Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

El reciente memorándum del Departamento de Justicia de Estados Unidos, que autoriza ataques a barcos sospechosos de narcotráfico, ha suscitado una considerable controversia y debate en el ámbito legal y político. Este documento, que se presenta como un respaldo a las acciones militares del presidente Donald Trump, argumenta que Estados Unidos y sus aliados se encuentran en un estado de conflicto armado con los cárteles de la droga, una afirmación que proviene en gran medida de relatos ofrecidos por la propia administración. La legalidad de estos ataques, que en lo que va de la campaña han resultado en la muerte de al menos 80 personas en el Mar Caribe y el Pacífico oriental, está en el centro de este debate.
El memorándum, que cuenta con más de 40 páginas, no solo justifica las ejecuciones extrajudiciales de personas vinculadas al narcotráfico, sino que también establece que tales acciones son legales bajo los poderes que Trump posee en tiempos de guerra. Esta afirmación contrasta con las opiniones de numerosos críticos, quienes sostienen que no existe un conflicto armado real que justifique el uso de la fuerza militar contra los presuntos narcotraficantes.
La Casa Blanca ha defendido la legalidad de estos ataques, argumentando que Trump tiene la autoridad para ordenar acciones militares en virtud de las leyes de guerra. Sin embargo, el gobierno ha proporcionado escasos detalles sobre el análisis jurídico que sustenta esta afirmación. Los críticos alegan que el memorándum parece haber sido diseñado para satisfacer las demandas políticas de la administración, aceptando sin cuestionar los relatos presentados por la Casa Blanca sobre la naturaleza de los cárteles.
A lo largo del documento, la administración no solo califica a los cárteles como grupos terroristas que amenazan la seguridad de Estados Unidos, sino que también los presenta como responsables de la muerte de decenas de miles de estadounidenses al año. No obstante, el memorándum ha sido criticado por no ofrecer una conexión sólida entre el narcotráfico y las acciones militares, planteando dudas sobre la validez de su razonamiento.
El argumento central del memorándum se basa en la idea de que los barcos involucrados en el narcotráfico son objetivos militares legítimos, dado que su carga podría ser utilizada para financiar la violencia. Sin embargo, expertos en derecho internacional han señalado que es complicado sostener que esos cargamentos constituyan un objetivo militar bajo el derecho de la guerra. La falta de evidencia sobre la implicación directa de esos envíos en acciones bélicas reales plantea serias dudas sobre la legalidad de los ataques.
Además, la administración ha mencionado que estos ataques se llevan a cabo en un contexto que no requiere la autorización del Congreso, ya que se consideran de interés nacional y no se clasifican como una guerra en el sentido constitucional. Esta interpretación ha generado preocupación entre expertos legales y legisladores que argumentan que la Resolución sobre Poderes de Guerra de 1973 debería ser aplicada en este contexto.
El memorándum también incluye una sección que sugiere posibles defensas legales en caso de que se presenten cargos contra funcionarios o personal militar involucrado en estos ataques. Esta estrategia parece diseñada para proteger a aquellos que actúan bajo la premisa de que están en un conflicto armado legítimo, lo que podría complicar aún más el panorama legal en el que se desenvuelven.
La respuesta del público y de los expertos ha sido unánime en su condena a estos ataques, que muchos califican como asesinatos o crímenes de guerra. La pregunta que surge es si este enfoque de tratar a los narcotraficantes como combatientes es realmente la solución adecuada para abordar el problema del narcotráfico en Estados Unidos. Históricamente, la interceptación de embarcaciones y el arresto de sus tripulantes ha sido la norma, lo que hace que este cambio de táctica poco convencional genere aún más inquietudes.
En un contexto más amplio, también se ha discutido la posibilidad de que la administración esté buscando justificar una escalada militar más profunda en la región, especialmente en relación con la situación en Venezuela y el gobierno de Nicolás Maduro, al que se le ha calificado como líder de un cartel narcoterrorista. La movilización de recursos militares en la región sugiere que podría haber un interés en expandir estas operaciones más allá de los ataques aéreos, lo que podría llevar a un conflicto armado en un sentido más tradicional.
A medida que se desarrolla esta situación, la administración Trump podría enfrentarse a la necesidad de emitir un nuevo memorándum que aborde específicamente estas potenciales operaciones terrestres. La falta de transparencia en el análisis legal que respalda estas acciones ha dejado a muchos en la comunidad legal y política con más preguntas que respuestas, generando un clima de incertidumbre sobre el futuro de la política de Estados Unidos en el combate al narcotráfico.
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