Hombre de Queens condenado por 12,000 llamadas de acoso al Congreso, destacando la violencia política.

Hombre de Queens condenado por 12,000 llamadas de acoso al Congreso, destacando la violencia política.

Un hombre de Queens recibió una larga sentencia de prisión por hacer 12,000 llamadas de acoso al Congreso, lo que destaca las crecientes amenazas contra los legisladores.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política

En un recordatorio contundente de las amenazas en aumento que enfrentan los legisladores, un juez federal condenó a un hombre de Queens, Nueva York, a una larga pena de prisión por realizar la asombrosa cantidad de 12,000 llamadas telefónicas de acoso a miembros del Congreso. El acusado, identificado como Lilly, también cumplirá tres años de libertad supervisada después de su condena, lo que refleja la gravedad de sus acciones y sus implicaciones más amplias para el discurso político en los Estados Unidos. La campaña de acoso se desarrolló en solo dos días de febrero de 2023, durante los cuales Lilly inundó a un legislador con más de 500 llamadas. La mayoría de sus comunicaciones estaban dirigidas al personal y a los pasantes del Congreso, lo que ilustra un preocupante cambio en la forma en que las personas interactúan, o más bien, se desconectan violentamente de las figuras políticas. Una llamada particularmente alarmante incluyó amenazas explícitas contra un miembro del personal, donde Lilly se jactó: “Te voy a matar, te voy a atropellar, te voy a matar con una bomba o una granada”. Tal lenguaje no solo muestra un colapso en el diálogo civil, sino que también plantea preocupaciones significativas sobre la seguridad personal en el ámbito político. La arresto de Lilly se produjo en noviembre de 2023 después de que se mudara a Puerto Rico, pero las raíces de su comportamiento están profundamente entrelazadas con una tendencia nacional de aumento de amenazas contra los legisladores. El jefe de la policía del Capitolio, J. Thomas Manger, testificó el año pasado que las acciones de Lilly eran parte de un contexto más amplio, señalando un asombroso aumento del 400% en las amenazas contra miembros del Congreso en los últimos seis años. Esta alarmante estadística subraya la urgente necesidad de medidas de protección y consecuencias legales para aquellos que cruzan la línea del libre discurso hacia el acoso y las amenazas. En la corte, Lilly se declaró culpable en mayo de cargos de comunicaciones interestatales con amenaza de secuestro o lesión y de realizar llamadas telefónicas repetidas. Los fiscales, alarmados por el clima político actual, abogaron por una sentencia de 18 meses, destacando el riesgo de que tales amenazas se normalicen en un ambiente cada vez más polarizado. El jefe Manger expresó estos sentimientos en una declaración posterior a la sentencia, afirmando que la aplicación de la ley adoptaría una postura firme contra cualquier comportamiento que se transforme de discurso protegido en amenazas o acoso manifiesto. Las motivaciones detrás de las acciones de Lilly siguen siendo inciertas, ya que los registros públicos no arrojan luz sobre ninguna ideología o razón específica. Durante su sentencia, expresó una nebulosa intención de actuar en el mejor interés de las futuras generaciones, una afirmación recibida con escepticismo dada la naturaleza de sus amenazas. El juez que presidió el caso enfatizó el creciente problema de la violencia política, haciendo referencia al intento de asesinato del expresidente Donald Trump y al ataque con martillo contra el esposo de Nancy Pelosi como indicadores claros del peligroso clima que envuelve la política estadounidense. “Tenemos un verdadero problema en nuestras manos”, afirmó, subrayando la necesidad crítica de vigilancia y rendición de cuentas para salvaguardar la integridad y la seguridad del discurso político. A medida que la nación navega por estas aguas traicioneras, el caso de Lilly sirve como una historia de advertencia sobre las posibles consecuencias de la agresión desenfrenada en la comunicación política. La sentencia no solo responsabiliza a Lilly por sus acciones, sino que también envía un mensaje claro: las amenazas y el acoso no serán tolerados en el proceso democrático.

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