Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En medio de los desgarradores relatos de familias destrozadas por la brutal guerra contra las drogas en Filipinas, un destello de esperanza está surgiendo mientras algunos buscan justicia más allá de las fronteras de su propio país. El caso de Ephraim Escudero, un joven cuya vida fue brutalmente truncada en medio del caos de la guerra contra las drogas, es un recordatorio contundente del trauma continuo experimentado por muchas familias en Filipinas. La hermana de Ephraim, Sheerah, recuerda vívidamente los escalofriantes detalles del asesinato de su hermano, un trágico suceso que ha dejado a su familia lidiando con el dolor y una frustrante falta de rendición de cuentas en su búsqueda de justicia. A pesar del paso del tiempo y un cambio en el liderazgo de Duterte a Marcos, familias como los Escuderos continúan enfrentando obstáculos insuperables en su búsqueda de justicia. El reciente aumento en los asesinatos relacionados con las drogas bajo el presidente Ferdinand Marcos Jr ha agravado la angustia sentida por las familias que han perdido seres queridos en la violenta campaña antidrogas del gobierno. La renuencia del gobierno filipino a cooperar con la Corte Penal Internacional (CPI) agrava aún más el sentido de injusticia sentido por las familias de las víctimas. La negativa del presidente Marcos a colaborar con los investigadores de la CPI que investigan los asesinatos extrajudiciales que ensombrecieron el mandato de Duterte subraya la impunidad que continúa imperando en el sistema de justicia filipino. Para muchas familias, la CPI representa un último recurso para obtener la justicia que durante mucho tiempo les ha eludido dentro de su propio país. La falta de apoyo, tanto emocional como financiero, para las familias que quedan atrás después de los asesinatos en la guerra contra las drogas solo ha aumentado su sensación de abandono por parte de las autoridades. Las historias de Jane Lee, Christine Pascual y otros pintan un cuadro sombrío de la lucha continua por la justicia en Filipinas. El fracaso de los tribunales nacionales en responsabilizar a los perpetradores ha dejado a muchos sintiéndose desilusionados e impotentes ante la impunidad generalizada. Mientras familias como los Escuderos navegan por las complejidades de la búsqueda de justicia, el espectro de la violencia continua se cierne sobre ellos. El reciente aumento en los asesinatos relacionados con las drogas, especialmente en la ciudad natal de Duterte, Davao, plantea preocupaciones sobre el legado perdurable de la brutal campaña antidrogas. El camino hacia la justicia para las familias de las víctimas sigue lleno de desafíos, pero la resistencia y determinación mostradas por individuos como Sheerah Escudero ofrecen un destello de esperanza frente a la adversidad. Mientras la comunidad internacional observa de cerca, la situación de estas familias sirve como recordatorio de la necesidad urgente de rendición de cuentas y justicia en Filipinas.