Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Esta semana, en el marco del programa Leadership Academy for Development, se ha puesto de manifiesto la situación actual de las democracias en América Latina, enfocándose en el caso particular de Perú. La participación en este evento, que reunió a líderes y académicos de variadas disciplinas, permitió reflexionar no solo sobre el estado de la democracia en la región, sino también sobre el rol crucial de la educación cívica en la construcción de sociedades más justas y democráticas. Uno de los puntos más destacados del encuentro fue la identificación de un período de "recesión democrática", un fenómeno que, aunque alarmante, no debe llevarnos al fatalismo. A pesar de los desafíos, muchos consideran que las democracias latinoamericanas han mostrado una resiliencia notable ante las adversidades. Sin embargo, el caso de Venezuela, entre otros, resuena como una advertencia clara sobre lo que puede suceder si no se actúa de manera proactiva en defensa de los valores democráticos. En Perú, el crecimiento de la criminalidad y la conexión con economías ilegales representan una amenaza significativa para la estabilidad democrática. Aunque no se han alcanzado los niveles crónicos observados en países como México, Brasil o Colombia, los expertos advierten sobre la necesidad de abordar estos problemas antes de que se conviertan en un punto de no retorno. La situación es delicada y requiere un enfoque serio y coordinado de varios sectores de la sociedad. Durante el programa, se discutió el concepto de "vaciamiento democrático", que explica cómo se han debilitado las instituciones y la participación ciudadana en Perú. Sin embargo, los académicos también reconocieron que la realidad peruana es dinámica y compleja, lo que dificulta formular un diagnóstico claro comparable al de otros países de la región. A pesar de las dificultades, la creación de redes como Democracia+ representa un rayo de esperanza en la búsqueda de soluciones para fortalecer la oferta política en la región. El papel del Estado Peruano ha sido fundamental en este deterioro, al relegar la educación cívica a un segundo plano. Esta omisión ha generado una falta de formación crítica en la ciudadanía, lo que se traduce en una menor capacidad para exigir rendición de cuentas y participar activamente en el proceso democrático. No obstante, esta responsabilidad no debe recaer únicamente en el Estado; la sociedad civil y el sector empresarial también deben asumir un rol proactivo en esta tarea. Iniciativas como las de Recambio, que se están desarrollando en colaboración con el startup Excuela, pretenden cambiar esta narrativa. Al llevar la enseñanza sobre democracia y ciudadanía a audiencias masivas de una forma accesible y lúdica, se busca no solo informar, sino también empoderar a los ciudadanos para que ejerzan sus derechos y responsabilidades de manera activa y consciente. El compromiso de los líderes empresariales y de la sociedad civil es crucial en este proceso. Las empresas no solo deben ser espacios de trabajo, sino también de formación cívica, donde se fomente el pensamiento crítico, el respeto a la diversidad de opiniones y la comprensión de los derechos y deberes ciudadanos. Esto no solo beneficiaría el entorno laboral, sino que también contribuiría a formar una ciudadanía más informada y comprometida. La educación cívica debe ser una cruzada nacional que involucre a todos los sectores de la sociedad. La conversación sobre su importancia debe ser constante y activa, y es responsabilidad de cada uno de nosotros pasar de las palabras a la acción. La construcción de una democracia sólida y funcional en Perú depende de nuestra capacidad para educar y empoderar a las futuras generaciones. En conclusión, es fundamental que la sociedad peruana reconozca la importancia de la educación cívica como un pilar de la democracia. A medida que enfrentamos desafíos crecientes, debemos unir esfuerzos para que cada peruano y peruana pueda convertirse en un agente de cambio, capaz de contribuir a la defensa y fortalecimiento de nuestros valores democráticos. La tarea es ardua, pero el compromiso colectivo puede abrir un camino hacia un futuro más esperanzador.