El Kremlin admite estado de guerra en Ucrania, señalando escalada.

El Kremlin ha realizado un cambio significativo en su retórica con respecto al conflicto en Ucrania, reconociendo por primera vez que Rusia se encuentra en un "estado de guerra" en lugar de la denominada anteriormente "operación militar especial". Esta admisión se produce más de dos años después de la invasión de Ucrania, atribuyendo el Kremlin el cambio de lenguaje a la intervención externa y al alineamiento con Ucrania por parte de las potencias occidentales. Anteriormente, el Kremlin había enmarcado sus acciones en Ucrania como una operación limitada destinada a la desmilitarización y la denazificación. Sin embargo, el reciente reconocimiento de estar en guerra señala un compromiso más amplio y arraigado con el conflicto. El portavoz del Kremlin, Dimitry Peskov, enfatizó que la participación colectiva de Occidente del lado de Ucrania ha transformado la naturaleza de la situación, requiriendo el reconocimiento de un estado de guerra. Este cambio de lenguaje no solo es simbólico, sino que también tiene implicaciones prácticas. Al enmarcar el conflicto como una guerra, las autoridades rusas pueden buscar movilizar el apoyo interno y justificar nuevas escaladas o decisiones típicamente asociadas con escenarios de guerra. Los analistas sugieren que este cambio en la terminología podría llevar a expectativas alteradas por parte de la población y las élites dentro de Rusia. Mark Galeotti, un experto en Putin y Rusia, destacó el impulso del Kremlin hacia la movilización interna, instando a los rusos a adoptar una mentalidad de guerra y trazando una clara línea entre patriotismo y traición. La evolución en el lenguaje también refleja la naturaleza cada vez más escalada del conflicto, con Peskov reconociendo que las acciones militares de Rusia, aunque legalmente denominadas "operación militar especial", se están llevando a cabo efectivamente como una guerra dada la mayor participación de potencias occidentales. El conflicto en curso en Ucrania ha provocado importantes bajas humanas y desplazamientos, con Rusia manteniendo el control sobre territorios en Ucrania, incluida Crimea, que anexó en 2014. La situación sigue siendo compleja, con tanto Rusia como Ucrania afirmando sus respectivas reclamaciones sobre territorios y enfatizando la necesidad de seguridad y soberanía. A medida que persisten las tensiones y el conflicto no muestra signos de resolución inminente, el reconocimiento de estar en guerra por parte del Kremlin subraya una postura endurecida y un posible compromiso prolongado en la región. Las implicaciones de este cambio de lenguaje en la dinámica del conflicto y en el panorama geopolítico más amplio están por verse a medida que la situación continúa evolucionando.