Revelaciones de narco hondureño sacuden sistema político: oscuros lazos con crimen organizado.

En medio de un juicio que ha sacudido los cimientos políticos de Honduras, Devis Leonel Rivera, fundador del cartel hondureño Los Cachiros, ha dejado al descubierto los oscuros vínculos entre el crimen organizado y la clase política del país centroamericano. En declaraciones ante la fiscalía de Estados Unidos, Rivera aseguró que no tenía intención de asesinar a su socio, el expresidente Juan Orlando Hernández, a pesar de las presiones de otros narcotraficantes. Rivera, quien ha confesado haber cometido 78 asesinatos y se encuentra cumpliendo cadena perpetua en Estados Unidos, reveló que mantuvo estrechas relaciones con políticos hondureños, incluyendo al exmandatario Hernández, a quienes sobornó a cambio de protección para el tráfico de cocaína proveniente de Colombia. El narco también mencionó que otros líderes políticos, como el expresidente Porfirio Lobo, estaban involucrados en esquemas de corrupción y protección a organizaciones criminales. Durante su testimonio, Rivera destacó que su colaboración con la DEA inició en 2013, lo que eventualmente lo llevó a entregarse a las autoridades de Estados Unidos en 2015. El narco detalló cómo pagó sobornos millonarios a distintos políticos y miembros de las fuerzas de seguridad hondureñas para garantizar su impunidad y continuar con sus operaciones ilícitas. En un intento por reducir su condena, Rivera se comprometió a cooperar con la fiscalía y revelar información clave sobre la red de narcotráfico en la región. Sin embargo, la defensa de Juan Orlando Hernández ha cuestionado la credibilidad de los testigos colaboradores, argumentando que buscan beneficios a cambio de sus declaraciones y que carecen de pruebas concretas sobre los sobornos supuestamente realizados. El juicio contra el expresidente hondureño, acusado de conspiración con el narcotráfico y tráfico de armas, ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de los sistemas políticos y de justicia en la región centroamericana ante la influencia del crimen organizado. Con San Pedro Sula como epicentro de la ruta de la cocaína hacia Estados Unidos, la DEA ha señalado la importancia de desarticular estas redes criminales que operan en múltiples países de la región. En este contexto, la figura de Juan Orlando Hernández enfrenta la posibilidad de pasar el resto de sus días en prisión, sumándose a su hermano Tony Hernández, quien ya fue condenado por su participación en actividades delictivas. El juicio continúa develando la compleja trama de corrupción, narcotráfico y violencia que ha permeado la política y la sociedad hondureña, dejando al descubierto la urgente necesidad de fortalecer las instituciones y combatir la impunidad en la región.