Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En una impresionante muestra de unidad entre partidos, los líderes canadienses se están uniendo en respuesta a los posibles aranceles del presidente electo Donald J. Trump sobre las exportaciones, que amenazan con desestabilizar la economía del país. A medida que Trump se prepara para asumir el cargo, sus advertencias sobre un arancel del 25 por ciento a los productos canadienses y mexicanos si no se abordan los problemas fronterizos han causado ondas de choque en el panorama político de Canadá. Esta semana, la ministra de Finanzas y viceprimera ministra Chrystia Freeland está lista para presentar una esperada declaración económica de otoño que probablemente tocará estos aranceles inminentes y la estrategia del gobierno para mitigar su impacto. Los funcionarios canadienses han reconocido rápidamente la seriedad de las amenazas de Trump, con la premier de Alberta, Danielle Smith, afirmando que Trudeau entiende la necesidad de actuar a la luz de la retórica asertiva de Trump. El consenso entre los líderes canadienses es claro: fortalecer la seguridad fronteriza es primordial, aunque los métodos para lograrlo siguen siendo un punto de controversia. Tras discusiones virtuales lideradas por el primer ministro Justin Trudeau, el gobierno federal delineó una serie de iniciativas destinadas a mejorar la seguridad fronteriza. Los planes incluyen el despliegue de drones y perros para vigilancia, el aumento de medidas tecnológicas para detectar fentanilo y sus precursores, y fomentar una mayor cooperación con las agencias de aplicación de la ley locales. A pesar de las diferencias en el enfoque, incluso los críticos del gobierno de Trudeau, como la premier Smith, han reconocido la solidez de las medidas propuestas. La propia respuesta de Alberta incluye un plan para reforzar su frontera con EE. UU. designando una zona de dos kilómetros como "zona crítica fronteriza", lo que permite a las autoridades locales arrestar a sospechosos involucrados en actividades ilegales sin órdenes judiciales. Sin embargo, a medida que los líderes canadienses se unen en la necesidad de una mayor seguridad fronteriza, ha surgido una división sobre cómo retaliar si Trump avanza con los aranceles. Trudeau y Freeland han sugerido que los aranceles de represalia sobre las importaciones estadounidenses podrían estar sobre la mesa. En contraste, el premier de Ontario, Doug Ford, propuso una estrategia más provocativa: cortar las exportaciones de electricidad a los Estados Unidos. Esta idea fue rápidamente desestimada por el premier de Quebec, François Legault, reflejando las complejidades y divisiones que yacen bajo la superficie de este consenso político. A medida que cada provincia considera sus lazos económicos únicos con EE. UU., la perspectiva sobre cómo enfrentar los posibles aranceles varía ampliamente. Smith señaló las consecuencias de los aranceles sobre el petróleo de Alberta, destacando que tal medida perjudicaría más a los consumidores estadounidenses que a los productores canadienses. Enfatizó la importancia de mantener relaciones amistosas, sugiriendo que el petróleo de Alberta debería ser visto como una alternativa preferible en comparación con otros proveedores. A medida que la situación se desarrolla, los líderes canadienses enfrentan el doble desafío de abordar las preocupaciones de seguridad fronteriza y navegar una posible guerra comercial con su mayor socio comercial. Las próximas semanas serán críticas mientras se preparan para las implicaciones económicas de la presidencia de Trump, al tiempo que intentan mantener un frente unido contra sus agresivas tácticas comerciales. El panorama político en Canadá está preparado para cambios significativos, impulsados por presiones externas y negociaciones internas, mientras los líderes trabajan para proteger su economía contra lo que podría ser una nueva era tumultuosa en las relaciones entre EE. UU. y Canadá.