Adicción al celular en "No puedo vivir sin ti", una comedia que decepciona

Adicción al celular en "No puedo vivir sin ti", una comedia que decepciona

"No puedo vivir sin ti" aborda la adicción al celular, pero su ejecución es superficial y los personajes carecen de profundidad.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Carlos, el protagonista de "No puedo vivir sin ti", es un personaje que representa la angustiante realidad de muchos en la era digital: la adicción al celular. Interpretado por el reconocido actor argentino Adrián Suar, la película, dirigida por Santiago Requejo, busca explorar las consecuencias de esta dependencia en la vida diaria. Sin embargo, a pesar de su premisa interesante, el filme naufraga en un mar de situaciones superficiales y poco humorísticas. Desde el inicio, conocemos a Carlos como un funcionario que vive para complacer a su jefe y al mismo tiempo se enfrenta a un desmoronamiento familiar debido a su obsesión con su teléfono móvil. Esta dualidad de su vida se presenta en un relato que, al final del día, se siente más como un mero esbozo que como un desarrollo profundo de los personajes. La narrativa se centra tanto en Carlos que las figuras que lo rodean, como su esposa Adela, interpretada por Paz Vega, se convierten en personajes casi irrelevantes, relegados a un segundo plano y apenas desarrollados. Adela, quien debería ser un pilar en la vida de Carlos, se siente más como un accesorio que como un personaje con voz y voto. Su presencia durante la primera mitad de la película es intermitente, mientras que su sufrimiento por la adicción de su esposo no se explora con la profundidad que merece. Lo mismo ocurre con sus hijos, Jaime y Teresa, quienes son enviados a estudiar en el extranjero y apenas tienen tiempo en pantalla, dejando a la audiencia con una sensación de que la familia está incompleta y poco conectada. Uno de los pocos aciertos de la película es la representación de la dependencia del celular, que resuena con la experiencia cotidiana de muchos. No obstante, a pesar de que el tema es relevante y contemporáneo, la forma en que se aborda es demasiado superficial. La historia se siente como un desfile de situaciones cómicas que no logran generar risas, lo que es un gran inconveniente para una comedia. Por ejemplo, la secuencia en la que Carlos intenta recuperar su teléfono robado durante una maratón es más exasperante que entretenida, y el intento de humor se diluye en un correteo sin sentido. El guion recurre a clichés que se vuelven predecibles, restándole emoción a los momentos que deberían ser culminantes. En una de las escenas clave, durante la boda de la hermana de Adela, el protagonista demuestra su dependencia al no darse cuenta de que ha dejado su celular en casa. La situación se vuelve ridícula cuando, al ser descubierto por su esposa, ella le lanza el teléfono a un lago, un acto que, en teoría, debería ser cómico, pero que termina siendo más absurdo que divertido. La terapia a la que acude Carlos en busca de ayuda no aporta mucho a la evolución de la narrativa. Los personajes que lo rodean en este grupo de apoyo son estereotipos que no logran conectar con el público. La premisa de que hablar sobre su adicción y participar en dinámicas de grupo lo ayudará a superar su dependencia se siente como un intento fallido de ofrecer una solución mágica a un problema que en la realidad es más complejo. Conforme avanza la película, el desarrollo de Carlos se siente forzado. A pesar de que hay intentos de darle un giro a su vida a través de cartas manuscritas y paseos en bicicleta, la transformación del protagonista carece de autenticidad. La falta de profundidad en su arco narrativo hace que su viaje hacia la recuperación resulte anodino y poco satisfactorio. Aunque "No puedo vivir sin ti" intenta hacer una crítica a la adicción a los dispositivos móviles, lo hace de una manera que parece simplista y carente de matices. La falta de imágenes que representen el pasado de los personajes contribuye a que el espectador se sienta desconectado de sus historias. Sin un contexto adecuado, la relación entre Carlos y Adela carece de la chispa necesaria para que su romance sea creíble. Adrián Suar, aclamado por su talento en la actuación y la producción, se encuentra atrapado en un papel que no le permite brillar. Su interpretación se siente limitada por un guion que desaprovecha su potencial cómico y dramático. En contraste, su trabajo en series como "Los protectores" demuestra que Suar es capaz de llevar a cabo roles mucho más complejos y satisfactorios, dejando a los espectadores esperando ver más de su versatilidad. En resumen, "No puedo vivir sin ti" es un intento fallido de abordar un tema contemporáneo relevante, pero que se ve empañado por una ejecución débil y una falta de desarrollo de personajes. El filme, que podría haber sido una crítica profunda y entretenida de la adicción al celular, se convierte en una comedia romántica olvidable, incapaz de captar la atención del público de la manera en que se esperaba. La película deja una sensación de pérdida, no solo de tiempo, sino también de una oportunidad desperdiciada para explorar un fenómeno que afecta a muchos en la actualidad.

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