Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En un escenario cinematográfico donde la presencia femenina ha sido históricamente limitada, el vínculo artístico entre madre e hija en el mundo del cine se convierte en un hecho excepcional y digno de celebración. María Esther Palant y su hija Silvia Kantor son dos figuras que, aunque nacieron en Argentina, han aportado significativamente al desarrollo del cine en Perú, creando un legado que trasciende generaciones. Su historia no solo refleja la pasión por el arte, sino también el compromiso de visibilizar a figuras históricas y artísticas a través del medio cinematográfico. María Esther Palant, nacida en Buenos Aires en 1932, se formó en escultura y pintura, lo que sin duda influyó en su tratamiento visual y narrativo en el cine. A lo largo de su carrera, Palant ha dedicado gran parte de su obra a retratar la vida y el trabajo de artistas plásticos peruanos, como Enrique Camino Brent y José Sabogal, contribuyendo a la difusión de la identidad cultural del país. Su enfoque en temas artísticos la ha colocado como una pionera en la representación del arte dentro del cine peruano. Un hito en su trayectoria fue la fundación del Grupo Chaski en 1982, un colectivo que buscó innovar y dar voz a las historias peruanas desde un enfoque auténtico y comprometido. A través de esta plataforma, Palant dirigió "Gregorio", una película emblemática que se ha convertido en un referente del cine nacional. Su legado es un testimonio de la importancia de contar historias que conecten con la realidad social y cultural de Perú, temas que siguen vigentes y relevantes hoy en día. Por su parte, Silvia Kantor, nacida en 1953, ha heredado el espíritu creativo de su madre, convirtiéndose en una cineasta prolífica desde joven. Su participación en producciones del Grupo Chaski, como "Juliana", destaca su capacidad para llevar adelante proyectos que continúan el legado de su madre, a la vez que explora nuevos caminos narrativos. Kantor también ha demostrado un interés en la poesía y el arte, lo que se evidencia en su cortometraje "Para vivir mañana", que rinde homenaje al poeta Carlos Germán Belli. El reconocimiento a ambas cineastas se materializa en la edición 28 del Festival de Cine de Lima PUCP, donde se han restaurado varios de sus cortometrajes en la sección denominada "Una misma pasión". Este homenaje no solo resalta sus contribuciones individuales, sino que también celebra la conexión emocional y artística entre madre e hija, un elemento que enriquece la narrativa del cine peruano contemporáneo. En la programación del festival, se proyectarán dos documentales de María Esther Palant: "Cota y los niños", que rinde tributo a la educadora y artista Carlota Carvallo, y "Ricardo Palma", un retrato íntimo del conocido autor peruano. Estos trabajos reflejan el interés de Palant por contar historias que resalten la riqueza cultural de Perú, al mismo tiempo que honran a figuras que han dejado huella en la historia del país. Silvia Kantor, por su parte, presentará tres cortometrajes que abarcan una variedad de temas. "Reflejos en el vidrio" explora la vida de una obrera en una fábrica de vidrio soplado, mientras que "Sintonía" se centra en las inquietudes creativas de un hombre que busca escribir sobre un pintor. Finalmente, "Némesis" aborda un tema oscuro pero fascinante: la persecución de una mujer en la época de la Inquisición en Lima, un recordatorio del impacto histórico de la opresión sobre las mujeres. Este homenaje a María Esther Palant y Silvia Kantor es un paso fundamental para reconocer la labor de las mujeres en el cine peruano y para animar a las nuevas generaciones a seguir explorando el arte desde diversas perspectivas. En un momento en que la industria cinematográfica enfrenta críticas por su enfoque hacia el entretenimiento simplista, la obra de estas cineastas invita a la reflexión y al compromiso con narrativas más profundas y significativas. La restauración y proyección de sus cortometrajes en el Festival de Lima no solo es un acto de reconocimiento, sino también una oportunidad para que el público redescubra el valor de estas obras en un contexto que, a menudo, olvida la importancia de las historias que nos conectan con nuestra identidad cultural. Al final del día, el cine es un puente entre generaciones y un medio para compartir pasiones que, como en este caso, se transmiten de madre a hija, dejando una huella imborrable en la historia del arte peruano.