Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En las secuelas de los disturbios de Hull que sacudieron a la comunidad el 3 de agosto, los residentes enfrentan una atmósfera de miedo e incertidumbre que ha perdurado mucho después de que se reparara la destrucción física. Las tiendas han sido saqueadas, la policía ha enfrentado ataques violentos y las cicatrices del caos son evidentes en el comportamiento cauteloso de la comunidad. En la Alianza de Todas las Naciones de Humber (HANA), el oficial jefe Francis Ahiakpa relata cómo el banco de alimentos de desayuno semanal se ha transformado de un lugar de encuentro en un servicio para llevar. "La gente ha tenido demasiado miedo para quedarse y comer con nosotros," explica, señalando que muchos temen posibles ataques. En lugar de fomentar un sentido de comunidad, la organización ha recurrido a entregar comidas a los destinatarios ansiosos, que temen salir de sus hogares. Los sentimientos de miedo son reflejados por Angela Murden de la Asociación Africana y Caribeña de Hull, quien informa de una caída significativa en la utilización del banco de alimentos, un contraste marcado con sus números de distribución habituales. "La gente se está manteniendo alejada," declara, reflejando los efectos en cadena de los disturbios sobre la cohesión comunitaria. Los disturbios, impulsados por desinformación y rumores en redes sociales, sorprendieron a muchos. Murden, quien había anticipado el descontento, atribuye la violencia a la falta de respeto por las personas y la propiedad, exacerbada por la difusión de narrativas falsas. La Policía de Humberside ha respondido con una fuerte represión, arrestando a más de 60 individuos y acusando a 29, pero los líderes comunitarios insisten en que las medidas punitivas por sí solas no abordarán las causas profundas del descontento. Syed Shah, de los Servicios de Asesoramiento Comunitario de Humber, ofrece una perspectiva matizada sobre los alborotadores, absteniéndose de etiquetarlos simplemente como "malas personas." Enfatiza la influencia de la desinformación, sugiriendo que muchos individuos involucrados en los disturbios pueden haber sido engañados y actuaron fuera de su carácter. "Las cosas nunca son blanco y negro," insiste, abogando por una comprensión más amplia de las circunstancias que llevaron a las personas a tal comportamiento. Propietarios de negocios locales como Lena Sutherland han sentido los efectos de primera mano. Después de cerrar su restaurante durante dos días por miedo a la seguridad de su personal y clientes, Sutherland expresó frustración por la creciente animosidad hacia los extranjeros. Destaca las contribuciones que los migrantes hacen a la economía, contrarrestando la narrativa de que quitan trabajos a los locales. A medida que líderes comunitarios como Ahiakpa y Murden buscan reconstruir la confianza y la comprensión, enfatizan la importancia de la educación y el diálogo abierto. Ahiakpa propone iniciar conversaciones en las escuelas sobre raza y cultura para fomentar un sentido de comunidad y prevenir futuros actos de violencia. "La clave para prevenir futuros disturbios es hablar," afirma, notando la curiosidad de los niños sobre diferentes culturas. A raíz de la violencia, la comunidad de Hull enfrenta un largo camino hacia la recuperación. Los daños físicos pueden repararse, pero las cicatrices emocionales y psicológicas requerirán un esfuerzo y un diálogo continuos para sanar. La esperanza es que, a través de la educación y la comprensión, la comunidad pueda emerger más fuerte y unida, previniendo futuros desacuerdos y promoviendo un sentido de pertenencia para todos los residentes, independientemente de su origen.