada a vivir con su hijo en un pueblo cercano debido a las amenazas constantes. La violencia que enfrenta diariamente refleja una estrategia más amplia por parte de algunos colonos de ejercer control sobre territorios a expensas de las comunidades palestinas. Mientras tanto, la reacción del gobierno israelí a estas violaciones de derechos humanos ha sido débil. A pesar de la creciente presión internacional y de pronunciamientos de organismos como la ONU, Israel ha rechazado las críticas, argumentando que las acciones forman parte de su derecho a la seguridad. Sin embargo, esta lógica ignora las realidades vividas por los palestinos, quienes sufren el impacto directo de estas políticas. El caso de Ayesha Shtayyeh y la proliferación de puestos de avanzada ilegales subrayan la complejidad del conflicto israelo-palestino, donde la violencia, la ocupación y la falta de un camino claro hacia la paz se entrelazan de manera inextricable. La resolución de este conflicto parece estar cada vez más alejada, mientras las comunidades palestinas continúan enfrentando un futuro incierto. La lucha de los palestinos por sus tierras se convierte en un microcosmos del conflicto más amplio, donde las historias individuales de sufrimiento se suman a la narrativa de desplazamiento y pérdida. En este contexto, es esencial que la comunidad internacional preste atención a las voces de aquellos que son silenciados y que se actúe para garantizar el respeto a sus derechos humanos. Finalmente, es fundamental reconocer que el sufrimiento de personas como Ayesha no es solo un problema local, sino una cuestión de justicia que interpela a la comunidad internacional. La historia de Cisjordania no puede ser contada sin incluir las vivencias de quienes, como Ayesha, han sido despojados de su hogar y su dignidad. La búsqueda de una solución justa y duradera es un imperativo moral que no debe ignorarse.

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