Los atletas palestinos brillan en los Juegos Olímpicos de París, navegando entre el conflicto y la identidad.

Los atletas palestinos brillan en los Juegos Olímpicos de París, navegando entre el conflicto y la identidad.

Los atletas palestinos en los Juegos Olímpicos de París actúan como embajadores, compartiendo sus historias y resiliencia en medio del conflicto en Gaza.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

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Guerra

PARÍS -- El impacto del conflicto en curso en la Franja de Gaza resuena mucho más allá de sus fronteras, llegando a los Juegos Olímpicos en París, donde ocho atletas palestinos están compitiendo. Este año, su participación los ha catapultado al papel de embajadores no intencionados, compartiendo sus historias y fomentando el diálogo en medio de una audiencia global. Cuando Taliyah Brooks, una heptatleta de Texas, se acercó al corredor palestino Mohammed Dwedar para intercambiar un pin, un gesto simbólico entre los olímpicos, se subrayó la importancia de estas interacciones. Dwedar, originario de Jericó en la Cisjordania ocupada por Israel, recibió la nerviosa aproximación de Brooks con una sonrisa, reflejando la calidez y apertura que estos atletas están exhibiendo en medio de la agitación en su hogar. El equipo palestino se ha encontrado en el centro de atención, un contraste marcado con sus homólogos israelíes, quienes navegan por una mayor seguridad y un escrutinio internacional tras los ataques liderados por Hamas el octubre pasado. A medida que la situación se intensificó, también lo hicieron los roles de los atletas palestinos en París, con Layla Almasri, una corredora de 800 metros, articulando su doble responsabilidad como competidores y diplomáticos. "Estamos aquí para competir, pero también somos diplomáticos aquí", explicó, navegando las complejidades del deporte y la identidad en un clima geopolítico tenso. Los atletas provienen de diversos orígenes, muchos de ellos de la diáspora palestina. Almasri fue criada en EE. UU., mientras que Valerie Tarazi, una nadadora que llevó con orgullo la bandera palestina durante la ceremonia de apertura, rastrea sus raíces hasta una de las familias cristianas más antiguas de Gaza. La curiosidad en torno a su presencia ha llevado a un aumento en el interés de los medios, incluso atrayendo la atención hacia aquellos que no avanzaron en sus eventos, como el nadador Yazan Al Bawwab. Sin embargo, el camino hacia París no ha sido fácil para muchos de estos atletas. La violencia en curso ha impactado severamente su entrenamiento y preparación. Wasim Abusal, un boxeador de 20 años, habló sobre los desafíos que enfrentó para encontrar compañeros de sparring adecuados debido a la inestabilidad en Cisjordania. Junto con la pérdida de amigos y familiares en casa, el costo emocional es palpable. Algunos atletas, como Tamer Qaoud, no pudieron competir debido a las terribles condiciones en Gaza, donde perdió a su entrenador en un ataque aéreo. Los atletas palestinos también se visten intencionadamente para ser vistos, luciendo símbolos tradicionales de su lucha. La kaffiyeh, una bufanda emblemática de la identidad palestina, es una vista común entre ellos. Esta visibilidad es significativa mientras navegan su presencia en el Parque Olímpico, donde tienen un punto de vista único sobre la dinámica de la competencia. Al interactuar con los espectadores y otros atletas, los competidores palestinos son muy conscientes del costo humano del conflicto. La guerra ha cobrado más de 30,000 vidas palestinas desde octubre, una estadística que pesa mucho en sus mentes. Tarazi, reflexionando sobre las pérdidas, tomó un momento durante la ceremonia de apertura para honrar a aquellos que han fallecido. "Solo cerré los ojos y estaba honrando a todas esas personas que han fallecido por esto", compartió. La conexión emocional se extiende más allá del equipo palestino. El debut de Abusal en los preliminares de boxeo estuvo marcado por el entusiasta apoyo del público, que coreaba su nombre. Su oponente sueco, Nebil Ibrahim, expresó una mezcla de admiración y tristeza, reconociendo el honor de competir contra el primer boxeador palestino, mientras lamentaba las circunstancias que los unieron. En un momento de solidaridad, Brooks ofreció su propio apoyo a Dwedar, agradeciéndole por compartir su historia. "Me alegra que estén aquí", dijo, encarnando el espíritu de camaradería que trasciende fronteras y conflictos. A medida que los atletas palestinos continúan compitiendo en los Juegos Olímpicos, su presencia sirve como un recordatorio conmovedor de las narrativas más amplias en juego: de resiliencia, identidad y el perdurable espíritu humano en medio de la adversidad. A través de su viaje en París, no son solo atletas, sino embajadores de las experiencias de su pueblo, trayendo atención a sus luchas y esperanzas en el escenario mundial.

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