La urgencia de gobernar con ciencia y transparencia para restaurar la confianza en autoridades y clase política

En el Perú, la confianza en las autoridades está en franco descenso, al mismo tiempo que crece el rechazo hacia la clase política. Esta situación plantea un desafío urgente: la necesidad de gobernar de manera más efectiva y transparente. En un contexto donde la exigencia ciudadana se hace cada vez más palpable, surge la imperiosa necesidad de seleccionar con mayor criterio a quienes nos representan y de incorporar el conocimiento técnico en la toma de decisiones políticas. Despreciar la ciencia y el análisis técnico en la formulación de políticas públicas solo nos aleja de un desarrollo sostenible y equitativo. Es crucial entender que la buena política solo puede surgir del respaldo de evidencia sólida y del uso responsable de herramientas metodológicas adecuadas. En un escenario donde la desconfianza en las instituciones es la norma, es fundamental abandonar prácticas como el plagio, incluso en un ámbito tan novedoso como la inteligencia artificial. La sociedad peruana observa con desdén a un Congreso que parece desoír deliberadamente cualquier argumento basado en análisis técnico o científico. Sin embargo, la clave para alcanzar resultados óptimos radica en la implementación de estrategias que permitan aprovechar la riqueza del conocimiento multidisciplinario en pos del bien común. Las naciones prósperas basan su desarrollo en instituciones que fomentan la innovación y la investigación científica, un camino al que el Perú debe aspirar. Ante este panorama, surge la interrogante sobre cómo elevar el nivel del debate político y garantizar que la evidencia y los avances científicos sean tomados en cuenta en la toma de decisiones. La propuesta del ministro de Economía de orientar las investigaciones hacia el beneficio social es un paso en la dirección correcta. Sin embargo, es fundamental que estas investigaciones no se limiten a acumular polvo en bibliotecas, sino que sean utilizadas activamente por legisladores y responsables de políticas públicas. Para lograr este objetivo, es necesario actuar en tres frentes. En primer lugar, es imprescindible exigir a los candidatos y organizaciones políticas un compromiso claro con el uso de la evidencia y la investigación en el diseño de sus propuestas. Además, se requiere una reforma en la carrera del servicio parlamentario para asegurar que los asesores y personal relevante posean la experiencia y la competencia necesarias. Por último, es urgente priorizar la calidad sobre la cantidad en todos los ámbitos, desde la selección de candidatos hasta la educación universitaria. En definitiva, el desafío que enfrenta el Perú radica en la necesidad de seleccionar a los mejores políticos para garantizar la implementación de las mejores políticas. Solo a través de un compromiso genuino con la ciencia, la investigación y el conocimiento técnico podremos aspirar a un futuro más próspero y justo para todos los ciudadanos. Es hora de dejar atrás la reticencia hacia el saber especializado y abrazar una visión política fundamentada en la evidencia y en el bienestar de la sociedad en su conjunto.