Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El ominoso espectro de la inanición ha vuelto a mostrar su fea cabeza, arrojando una sombra de desesperación sobre la gente de Gaza y Sudán. Mientras las hambrunas creadas por el hombre amenazan estas regiones, la cruda realidad del hambre como arma de guerra queda al descubierto para que el mundo la vea. En Gaza, donde la cifra de muertos por inanición ha alcanzado a 27 personas, incluidos 23 niños, la comunidad internacional es testigo de las devastadoras consecuencias de privar a una población de sustento básico. La retención deliberada de alimentos como táctica de guerra es una estrategia cruel e inhumana que inflige un sufrimiento inimaginable a civiles inocentes. De manera similar, en Sudán, el Programa Mundial de Alimentos pinta un sombrío panorama de una nación al borde de la peor crisis de hambre que el mundo haya visto. Informes de personas sucumbiendo a la inanición sirven como un recordatorio contundente de las duras realidades enfrentadas por aquellos atrapados en la mira de conflictos y privaciones. La naturaleza insidiosa de la inanición es un proceso lento y agonizante que devasta el cuerpo humano, llevando a una deterioración gradual de la salud y eventual fallecimiento. El Dr. Omar Abdel-Mannan, un experimentado profesional médico que ha presenciado los efectos de la inanición de primera mano, la describe como una "muerte cruel y lenta" donde el cuerpo se consume en un intento desesperado por sobrevivir. A medida que el cuerpo es privado de nutrientes esenciales, pasa por tres etapas de inanición, cada una más debilitante que la anterior. Desde depender de las grasas almacenadas para energía hasta consumir tejido muscular y óseo, el cuerpo experimenta una transformación desgarradora que deja a la persona demacrada y frágil. El costo físico y psicológico de la inanición es profundo, llevando a una cascada de síntomas que van desde irritabilidad y cambios de humor hasta fallo orgánico y cierre del sistema inmunológico. El corazón, un órgano vital esencial para sostener la vida, soporta el embate de la inanición, encogiéndose en tamaño y función hasta que ya no puede sostener el cuerpo. Las consecuencias de la inanición se extienden mucho más allá de las dolencias físicas, impactando el equilibrio hormonal, el desarrollo cognitivo y los resultados de salud a largo plazo. En los niños, los efectos de la desnutrición pueden tener repercusiones duraderas en el desarrollo cerebral, limitando su potencial y perpetuando un ciclo de privación y dificultad. Ante circunstancias tan desesperadas, la obstrucción deliberada de la ayuda y suministros de alimentos a poblaciones vulnerables en Gaza y Sudán no solo constituye una violación del derecho humanitario internacional, sino una indignación moral que exige atención y reparación inmediatas. El uso del hambre como herramienta de guerra es un acto reprobable que debe ser condenado inequívocamente por la comunidad global. Al presenciar la tragedia en desarrollo de la inanición en Gaza y Sudán, somos recordados de nuestra responsabilidad colectiva de mantener los principios de humanidad y compasión frente a la adversidad. El momento de actuar es ahora, antes de que más vidas se pierdan innecesariamente ante el flagelo del hambre y la privación.