Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha dado luz verde para reanudar el envío de bombas de 225 kilos a Israel, destinadas a ser utilizadas en la guerra en Gaza. Esta decisión contrasta con el veto impuesto por la administración estadounidense en mayo de este año a la entrega de bombas de 900 kilos a Israel, luego de que estas fueran utilizadas en ataques que resultaron en la muerte de civiles en Gaza. En aquel momento, Biden argumentó que el objetivo de detener el suministro de bombas más grandes era proteger a la población civil, declarando que no permitiría que se utilizaran para atacar ciudades como Rafah. Sin embargo, la reciente autorización para el envío de las bombas de menor tamaño ha despertado interrogantes sobre las razones detrás de esta decisión. Según reportes del diario The Washington Post, las bombas de 900 kilos fueron utilizadas en un bombardeo al campo de refugiados de Yabalia en octubre, causando la muerte de civiles y destrucción masiva de edificios. Estos proyectiles tienen un enorme poder destructivo, generando cráteres de gran tamaño y esparciendo metralla mortal a cientos de metros de distancia del punto de impacto. Por el contrario, las bombas de 225 kilos, aunque siguen siendo armamento de alto calibre, parecen ser consideradas de menor riesgo para la población civil en Gaza. Un funcionario consultado por el Wall Street Journal aseguró que el envío de estas bombas no se había realizado anteriormente por razones logísticas y no por un veto específico. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, expresó previamente su descontento por la retención de armas por parte de Estados Unidos, insinuando que esto estaba ralentizando la ofensiva israelí en Rafah. Netanyahu solicitó el apoyo de armamento para poder concluir las operaciones militares de forma más expedita. Esta situación plantea un dilema ético y político para Estados Unidos, que ha sido un histórico aliado de Israel y ha brindado un apoyo significativo en términos de ayuda militar. Desde la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha otorgado a Israel una cantidad considerable de asistencia financiera y militar, convirtiéndose en uno de los principales proveedores de armas al país de Oriente Medio. La reanudación del envío de bombas de 225 kilos a Israel en medio del conflicto en Gaza plantea interrogantes sobre la postura de Estados Unidos en relación con el uso de armamento en zonas densamente pobladas. Si bien las bombas más pequeñas pueden considerarse menos letales en comparación con las de mayor tamaño, su uso en un contexto como el de Gaza sigue siendo motivo de preocupación por el riesgo de causar daños colaterales y pérdidas civiles. Expertos consultados por CNN han confirmado que una de las bombas utilizadas recientemente por Israel en un ataque en Gaza es la GBU-39, una munición de alta precisión diseñada para impactar objetivos estratégicos con mínimos daños colaterales. Sin embargo, el empleo de cualquier tipo de munición en áreas densamente pobladas siempre conlleva riesgos de provocar víctimas civiles, como ha sido el caso de la guerra en Gaza. Ante este panorama, la comunidad internacional sigue atenta a la evolución de los acontecimientos en Medio Oriente y a las decisiones que puedan influir en el desarrollo del conflicto entre Israel y Palestina. La reanudación del envío de armas a Israel por parte de Estados Unidos plantea un desafío moral y estratégico, en un contexto en el que la protección de la población civil debería ser una prioridad para todas las partes involucradas en el conflicto.