Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La situación en el pueblo palestino de Battir, conocido por su rica historia agrícola y su inclusión en el Patrimonio Mundial de la Unesco, se ha convertido en un nuevo símbolo de la creciente tensión provocada por los asentamientos judíos en la ocupada Cisjordania. La reciente aprobación de un nuevo asentamiento por parte de Israel ha llevado a la confiscación de tierras de propiedad privada, lo que ha dejado a muchos palestinos, como Ghassan Olyan, sintiéndose despojados de su hogar y su legado. “Están robando nuestras tierras para construir sus sueños sobre nuestra catástrofe”, denuncia Olyan. La preocupación por el impacto de estos asentamientos, que son considerados ilegales bajo el derecho internacional, ha llevado a la Unesco a expresar su alarma. Sin embargo, Battir no es un caso aislado. La actividad de los colonos ha aumentado significativamente desde el inicio de la guerra en Gaza, evidenciando una aceleración en la expansión de asentamientos en una zona que ya es bastante volátil. Los extremistas dentro del gobierno israelí parecen aprovechar la situación para implementar sus objetivos de largo plazo, que incluyen la imposición de cambios irreversibles en la geografía de Cisjordania y la obstaculización de cualquier intento de establecer un Estado palestino. La violencia de los colonos hacia los palestinos ha alcanzado niveles alarmantes. La ONU ha documentado un notable incremento en los ataques de colonos en los últimos meses, con 1.270 incidentes registrados en comparación con 856 en todo el año anterior. Esta escalada de violencia ha forzado a muchas comunidades palestinas a abandonar sus hogares, lo que ha sido denunciado por organizaciones de derechos humanos como B’Tselem. La reciente carta del jefe de inteligencia interna de Israel, Ronen Bar, destaca la creciente preocupación sobre los actos de "terror" llevados a cabo por extremistas judíos en Cisjordania. Su advertencia subraya el daño que esta violencia está infligiendo no solo a la población palestina, sino también a la estabilidad del propio Israel. Bar menciona que estos actos están alimentando un ambiente de odio que podría llevar a un ciclo de violencia aún más destructivo. A medida que la situación se intensifica, la opinión pública israelí se ha polarizado. Según una encuesta de Pew Research Center, un 40% de los israelíes ahora cree que los asentamientos aumentan la seguridad del país, un aumento notable respecto a años anteriores. Esta percepción, impulsada por el miedo y la rabia tras los ataques del 7 de octubre, está alimentando un apoyo generalizado a la expansión de los asentamientos, complicando aún más las posibilidades de un diálogo de paz. Sin embargo, este crecimiento de los asentamientos y el respaldo a la violencia de los colonos no son sólo un fenómeno aislado. El gobierno de extrema derecha en Israel, encabezado por figuras como Bezalel Smotrich, ha impulsado políticas que facilitan la expansión de los asentamientos, lo que ha llevado a un aumento en la construcción de infraestructuras y nuevos asentamientos en tierras palestinas. Smotrich, quien ha declarado que los judíos tienen un derecho divino sobre estas tierras, juega un papel crucial en la configuración de estas políticas. La comunidad internacional ha criticado repetidamente los asentamientos, considerándolos un obstáculo para la paz. A pesar de ello, Israel ha rechazado las recomendaciones internacionales, alegando que su presencia en estas tierras es legítima. Esta postura ha llevado a una situación en la que los colonos están tratando de hacer su presencia irreversible, estableciendo nuevas comunidades y reclamando tierras que anteriormente pertenecían a los palestinos. En este contexto, la posibilidad de una solución de dos Estados se siente cada vez más remota. Los líderes nacionalistas religiosos, que abogan por la colonización de Gaza una vez que termine la guerra, están bien posicionados dentro del gobierno, lo que aumenta la incertidumbre sobre el futuro del conflicto. La extrema derecha israelí, lejos de buscar un alto el fuego, parece estar utilizando el conflicto actual como una oportunidad para consolidar su poder y ampliar su influencia. El clima de la guerra y la violencia en Gaza han proporcionado un contexto que muchos de estos extremistas consideran propicio para avanzar en sus objetivos. Este ciclo de violencia y ocupación está formando un terreno fértil para el odio mutuo, dificultando aún más cualquier intento de reconciliación y paz en la región. La historia de Battir, una comunidad que ha prosperado durante siglos, es un recordatorio de lo que está en juego en este conflicto y de la urgente necesidad de una solución sostenible que respete los derechos de ambos pueblos.